El company
Duran-Pich, habitual d’aquest Bloc, fa una petita dissertació filosòfica, amb
algun toc d’humor. Explica que: Un
antiguo colega profesional, que gozaba de un fino sentido del humor, siempre
decía que se puede ganar dinero de muchas maneras menos de una: trabajando.
Fa un repàs senzill
de la gent que “es guanya la vida”, dels diferents nivells de confort dels que “es
guanyen la vida” i sobretot parla d’allò que s’acostuma a dir “pelotazo”.
El
consejero delegado de una empresa o su director general (dejo aparte las
excepciones de los grandes grupos oligopolistas, cuyos salarios son obscenos)
puede tener un buen sueldo y unos bonos, pero el “salto
adelante” lo consigue si vende su empresa. Otra forma de
enriquecerse, todavía más especulativa y grosera, procede del sector
inmobiliario, en el trasiego de solares,
recalificaciones, apalancamiento financiero, hipotecas de base, escrituras a la
baja, dinero negro, etc. En
definitiva, las rentas de trabajo nunca explican los grandes patrimonios. Parla
dels polítics i els seus guanys. La mayoría de ellos han sido siempre
funcionarios, que han desarrollado su carrera después de las conocidas
“oposiciones”, una fórmula habitual en la cultura castellana para entrar en la
Administración Pública y vivir de los Presupuestos Generales del Estado, es
decir, de los impuestos pagados por los contribuyentes.
Hi ha frases i
conceptes notables: Los sociólogos del
trabajo coinciden en su diagnóstico sobre las motivaciones que conducen al
funcionariado: seguridad en el puesto, autoridad que otorga el poder,
coberturas sociales especiales, mentalidad conservadora, servilismo, etc. Y es
que, como dicen algunos, “afuera hace frío”.
Parla del Rajoy i
del Borrell, Y conclou dient que: no
hablemos de aquellos responsables políticos que dejaron sus puestos en la
Administración Pública y utilizaron las puertas giratorias para introducirse en
la empresa privada, raramente en puestos ejecutivos (donde
hay que trabajar) sino como consejeros o asesores...
Vegem l’article:
Alfons Duran-Pich
MONEY, MONEY, MONEY
04/10/2018
Hace ya mucho tiempo que he podido comprobar
que la hipótesis de Carles era acertada. “Celebrities” aparte, un
profesional, cualquiera que sea su grado de conocimientos y experiencia,
trabaje por cuenta propia o para terceros, puede llegar a “ganarse la
vida” (expresión común sobre la que se debería ahondar),
y poca cosa más.
“Ganarse la
vida” tiene muchas gradaciones, que van desde tener
un espacioso piso en la zona alta, una casa de fin de semana, un par de coches,
llevar a los hijos a un colegio de élite, etc., hasta vivir con ciertos apuros
para llegar a final de mes, salir de vacaciones a un coste razonable, ir a
comer con la familia a un restaurante un par de veces al año y pagar una
pequeña cuota de un fondo de pensiones particular.
Pero en ambos casos-tipo (y podríamos ampliar
las categorías), los saldos de sus cuentas corrientes no permiten más alegrías.
Y es que tanto entra, tanto sale.
En nuestra sociedad, la gente “vive al día” (otra
curiosa expresión) y nada más. Si ingresas más,
consumes más. Si ingresas menos, consumes menos.
A modo de ejemplo, cuando estalló la crisis
económico-financiera del 2007 (en el Estado Español se enteraron un poco
tarde), hubo grandes procesos de reestructuración en las empresas, que
supusieron reducciones de personal, despidos, bajadas de salarios, etc. Y esto
ocurrió de arriba abajo, sin contemplaciones. Fue por ello que las mamás de
la zona alta dejaron
de llevar a sus hijos al colegio en sus ostentosos Cayenne y el mercado de
apartamentos y casas de segunda residencia se disparó. Las familias se
reajustaron como pudieron, echando mano de sus ahorros (los que los tenían) o
del soporte asistencial de sus abuelos jubilados.
A nivel patrimonial, el ciudadano medio,
tiene con suerte un piso, comprado con una hipoteca (pagada o a medio pagar,
según la edad), quizás un apartamento en la playa y algún ahorro. Los grandes patrimonios están muy concentrados y en la
mayoría de países son propios de una franja que va del 3 al 5% de la población. La fuente de estos, como también de los
patrimonios medios, puede ser la herencia y, por encima de todo, las ganancias de capital. Esas ganancias de capital se
disparan en los casos de las acciones de aquellos propietarios y altos
directivos (con acciones u opciones sobre ellas), que
han vendido su empresa con grandes plusvalías. El consejero delegado de una empresa o su director general
(dejo aparte las excepciones de los grandes grupos oligopolistas, cuyos
salarios son obscenos) puede tener un buen sueldo y unos bonos, pero el “salto
adelante” lo consigue si vende su empresa. Otra forma de enriquecerse, todavía más especulativa y grosera,
procede del sector inmobiliario, en el trasiego
de solares, recalificaciones, apalancamiento financiero, hipotecas de base,
escrituras a la baja, dinero negro, etc. En definitiva, las rentas de trabajo nunca explican los
grandes patrimonios. Lo puedo certificar.
Es por ello que me ha llamado la atención
(aunque la sorpresa tampoco ha sido mayúscula) cuando ha aparecido la lista de
los políticos con cargos en el gobierno central, tanto del actual del PSOE como
del anterior del PP. La mayoría de ellos han
sido siempre funcionarios, que han desarrollado su carrera después de las
conocidas “oposiciones”, una
fórmula habitual en la cultura
castellana para entrar en la Administración Pública y vivir de los
Presupuestos Generales del Estado, es decir, de los impuestos pagados por los
contribuyentes. Los sociólogos
del trabajo (Naville, Friedmann, Mayo, Weber, Weil, etc) coinciden en su
diagnóstico sobre las motivaciones que conducen al funcionariado: seguridad en el puesto, autoridad que otorga el poder,
coberturas sociales especiales, mentalidad conservadora, servilismo, etc. Y es
que, como dicen algunos, “afuera
hace frío”.
Pues muchos de esos funcionarios parece que
han sido laboriosas y ahorradoras hormigas, pues cuentan con algunos
patrimonios notables. Por ejemplo, el señor Rajoy Brey declara:
- Bienes
inmuebles..... 578.000€
- Acciones
y participaciones...... 666.000€
- Depósitos
en cuentas corrientes..... 28.000€
- Seguros
de vida..... 261.000€
Y su colega Josep Borrell Centelles, también
funcionario como él de toda la vida:
- Bienes
inmuebles..... 983.000€
- Acciones
y participaciones..... 589.000€
- Depósitos
en cuentas corrientes..... 923.000€
- Seguros
de vida..... 4.000€
- Demás
bienes..... 273.000€
- Pasivo.....
60.000€
Y quien quiera indagar sobre nuestra florida
clase política en ejercicio, puede acudir a la web (https://boe.es/boe/dias/2018/09/29/pdfs/BOE-A-2018-13218.pdf).
La lectura resulta interesante y muy ilustrativa. Es una forma sencilla de
comprender el peso de la “costra”,
del poder del “microestado
dentro del Estado”.
Y
no hablemos de aquellos responsables políticos que dejaron sus puestos en la
Administración Pública y utilizaron las puertas giratorias para introducirse en
la empresa privada, raramente en puestos ejecutivos (donde hay que trabajar)
sino como consejeros o asesores.
No estaría de más que en un acto de limpieza democrática,
los señores González y Aznar hicieran públicos sus patrimonios actuales. Quizás
entonces comprenderíamos su acendrado amor a España y su frenético deseo de
que “no se rompa”.
Money, money, money, como cantaba Liza Minnelli, en “Cabaret”.
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada