Benvolguts,
L’Alfons Duran-Pich lliga molt bé les diverses accions que
Vox va iniciar i seguir amb el suport del jutjat 13 de Barcelona.
Vegem l’article:
Contigo empezó todo
Alfons Duran-Pich
Podría ser el arranque
de uno de esos boleros casposos que Julio Iglesias recuperó del baúl de la
España profunda y tramposa, una España en la que el mensaje amoroso superficial
pretendía ocultar la violencia, el machismo y la intolerancia, rasgos
definitorios de la personalidad dominante en el territorio.
“Contigo
empezó todo”... porque fue un partido
extraparlamentario llamado Vox el que puso la primera denuncia ante el juzgado
por unas declaraciones del entonces juez en ejercicio Santiago Vidal
(declaraciones sin mayor trascendencia), denuncia que el juez del juzgado de
instrucción número 13 (señor Ramírez Sunyer) aceptó y con ello abrió una senda
que nos ha llevado al rocambolesco escenario actual.
¿Cómo puede ser que un juez, al que se le
suponía un mínimo sentido del equilibrio y la mesura, aceptara una denuncia
procedente de una fuente filofranquista? ¿O es que ese juzgado fue elegido
previamente por la “autoridad
competente” por compartir el espíritu del extraparlamentario
denunciante?
¿Es cierto, como señalan algunos abogados, que la
designación de ese juzgado no se ajustó a las normas habituales? ¿Es suficiente
con que ante esa importante duda procedimental se responda desde la propia
judicatura que todo fue correcto?
¿Cómo ese juez pasó de una denuncia por
unas declaraciones de un ciudadano, hechas a título personal, a un proceso de
busca y captura de un conjunto de personas que formaban parte del Govern de la
Generalitat, con los consiguientes rastreos, detenciones, abusos y todo tipo de
provocaciones, con una clara voluntad intimidatoria?
¿Por qué, en un salto cualitativo fuera de lugar, se llevó a cabo una
maniobra de ocupación de la Conselleria de Economia (sin ningún objetivo concreto que la justificase), maniobra que llevó
a la respuesta espontánea y no violenta de la ciudadanía, cuyos líderes
sociales (que no actuaron como convocantes), asumieron con responsabilidad un
rol cívico y supieron manejar de forma democrática la situación, sin que se
produjera ningún daño colateral apreciable?
En las últimas semanas
aquel grupo extraparlamentario que no conocía nadie ha alcanzado cierto
protagonismo en España, y algunos se sorprenden de su éxito. No hay porqué
sorprenderse; es la lógica más elemental. Los han alimentado, los han
favorecido y ahora se sienten más fuertes. Por eso reclaman su cuota de poder,
que acabarán teniendo en la práctica.
No nos engañemos. En España hasta ahora la
extrema derecha no tenía una etiqueta porque no la necesitaba. Se sentía bien
bajo el paraguas del PP y de buena parte de los históricos del PSOE. La nueva
falange de Ciudadanos también les daba cobijo. Sólo hay
que repasar las medidas adoptadas en los últimos diez años (por no ir más
lejos) por los partidos del gobierno, con el apoyo directo del “Estado
Profundo” (altos
funcionarios, jueces, militares, presidentes de empresas privatizadas, etc.)
y de unos parlamentos teledirigidos.
En una “democracia
autoritaria” como la española, la extrema derecha está en su salsa.
Las coincidencias
programáticas y personales entre Rivera, Abascal y Casado no ofrecen ninguna
duda. Sólo
hace falta recordar, por ejemplo, cuando Rivera y Abascal se fotografiaban
juntos entre banderas españolas en la manifestación celebrada en Barcelona en
octubre del 2012 con motivo del día de la Hispanidad, que luego Rivera
ratificaba en un tweet muy claro: “En
Barcelona con la Hispanidad!! Viva España!! Junto a un buen amigo”. O cuando en
febrero del 2013 se sentaban juntos en la primera fila del teatro Goya para celebrar el lanzamiento del Movimiento Ciudadano, plataforma que utilizó Ciudadanos para dar el salto a la política nacional. Fue también
más adelante cuando Abascal manifestaba sin ambages: “Es verdad que hay importantísimos puntos de contacto
entre Ciudadanos y Vox”. Pero
no sólo es el programa sino la sintonía personal, que surge constantemente,
como cuando Juan Carlos Girauta, desde Ciudadanos, contestaba a la
pregunta: “¿Qué les diferencia de la UPD y de Vox?”. “Yo no sabría decirle que nos
separa de esos partidos”. Para luego añadir: “Vox
acaba de nacer, así que no tiene una producción programática que valorar. De entrada podemos
juzgar a las personas. Yo tengo amistad con varias de ellas y me parecen gente
estupenda. Alejo Vidal-Cuadras no sólo es un amigo sino un referente político.
Santi Abascal es un buen hombre y muy valiente. He hablado mucho con él y
no he encontrado las diferencias”. Y
si nos referimos a Casado, su
relación personal con Abascal es muy antigua (2001), pues como presidente de Nuevas Generaciones en
Madrid visitaba mucho en aquella época el País Vasco, donde Abascal era ya una
figura destacada del partido. Para
un cachorro del aznarismo como Casado, el trío formado por Abascal, Iturgaíz y
San Gil eran sus ídolos. Por eso, tras la presentación espectacular de Vox en
Vistalegre, Casado manifestó con afecto “A
Santi lo conocí escoltado. Formaba parte del maravilloso PP de aquellos años”.
Y sobre Catalunya y su
voluntad de independencia, se han dicho y se dicen tantas barbaridades por
parte de presidentes de gobierno, ministros, cabezas de partidos, presidentes
de comunidades y un largo etcétera de paniaguados, que ahora las propuestas
aberrantes de los extraparlamentarios no chirrían respecto a las
manifestaciones de sus colegas. El huevo de la serpiente ha sido muy bien incubado y
acaba de eclosionar. Falta que surja un nuevo redentor y tendremos fascismo
para rato.
Pero, ¿qué se puede esperar de un Estado cuyos ejes
vertebrales continúan siendo la “unidad
inquebrantable de la patria”, el espíritu integrista de la
Contrarreforma y el espantajo de la supuesta “amenaza judeo-masónica” de quienes no piensan como ellos?
Reflexions
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