Benvolguts,
Avui cedim l’espai al franquista
José Alejandro Vara, col·laborador com a analista a Voz Pópuli, RTVE, RNE, RTCM, 13TV, EsRadio, així com en els diaris Ya, ABC i La Razón, que ens explica les virtuts
del franquista ministre Iñigo Méndez de Vigo (IMV), a qui anomena “la sonrisa del régimen (mariano).”
Insertem primer la fitxa amb les característiques del tal Vigo. Nissaga
de militars franquistes (oximoron) com molts altres ministres des de la
Transaccció cap aquí. Família “enxufada” a tot arreu on pot. En la nissaga de
la generació anterior hi ha des de “directives de l’Auxilio Social franquista” fins a
militars franquistes, of course, i en la seva generació hi ha enxufats a tot arreu i al més alt nivell (exèrcit,
ministeris, noblesa) així com neonazis. Ponga un neonazi en su vida. Nosaltres creiem que s’ha de dir nazis perquè el nazisme
mai se n’ha anat de l’Espanya nacionalsindicalista, Una, Grande y Libre, por el Imperio hacia Diós,
etc.)
Així es podrà comparar aquesta fitxa d'enemic del poble amb la raspallada que li fa el tal Vara:
Així es podrà comparar aquesta fitxa d'enemic del poble amb la raspallada que li fa el tal Vara:
I ara vegem l'article, del pilota Vara:
Méndez de Vigo, la sonrisa del
régimen (mariano).
José Alejandro Vara
Viqui:
José Alejandro Vara (Zamora,
1954) es licenciado en Periodismo por la Facultad de Ciencias de la Información
de la Universidad Complutense de Madrid.
Inició su carrera profesional
en RNE y el diario Ya. Posteriormente, se incorporó a ABC,
donde tras trabajar en diversas secciones fue nombrado corresponsal del
centenario diario en Buenos Aires durante cinco años.
A su regreso a España, fue
nombrado delegado del periódico en Cataluña en sustitución de su amigo Tomás
Cuesta. A partir de 1997, continúa su carrera profesional en Madrid.
El que fuera entonces nuevo director de ABC, Francisco Jiménez Alemán,
le puso al frente del proyecto de renovación del periódico.
Después, dirigió la revista Blanco
y Negro y diversos suplementos del periódico, como Salud, Nuevo Trabajo y
Ocio.
Asimismo, fue director del
Master de Periodismo de ABC y coordinador de publicaciones de Vocento.
Entre 2005 y 2008 fue el director de La Razón.
Actualmente, es director
Editorial de Medios Nacionales de Vocento.
Colabora como analista en Voz Pópuli, RTVE, RNE, RTCM, 13TV, EsRadio, YA, ABC i La Razón
vozpopuli.com
14 Mayo, 2017
OPINIÓN
Sus enemigos, como en
el verso de Chaucer, se vuelven tolerables, casi respetables. Íñigo Méndez de
Vigo es un diplomático afable, elocuente, desenvuelto, dotado de una chispeante
facundia, imprescindible para cumplir con soltura el último encargo de Rajoy:
ser la voz del Gobierno. De familia militar, hijo de condesa, casado con hija
de conde, y él mismo también conde, lo que no oculta ni disimula, IMV se ha convertido, súbitamente, en
la pieza más ‘cool’ del Gabinete, el
personaje de moda, la sonrisa del marianismo.
El último barómetro
del CIS ya le ha encabalgado al
segundo puesto en el ránking de valoración de ministros, inmediatamente detrás
de Soraya Sáenz de Santamaría, siempre la súper top one de Moncloa. Cristóbal Montoro permanece inmutable en la cola.
Sustituir cada viernes a la vicepresidenta en el púlpito del Consejo de Ministros se adivinaba una
misión convulsa y arriesgada. Oficio de futuros difuntos. Íñigo Méndez de Vigo
ha superado la prueba con sobresaliente.
Rajoy se rodea siempre de equipos fieles y
leales. No necesariamente mediocres pero tampoco
apoteósicamente brillantes. Huir del riesgo es el mayor atributo y jamás meter
la pata, el segundo. “A veces, estas cosas pasan”, le comentó el presidente al
ministro de Justicia cuando emergieron unos sms antipáticos. Gallardón, que se cree el rey Sol, no encajaba.
Margallo, sobraba. Por soberbios y bocazas.
Con un presidente del
Gobierno que huye de la épica, de ofrecer audaces respuestas a los graves
problemas, que aconseja a los jóvenes cuán importante es mirar hacia otro lado,
IMV tenía un hueco asegurado en el Gabinete. Rajoy huye de las estridencias y
de los compromisos serios, abomina de los problemas ‘vaya lío’, como si gobernar fuera
otra cosa.
Su lema es, ante la duda, abstente y, ante la certeza, también.
El primer paso serio
en la vida es saber hacerse el nudo de la corbata. El segundo, blandir con
corrección la servilleta. En ambas artes, IMV es un maestro. Se pasea por los
salones con la soltura de quien fue instruido a los tres años para diferenciar
el tenedor de la carne de la paleta del pescado, de quien se adentró en el
dominio del alemán, francés e inglés casi al mismo tiempo que del español y de
quien ha viajado por medio mundo sin necesidad de acarrear una mochila o un
saco de esos para dormir. En estos tiempos de políticos de alpargata y camiseta
y de palabras desordenadas y escasas lecturas, es todo un signo de distinción. Lo que se dice, un
gentleman.
Su inalterable
vocación por la política le empujaba necesariamente a tocar cartera.
Ministerial, por supuesto. Pasó muchos años en Bruselas, y allí cinceló un
excelente currículum, un carromato de utilísimos amigos y una cierta leyenda de
‘nuestro hombre en Europa’. Cuando José Ignacio Wert dio su antológica espantá,
Rajoy le enjaretó la incómoda cartera de Educación en lo que dura un vuelo
Madrid-Estrasburgo. Imposible decir que no. Lidiar con una reforma de Enseñanza
a medio hacer, con una Universidad sublevada y con unos sindicatos de alumnos y
profesores en permanente intifada no era plato de gusto para quien carece de un
mililitro de glóbulos belicosos en sus venas.
Una mochila incómoda
“Estamos abiertos al
diálogo sin fecha de caducidad”, es una de sus muletillas favoritas de los
viernes cuando le preguntan por la turbamulta secesionista. Maestro en el arte
del consenso y la componenda, pacificó, vía concesiones sin fin, el cotarro de
las aulas y se preparó para un puesto más bonancible y lustroso. Lo consiguió.
Desde noviembre del pasado año es el ministro portavoz del Gobierno, aunque no
ha podido zafarse de la erizada mochila de Educación.
Como siempre ve el lado positivo a cualquier problema, lo compensa ejerciendo
con entusiasmo sus otras dos responsabilidades. Cultura y Deporte. Lo primero,
lo domina, es su ambiente, su querencia. En cuanto a lo segundo, a veces va al
fútbol y a ver a Nadal. Negocio redondo.
“Que me ames, es lo
más importante, lo demás no importa, me da igual”, decía Margarite Duras. IMV
quizás no aspira a ser universalmente amado pero sí a caer bien, a tener buena
prensa y a recibir muchas palmaditas en la espalda. No es un ingenuo ni un
iluso pero es consciente de que en política, la mitad es ficción y la otra
mitad, superchería. Y lo borda. Ya está el número dos en el hit parade. Y en
ascenso.
Joan A. Forès
Reflexions
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