Benvolguts,
Heu sentit
parlar mai en l’època franquista o borbofranquista, del 1936? O del front d’Esquerres del 1936?
Dificilment, perquè el franquisme i el
borbofranquisme va preferir i prefereix no parlar d’assumptes que poden
embrutar la seva impol·luta camisa blava…
M’ha arribat aquest article des del Grup d’Opinió GOAL amb un sol comentari:
Un altre idiota!
Tanmateix, aquest articulista de tendencia
inicial fatxa, esmenta el 1936. Les seves
opinions sobre Catalunya i el seu sistema d’administració política quan no hi ha
franquistes aprop són les pròpies dels fatxes, dels franquistes i dels borbofranquistes
espanyols pels quals el temps no compta. Tot és franquisme des dels inicis dels
temps, o sigui des dels visigots…
Vegem si el GOAL té raó:
2017-08-30 14:30 GMT+02:00 ALCON GIBERT, SERGI <alcongs@diba.cat>:
COLUMNAS EL PANDEMONIUM
Retorno
a 1936
30 agosto, 2017 00:38
Hace cinco años, el domingo 25 de noviembre de 2012,
día de elecciones autonómicas en Cataluña,
el órdago independentista todavía parecía sólo eso. Un órdago. Y un órdago más cercano al viejo proyecto de la Lliga
Regionalista que al independentismo vasco de aldea, piedra y boina.
La Lliga Regionalista, uno de los experimentos más
interesantes de la política española de los últimos cien años, fue un
partido de derechas catalán, antiobrerista y de orden creado por burgueses,
empresarios y dirigentes del cierre de cajas (lo más parecido al Motín del té que hemos
tenido jamás en este país). La Lliga defendía la autonomía catalana dentro de una
España indisoluble y veía a Cataluña como una fuerza modernizadora capaz de
forzar la renovación de las viejas estructuras políticas españolas jugando con
inteligencia la carta de la tensión centrífuga.
Eso era CiU en su origen antes de perder la cabeza. Un partido de derechas liberal, relajado
en lo moral y de clase media,
en oposición a la derecha rentista y extractiva castellana parasitada por una
elite de banqueros y grandes empresarios amamantados por el Estado.
Pero la historia se escribe con renglones torcidos. Barcelona
es ahora una ciudad provinciana en caída libre por la pendiente del involucionismo económico y cuyos
comercios cierran a cal y canto los domingos y a las horas que le venga en gana
a la beata autoridad competente.
Madrid, en cambio, es una ciudad abierta a
todas horas y que lleva años absorbiendo las industrias, y muy
especialmente la cultural y la tecnológica, que Barcelona desprecia.
Los banqueros y los empresarios parasitarios del sector
energético e inmobiliario siguen ahí, pero el modelo alternativo, la miseria
económica, educativa y cultural implantada por el PSOE en Andalucía, anda en
proceso de bolivarización y nadie con dos dedos de frente es capaz de tomárselo
en serio.
Yo pasé esa tarde, la del 25 de noviembre de 2012, en casa
de unos amigos independentistas y rodeado de votantes de ERC, ICV-EUiA y la CUP. Me
sorprendió la alegría de los presentes por la
caída de CiU y la subida de todos
los partidos catalanes de la izquierda regresiva. Yo jamás creí que
el objetivo de CiU fuera la independencia real, pero en cualquier caso tenía
claro que esa hipotética independencia nunca tendría lugar sin la complicidad
de la burguesía barcelonesa. No
contaba con las masas de charnegos a los que el PSC había adoctrinado en el
nacionalismo y
que ahora, completada su alienación, prefieren votar a ERC, Podemos o la CUP
que al partido de sus padres.
El resto ya lo conocen. En el Parlament catalán
puede verse hoy a los herederos ideológicos de Francesc Cambó, Enric Prat de la Riba o Lluís Domènech i
Muntaner a
las órdenes de un hatajo de imberbes mal vestidos y peor peinados cuya
intervención más recordada en sede parlamentaria consistió en olerse el alerón
con mueca de asco. Si sus mayores
estuvieran vivos y vieran al partido de la burguesía catalana obedeciendo las
órdenes de un puñado de adolescentes con menos días cotizados que Borja Thyssen
[o que la ministra de
treball Fátima Báñez], los
corrían a gorrazos.
Visto lo visto sólo veo una salida inteligente y es un pacto Ribbentrop-Molotov a la
catalana que, previo tributo
de la cabeza de Puigdemont, aproveche lo que quede de aprovechable en el PDeCAT
y restituya el orden natural en la comunidad: los comerciantes y los empresarios en el
Parlament y sus hijos rebotando por las esquinas durante las fiestas de Gràcia.
Hablo de cenas secretas en la mansión de algún empresario
multimillonario, Florentino Pérez por ejemplo, entre Rajoy, Rivera y quien sea que quede con cerebro en el PSOE y el PDeCAT.
Pero para que eso ocurriera, Rajoy debería ser un
animal político. Y no parece que le lleguen los galones a tanto. Su
inoperancia nos llevará a un nuevo Front
d’Esquerres, la versión catalana del Frente
Popular, cien años después. En
1936 lo lideró ERC. Ahora
también lo hará.
Cristian Campos
Joan A. Forès
Reflexions
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada