Benvolguts,
Aprofito un primer estímul en les notícies que a Xile aquests dies estan sortint veus que afirmen que Pablo Neruda no va morir de mort natural sinó assassinat pel nou règim sortit de l’Alzamiento de Pinotxet, que va eliminar a sang i foc el govern d’Unitat Popular de Xile i va assassinar Salvador Allende l’11 de setembre de 1973
Aprofito un segon estímul en la notícia que darrerament la Academia de la Historia ha editat un Diccionario Biográfico Español en el que hi ha perles com aquesta:
“Tras la polémica generada por la voz «Franco» del Diccionario Biográfico Español, en la que su redactor, Luis Suárez, obvió la palabra «dictador» al referirse a él y lo tildaba de «autoritario pero no totalitario», ahora la Junta de Gobierno de la institución, ante el amplio rechazo social e intelectual de ese y otros «errores» de la colección de tomos presentada la semana pasada, ha anunciado que se creará una Comisión que revisara un «subconjunto de entradas que necesiten, a la vista del debate, una revisión historiográfica y editorial, susceptible de ser incorporada de manera rápida a la edición digital y a ulteriores ediciones en papel».”
Un tercer estímul me’l dóna el magnífic acudit gràfic del Ferreres al periódico d’avui:
Davant d’aquestes notícies he rellegit el meravellós llibre de poemes de Pablo Neruda de nom Tercera Residencia. La meva edició és del 1976. He buscat concretament el conjunt España en el corazón i concretament el poema El general Franco en los Infiernos.
Aleshores he buscat per internet i he trobat el llibre. De fet hi ha tres poemes seguits i molt crus de títols Sanjurjo en los infiernos, Mola en los infiernos i El general Franco en los infiernos.
Us reprodueixo aquest darrer. Volia copiar l’editat per la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes però l'he copiat d'una altra adreça ja que crec que s’ha d’esmentar una “curiositat”: En totes les edicions escrites i virtuals hi ha els tres poemes esmentats amb aquests títols i en aquest ordre. Però concretament en l’edició virtual de la Miguel de Cervantes el títol El general Franco en los infiernos no hi és! Curiositat? Tanmateix en el seu lloc hi ha un poema de títol Los gremios en el frente. Busques dins del poema i els mots gremios i frente no hi són. Però en canvi aquest títol té com a text el del poema El general Franco en los infiernos!!! Ja veieu en què consisteix la trampa del Miguel de Cervantes: tal com va proposar el 1624 el Conde Duque de Olivares es tracta de que se consiga el efecto sin que se note el cuidado. S’amaga el títol i es deixa el poema. Tothom que busqui el títol a l’índex com jo he fet, no el troba. I com que el poema (sense el títol) no esmenta Franco, si amb el Google busques Franco no trobaràs aquest poema.
La digitalització, i per tant la trampa, ha estat feta per la Universidad de Alicante...
Encara més, i per a més inri, en el poema anterior es transparenta el nom del següent El general Franco en los infiernos! Però els títols de cada poema no hi són.
Ja veieu que el franquisme continua funcionant a tota pastilla (són més franquistes que jo, diu Franco en l’acudit) i la tergiversació de la història, també: El tal Luís Suárez oblida l'adjectiu dictador referit a Franco en un llibre que deu haver costat molts diners, que s'ha pagat amb els nostres impostos i que deu estar farcit d'oblits(?) com aquest, i la Universidad de Alicante, amb la connivència del Instituto Miguel de Cervantes amaga descaradament el nom de Franco del poema El general Franco en los infiernos!
EL GENERAL FRANCO EN LOS INFIERNOS
Desventurado, ni el fuego ni el vinagre caliente
en un nido de brujas volcánicas ni el hielo devorante,
ni la tortuga pútrida que ladrando y llorando con voz
de mujer muerta te escarbe la barriga
buscando una sortija nupcial y un juguete de niño degollado,
serán para ti nada sino una puerta oscura,
arrasada.
En efecto.
De infierno a infierno, qué hay? En aullido de tus
legiones, en la santa leche
de las madres de España, en la leche y los senos pisoteados
por los caminos, hay una aldea más,
una puerta rota.
Aquí estás. Triste párpado, estiércol
de siniestras gallinas de sepulcro, pesado esputo, cifra
de traición que la sangre no borra. Quién, quién eres,
oh miserable hoja de sal, oh perro de la tierra,
oh mal nacida palidez de sombra.
Retrocede la llama sin ceniza,
la sed salina del infierno, los círculos
del dolor palidecen.
Maldito, que sólo lo humano
te persiga, que dentro del absoluto fuego de las cosas,
no te consumas, que no te pierdas
en la escala del tiempo, y que no taladre el vidrio
ardiendo
ni la feroz espuma.
Solo, solo, para las lágrimas
todas reunidas, para una eternidad de manos muertas
y ojos podridos, solo en una cueva
de tu infierno, comiendo silenciosa pus y sangre
por una eternidad maldita y sola.
No mereces dormir
aunque sea clavados de alfileres los ojos: debes estar
despierto, general, despierto eternamente
entre la podredumbre de las recién paridas,
ametralladas en otoño. Todas, todos los tristes niños
descuartizados,
tiesos, están colgados, esperando en tu infierno
ese día de fiesta fría: tu llegada.
Niños negros por la explosión,
trozos rojos de seso, corredores
de dulces intestinos, te esperan todos, todos, en la
misma actitud
de atravesar la calle, de patear la pelota,
de tragar una fruta, de sonreír o nacer.
Sonreír. Hay sonrisas
ya demolidas por la sangre
que esperan con dispersos dientes exterminados,
y máscaras de confusa materia, rostros huecos
de pólvora perpetua, y los fantasmas
sin nombre, los oscuros
escondidos, los que nunca salieron
de su cama de escombros. Todos te esperan
para pasar la noche. Llenan los corredores
como algas corrompidas.
Son nuestros, fueron nuestra carne,
nuestra salud, nuestra paz de herrerías,
nuestro océano
de aire y pulmones. A través de ellos
las secas tierras florecían. Ahora, más allá de la tierra,
hechos substancia
destruida, materia asesinada, harina muerta,
te esperan en tu infierno.
Como el agudo espanto o el dolor se consumen,
ni espanto ni dolor te aguardan. Solo y maldito seas,
solo y despierto seas entre todos los muertos,
y que la sangre caiga en ti como la lluvia,
y que un agonizante río de ojos cortados
te resbale y recorra mirándote sin término.
Desventurado, ni el fuego ni el vinagre caliente
en un nido de brujas volcánicas ni el hielo devorante,
ni la tortuga pútrida que ladrando y llorando con voz
de mujer muerta te escarbe la barriga
buscando una sortija nupcial y un juguete de niño degollado,
serán para ti nada sino una puerta oscura,
arrasada.
En efecto.
De infierno a infierno, qué hay? En aullido de tus
legiones, en la santa leche
de las madres de España, en la leche y los senos pisoteados
por los caminos, hay una aldea más,
una puerta rota.
Aquí estás. Triste párpado, estiércol
de siniestras gallinas de sepulcro, pesado esputo, cifra
de traición que la sangre no borra. Quién, quién eres,
oh miserable hoja de sal, oh perro de la tierra,
oh mal nacida palidez de sombra.
Retrocede la llama sin ceniza,
la sed salina del infierno, los círculos
del dolor palidecen.
Maldito, que sólo lo humano
te persiga, que dentro del absoluto fuego de las cosas,
no te consumas, que no te pierdas
en la escala del tiempo, y que no taladre el vidrio
ardiendo
ni la feroz espuma.
Solo, solo, para las lágrimas
todas reunidas, para una eternidad de manos muertas
y ojos podridos, solo en una cueva
de tu infierno, comiendo silenciosa pus y sangre
por una eternidad maldita y sola.
No mereces dormir
aunque sea clavados de alfileres los ojos: debes estar
despierto, general, despierto eternamente
entre la podredumbre de las recién paridas,
ametralladas en otoño. Todas, todos los tristes niños
descuartizados,
tiesos, están colgados, esperando en tu infierno
ese día de fiesta fría: tu llegada.
Niños negros por la explosión,
trozos rojos de seso, corredores
de dulces intestinos, te esperan todos, todos, en la
misma actitud
de atravesar la calle, de patear la pelota,
de tragar una fruta, de sonreír o nacer.
Sonreír. Hay sonrisas
ya demolidas por la sangre
que esperan con dispersos dientes exterminados,
y máscaras de confusa materia, rostros huecos
de pólvora perpetua, y los fantasmas
sin nombre, los oscuros
escondidos, los que nunca salieron
de su cama de escombros. Todos te esperan
para pasar la noche. Llenan los corredores
como algas corrompidas.
Son nuestros, fueron nuestra carne,
nuestra salud, nuestra paz de herrerías,
nuestro océano
de aire y pulmones. A través de ellos
las secas tierras florecían. Ahora, más allá de la tierra,
hechos substancia
destruida, materia asesinada, harina muerta,
te esperan en tu infierno.
Como el agudo espanto o el dolor se consumen,
ni espanto ni dolor te aguardan. Solo y maldito seas,
solo y despierto seas entre todos los muertos,
y que la sangre caiga en ti como la lluvia,
y que un agonizante río de ojos cortados
te resbale y recorra mirándote sin término.
Joan A. Forès
Reflexions
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