Un altre immillorable article de Ramón Cotarelo, de títol La nación
incierta publicat en el seu Blog http://www.cotarelo.blogspot.com.es/
comentant el llibre de Carlos Taibo “Sobre el nacionalismo español”.
Podeu informar-vos sobre Carlos
Taibo en aquests enllaços:
Tant Cotarelo
com Taibo demostren ser diferents
del 100% dels
intel·lectuals espanyols. Són capaços de parlar del nacionalisme
espanyol i analitzar-ne les mentides. Llegiu l’entrevista de fa 3 o
4 dies de Josep Casulleras Nualart a
Ramón Cotarelo:
Llegiu ara l’article de fa dos o tres dies de
títol La nación incierta:
lunes, 20 de octubre de 2014
La nación incierta.http://www.cotarelo.blogspot.com.es/2014/10/la-nacion-incierta.html
Uno de los rasgos más
característicos del nacionalismo español es la vehemencia con que lo niegan
quienes lo practican. Escucha uno hablar a los políticos castellanos,
andaluces, murcianos, extremeños y sale convencido de que en España no hay
nacionalistas. Los
nacionalistas son los catalanes, vascos y gallegos. El resto de los
españoles está libre de esta terrible tara, de forma que debe de ser el único
pueblo del mundo exento de ella. Tanto es así que Taibo comienza
su libro con una pregunta, "¿existe el nacionalismo español?" a la
que dará respuesta dejando patente que, en efecto, existe como una concepción hegemónica
dominante, excluyente, monopólica. Es, pues, una obra dedicada a desvelar una de las supercherías
más características, esto es, la de que en España no hay nacionalismo y que los
nacionalismos que en ella se dan son los "periféricos".
Coincido con el autor en este punto y no es el
único en el que coincido. Practicamente lo hago con el conjunto de la obra, de
forma que casi podría ahorrarme la reseña porque bastaría con decir que no
tengo gran cosa que añadir a lo que en ella se expone. No obstante, como
hasta en las coincidencias hay matices, no será ocioso comentar los rasgos más
interesantes de este breve trabajo que, según explica el propio Taibo, es
una ampliación y profundización del prólogo que escribió en su día para un
libro colectivo sobre este apasionante tema del nacionalismo español hace unos
años.
Una vez refutada la idea
de que España sea la única tierra del mundo libre de nacionalismo y asentada la
de que es cuna de una de sus formas más agresivas, obstinadas y autoritarias,
Taibo hace un recorrido por sus manifestaciones y rasgos.
Distingue así un nacionalismo español esencialista y otro "pragmático", esto
es, el que se postula por mor de la estabilidad política del país. No
coincidente con esta división, pero muy relacionada con ella, se da la
distinción entre nacionalistas ultramontanos y liberales, algo que la
historiografía española señala con frecuencia. Es mérito del autor, que este
crítico aplaude, señalar que, en realidad, ambos nacionalismos coinciden en su
idea de la nación española como "invención de la tradición" (p. 39). Y
me atreveré a decir que se queda corto. El nacionalismo español por antonomasia, el que siempre
triunfa, se impone, coarta las posibilidades de expansión social de España es
el más brutal y retrógrado, el nacionalcatolicismo, y el de estirpe liberal no
pasa de ser otra invención de una historiografía llena de buenos deseos,
porque, siempre que hay un problema, el sedicente nacionalismo liberal hace
causa común con el nacionalcatolicismo, se funde con él, como sucede hoy día
cuando, ante el llamado "órdago" catalán, Pedro Sánchez afirma estar
con el gobierno de la derecha sin
fisuras.
Una de las funciones de ese timorato y claudicante
nacionalismo liberal es elaborar la doctrina puramente ideológica de que el
desarrollo de España no tiene nada de excepcional y que, al contrario, es
normal y homologable con el de las naciones del entorno. Atinadamente, Taibo
pone en solfa esta cuestión (p. 46) y por parte de este crítico solo cabe
señalar que se
trata de un discurso legitimatorio de una realidad nacional como la española
que solo ha podido mantenerse a lo largo de la historia mediante el empleo de
la fuerza.
En la perspectiva actual, Taibo analiza el hecho
de que la Constitución vigente española sea, en realidad, el principal baluarte de la concepción más
obtusa y cerrada del pais como una única nación y la negación de todas las
demás. El alambicado artículo 2, en conexión con el 8, que confía la
integridad territorial de España al ejército, es muestra de una retórica
redundante que prueba cómo el núcleo mismo del orden constitucional es la obsesión con
el peligro de la fragmentación de España. Esto es suficientemente
conocido. Menos lo es el tema que aborda el autor a continuación, el de la consulta
en Cataluña que los nacionalistas españoles -esos que no son nacionalistas-
rechazan al entender que no es aceptable se reduzca solo a Cataluña, ya que son
todos los españoles quienes tienen derecho a votar en un asunto que a todos
afecta. Aparte de señalar el absurdo de que quienes sostienen este
punto de vista no saben cómo explicarse los casos de Escocia y Quebec, Taibo hace ver que
esta posición, en realidad, es un cerrojazo a la posibilidad del ejercicio del
derecho de autodeterminación de los catalanes, que el sistema político español
niega de raíz (pp. 79). Negación de ese derecho es también la
propuesta sucedánea socialista de reformar la Constitución en un sentido
federal. Por mi parte he sostenido siempre igual punto de vista. Afirmar que no
puede haber una consulta catalana sino que han de participar todos los
españoles es una prueba de mala fe evidente ya que se presume que los españoles
negarán la autodeterminación catalana por abrumadora mayoría. Dado que los
catalanes son una minoría estructural en España, que jamás llegarán a ser
mayoría, obligarlos a aceptar la decisión de la mayoría es llamar democracia a
lo que no es otra cosa que la tiranía de la mayoría.
Analiza luego Taibo cinco argumentos que el
nacionalismo español ha esgrimido en contra del catalán: 1º) si Cataluña es o
no una comunidad política propia, que es obvio; 2º) si fue independiente en el pasado, que es
irrelevante; 3º) si la autodeterminación tiene un tope en cuanto a
las unidades territoriales que la ejerzan, que es razonablemente
claro; 4ª) de quién sea la soberanía, ya tratado; 5º) si el
independentismo catalán es algo más que la insolidaridad de los ricos, que
quieren quitarse de encima los deberes para con los pobres (p. 81). Todos los
argumentos, y algunos otros, como los rasgos del derecho de autodeterminación,
su titularidad, la temporalidad de su ejercicio, etc, han sido ya debatidos y
ninguno tiene especial consistencia. Por cierto, respecto al de que, siendo una nación
rica, Cataluña quiere la independencia por razones insolidarias, cabe
replantear la cuestión en otros términos. El problema no está en que
haya zonas ricas en una entidad política; el problema reside en porqué las
hay pobres. Sobre eso es sobre lo que hay reflexionar.
Dos capítulos más de la obra merecen reseña
especial por lo atinado de su punto de vista: el del trasfondo económico del nacionalismo
español frente a Cataluña y el muy interesante de la cuestión lingüística
que, más o menos, sigue como en los tiempos de Nebrija: a una única nación en España corresponde
una única lengua.
En resumen: no solo hay
nacionalismo español sino que es tan agresivo, autoritario y excluyente como
siempre y, en gran parte, impulsor del soberanismo catalán.
Publicado por Ramón
Cotarelo en 12:18 a. m.
Joan
A. Forès
Reflexions
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