Darrerament hem comentat alguns articles del
clarivident Suso de Toro des de
Galíza. Avui que és l’endemà del 9N, publica un magnífic
article a el diario. Sobre la
jornada del 9N.
Fuera de la legalidad pero dentro
de la realidad
El Gobierno se ha desautorizado a sí mismo, ha
prohibido algo y no ha obligado a su cumplimiento
España ha hecho el ridículo a ojos del mundo y el
Gobierno a ojos de la ciudadanía
09/11/2014 - 20:09h
Lo que
ocurrió el domingo, día 9 de noviembre de 2014, es la cristalización de Catalunya como una nación.
Sin estado aún, pero la nación que la mayoría creía ser acaban de
levantarla voluntario a voluntaria y ciudadano a ciudadana. A través de los
medios de comunicación que nos lo han permitido pudimos comprobar que son
capaces de actuar como un estado independiente, un estado al margen del estado
español y además, por cierto, desafiándolo.
Lo que queda por delante es una nueva situación, ya no se trata de
negociar un estatuto que les reconozca carácter nacional e
instrumentos para progresar, eso era antes y ya queda muy atrás, sino de una
negociación de tú a tú entre un estado y algo muy parecido a un estado. De un lado el
estado español con todos sus poderes e instrumentos y del otro una ciudadanía
muy organizada y militante que prácticamente arrastra o lleva en el aire a sus
gobernantes.
Hoy por la mañana un amigo me llamó desde Vic
contándome entusiasmado el ambiente, la normalidad con que transcurría la
votación. También yo quería ver aquello, así que busqué en el televisor la
televisión catalana, la TV3, pero no la encontré. Esa mera imposibilidad de
poder ver la televisión catalana en otro lugar del estado debería servir para
comprender los grandes errores de la democracia española. Pero encontré La
Sexta, que ofrecía una programación especial, y me quedé, pude ver esas
imágenes de personas haciendo fila para poder votar.
Una imagen que me parece
ejemplar, ciudadanos haciendo cola ante los puntos de votación, pero una imagen
que es terrorífica para muchos políticos españoles. Aquellas
personas guardando fila voluntariamente para votar eran terribles enemigos políticos. A quien realmente
temen esos dirigentes políticos y sociales no es a Mas o a Junqueras sino a esa
gente que madrugó para votar temprano "por si venía la policía a cerrar el
colegio". "El problema catalán" es la ciudadanía
catalana, no unos dirigentes políticos a los que se puede denigrar o con los
que se puede llegar a algún acuerdo sin más, esa gente está ahí vigilante y
salen a la calle o acuden a votar una vez y otra. Son peligrosos ciudadanos.
Esas imágenes en el televisor de votación
dominical eran las de cualquier cita electoral, con la diferencia de que
aparecían personas muy conscientes de que desafiaban al Gobierno y al Estado
mismo con sus recursos. Esas personas de aspecto común y pacífico sabían que podían
estar cometiendo delito, de hecho habían sido advertidas por la vicepresidenta
del Gobierno, quien al tiempo que las avisaba las eximía de responsabilidad
pues afirmó que estaban siendo presionadas por el presidente de la Generalitat.
Las imágenes que se pudieron ver no eran las de
personas que abriesen los colegios electorales o aguardasen su turno para votar
porque se sentían presionadas, la vicepresidenta o ignoraba aquello de lo que
hablaba o mentía. Si no acudían coaccionadas y sabían que podían estar
cometiendo delito sin duda eran gente muy convencida, cualquier país envidiaría
una ciudadanía así. Esa determinación nace de una fuerza contraria muy
poderosa: toda la política seguida por el PP y el Estado en relación con
Catalunya desde el fallo del Tribunal Constitucional hace cuatro años hasta la
última descalificación o amenaza hoy.
En teoría acudieron a votar acerca de la forma en
que quieren que exista su país pero sabían que ese día lo que realmente estaban haciendo era
defender su derecho a la libertad de expresión. Y lo hacían, es
cierto contra el
Gobierno que pensó que podía impedírselo pero no lo consiguió.
El Gobierno se movió en la ambivalencia, todos los pasos que
dio Rajoy lo conducían a prohibir la celebración de esa votación y los
partidarios de su política le exigían que utilizase la fuerza para ello, pero
alguien en su entorno finalmente comprendió que en estos tiempos en que hay
tantos medios de comunicación y existe Internet no podrían ocultar la imagen de unos guardias
armados llevándose urnas y cargando contra votantes. A pesar de que
hasta ese momento actuaron para que eso pudiese ocurrir, al final se
detuvieron.
Un periódico madrileño tituló ayer "Rajoy está
dispuesto a tolerar el 9-N como libertad de expresión", es
triste que nos digan a estas alturas que nos toleran la libertad de expresión.
Así están las cosas. Pero no le sienta bien al presidente del Gobierno la
tolerancia tampoco y ayer apareció en un mitin congestionado y gritando,
pretendía salir de una situación muy difícil: quienes lo pusieron ahí ahora
calibran que es un gran estorbo. Entre la espada y la pared solo puede tener
reacciones desesperadas y contradictorias, cuando gritó que a Mas le faltaba "cordura"
continuaba con el lenguaje que ha llevado las cosas hasta aquí, pero a
continuación no tuvo más remedio que prometer que al día siguiente de la
votación dialogaría. En un mismo día la vicepresidenta asustaba y amenazaba a los
participantes en el proceso electoral pero el presidente, por su
parte, reconocía que se produciría la votación y que luego dialogaría.
Sin embargo, no cesaron las maniobras para impedir
que se diese esa imagen de personas guardando fila para votar y el Fiscal General
del Estado, naturalmente designado por el Gobierno, ordena a los
"mossos" que identifiquen a los responsables del uso de locales
públicos para la votación. Eso ha quedado resuelto cuando el presidente de la
Generalitat reconoció públicamente que el responsable era él. El
Gobierno se ha desautorizado a sí mismo, ha prohibido algo y no ha obligado a
su cumplimiento, España ha hecho el ridículo a ojos del mundo y el Gobierno a ojos de la
ciudadanía. Efectivamente se han cometido faltas y probables
delitos, la prohibición anterior condujo a que esa demostración de militancia
cívica esté al margen de la ley, si Mas es el responsable debe de ser
procesado.
A esa situación tan
absurda, a procesar al interlocutor con quien se tiene que dialogar y negociar,
ha conducido la brillante estrategia del PP de Rajoy y Arriola, han enfrentado
a España y Catalunya de un modo que no tiene vuelta atrás. Utilizar el
españolismo de estado como arma enfrentándolo al catalanismo ha conducido a
esto.
Y en la Corte nadie dirá públicamente y con
sinceridad, “nos hemos equivocado profundamente”.
Y nadie
pedirá disculpas a los catalanes por el modo tan irresponsable y frívolo con
que han sido tratadas sus reclamaciones. Nadie.
Joan
A. Forès
Reflexions
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