Un bon article d’opinió que ens referma en les
nostres creences. Parla de democràcia participativa, no parla de partits polítics.
Però avisa que el 9N tindrà efectes
polítics i que compte Espanya amb la tàctica de l’estruç!
Un pacto catalán
Joan B. Culla i Clarà en El País
el 11 noviembre, 2014 en Derechos, Libertades, Nacionalismo, Política, Socialismo, Sociedad, Sociología
COLUMNA
Negar que la
convocatoria tenga efectos políticos es la táctica del avestruz
Si fuese cierta la vieja tesis —consagrada por el
gran historiador Jaume Vicens Vives en su ensayo Notícia de Catalunya (1954)— según la cual el
pactismo es consustancial al carácter catalán, podríamos afirmar que, ayer, una
buena parte de la sociedad catalana pactó consigo misma.
En la imposibilidad de hacerlo con un Gobierno
español encastillado en el no, nunca, de ninguna manera, el amplio sector de
esa sociedad que lleva varios años movilizado en demanda de un estatus político
distinto dentro de Europa se conjuró para ignorar las intimidaciones de
ministros, jueces y fiscales; para autoorganizarse a través de decenas de miles de
voluntarios; y para acudir de manera masiva, ordenada, paciente y cívica a
expresar sus anhelos de futuro en algo semejante a colegios electorales, por
medio de papeletas introducidas en una especie de urnas.
Más aún, el pacto tácito se extendió al nutrido
segmento de catalanes que resolvieron no participar de la movilización de ayer:
cada uno a sus asuntos, respeto mutuo y ningún enfrentamiento, más allá de
incidentes marginales.
En suma,
una jornada casi helvética, cuando algunos la habrían querido serbio-kosovar.
Es bien legítimo, aunque
muy socorrido, subrayar todas las deficiencias jurídicas, procedimentales y
formales del 9-N, deficiencias hijas —no lo olvidemos— de las suspensiones
dictadas por el Constitucional. Ya son menos pertinentes los
calificativos de “pucherazo antidemocrático”, los renovados paralelismos
hitlerianos, las alusiones a “los españoles que tendrían que irse de Cataluña”…
Nadie entre las multitudes de toda edad y condición que ayer salieron de casa,
ilusionadas, con la papeleta en el bolsillo, pretende expulsar a ningún vecino,
menos aún a ningún pariente, hable la lengua que hable y tenga el apellido que
tenga. Ninguno entre los cientos y cientos de miles de ciudadanos movilizados
tenía nada en común con una camisa parda nazi, ni se sentía partícipe de un
fraude. Insultarles no ayuda precisamente a colmar el abismo abierto entre
Cataluña y España.
¿Inútil? ¿Carente de
efecto alguno? Claro está que la jornada del 9-N no los tendrá jurídicos; no
los hubiera tenido ni siquiera en su formato inicial, de consulta no
refrendaría con todas las garantías. Pero, en democracia, negar que una
convocatoria con las dimensiones de la de ayer tenga consecuencias políticas es
incurrir en la
táctica del avestruz. Es tanto como sostener que las protestas
sociales contra la restricción del derecho al aborto no tuvieron nada que ver
con la retirada del proyecto y de su artífice, Gallardón; o que las
movilizaciones contra la poll tax fueron ajenas a la caída de Margaret
Thatcher.
No, lo de
Cataluña no es un calentón. Y el diálogo no surgirá si Rajoy espera,
sentado, a un Mas de rodillas.
Joan B. Culla i Clarà es
historiador
Joan
A. Forès
Reflexions
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