Benvolguts,
Escrivint un apunt sobre la il·lusió (Pilar Rahola) i sobre els malhumorats (Jofre Llombart), he recordat que ja fa gairebé un
any vaig escriure sobre la il·lusió dels
catalans en un comentari sobre un article de la Pilar Rahola:
En aquest apunt la Rahola explica que un amic espanyol li va
fer aquesta confessió: "El problema de España es que no nos hace ilusión". Y añadía que esa era la gran baza de los catalanes: "Vosotros
tenéis un proyecto llamado Catalunya que os ilusiona, nosotros no sabemos cuál
es el proyecto de España, y lo que parece no hace ninguna gracia".
Com que en aquell apunt es comentava un article de Juan José Téllez de títol Esa España es una mierda, he tornat a llegir-lo
i com que tot és aprofitable us el comento. L’article del Juan José Téllez va aparèixer quan s’estava aprovant al Congreso de los Diputados la Ley de Protección de Seguridad Ciudadana
propiciada pel sinistre
ministre (cau en vers!) Fernández que
permetria que els grisos poguessin foragitar els indignats dels voltants del Congreso i que t’engarjolessin
si els miraves malament…
Us acompanyo l’article d’una semblança del propi Téllez i de
l’article de la Viquipèdia sobre ell.
Un del aforismes que usa, de Bismarck diu: “Lo increíble de España –como dijera Bismarck—es que con una
clase política tan inepta todavía exista el país”.
Jo hi puc afegir un aforisme de La Codorniz, d’un escriptor, crec d’en Chumy Chúmez, que diu España debe ser muy
rica puesto que habiendo tanta gente que roba, aún se tiene en pié!
O un aforisme de Napoleó: que nos definió como “una chusma de aldeanos
guiada por una chusma de curas”.
L’autor usa un llenguatge, al meu entendre, ric en mots,
gazmoños, pagafantas, esa España chufla y beata, excluyente y beoda, medieval,
caudilla y pejiguera...
Bé us demano que llegiu l’apunt Esa España es una mierda, que us faci profit, i com que no som
espanyols que us encomani la il·lusió i us
foragiti el malhumor:
Esa España
es una mierda
Juan José Téllez
01 dic 2013
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Antonio Canovas del Castillo, Antonio Machado, Arturo Pérez Reverte, Baltasar
Gracián, Blas de Otero, Joaquín Bartrina, Jorge Fernández, Luis Cernuda,
Mariano José de Larra, Victoria Beckam
Juan José Téllez
Creo cada
vez en menos ideas, pero en las pocas que me quedan creo mucho. Lo único cierto
es que nadie tiene toda la razón todo el tiempo. Aprendí periodismo en las
viñetas de "Lucky Luke", en aquel diario del Far West cuya imprenta
atacaban los forajidos y cuyo lema era: "Independiente siempre, imparcial nunca".
Dirijo la programación del Centro Andaluz de las Letras. De hecho, me dedico
también a la literatura pero, ¿el periodismo no lo es también?
Viquipèdia:
Juan José
Téllez Rubio es un escritor y periodista español nacido en Algeciras (España)
en 1958. Colaborador en distintos medios de comunicación (prensa, radio y
televisión). Fundador de varias revistas y colectivos contraculturales, ha
recibido distintos premios periodísticos y literarios. Fue director del diario
Europa Sur y en la actualidad ejerce como periodista independiente para varios
medios. En paralelo, prosigue su carrera literaria como poeta, narrador y
ensayista, al tiempo que ha firmado los libretos de varios espectáculos
musicales relacionados en mayor o menor medida con el flamenco y la música
étnica. También ha firmado guiones para numerosos documentales.
Treinta mil euros por ofender a España. Los
maderos y los picoletos decidirán, sin intermediación judicial alguna, imponer
tales sanciones a pancartas y otros soportes de la libertad de expresión. La ley Fernández,
como ya se llama a la nueva Ley de Protección de Seguridad Ciudadana, no sólo
fijará multas millonarias contra quien llame gazmoños a los antidisturbios o
pagafantas al Rey, sino que se cebará en quienes usen en vano el nombre de la
patria.
Esta nueva norma, que precederá sin duda a la
restauración de la Ley de Vagos y Maleantes, ¿pretende acabar con los insultos
al Estado en los derbys entre el Barça y el Madrid, o expulsar del territorio
nacional a Victoria Beckam si es que vuelve a decir que España huele a ajo?
Ya veo en los cuartelillos a Ana Belén, si es que
vuelve a los escenarios para cantar “A veces madre y casi siempre madrastra”, un insulto que
mucho antes había acuñado Blas de Otero, que en paz descanse: “Madre y
madrastra mía,/España miserable/y hermosa. Si repaso/con los ojos tu ayer,
salta la sangre/fratricida, el desdén/idiota ante la ciencia,/el progreso”.
Nuestros poetas, desde luego, se verían gravemente
afectados por las sanciones: “Ardiente y andrajosa”, le llamó Luis Cernuda a la España de
charanga y pandereta de don Antonio Machado, aquel mal español a los ojos de
Fernández, quien sentenciara aquello de: “En España, de diez cabezas, nueve
embisten y una piensa”.
La ley de la
mordaza, la de la patada en la boca, la
que alejará a la indignación de los alrededores de los parlamentos, la que
perseguirá al 15-M, a la prostitución y a las botellonas de una misma tacada, prohibirá hablar de
la España “odiada, porque envidiada”, de Baltasar Gracián, del “triste país” de
Mariana José de Larra, e incluso llevaría hasta el cuartelillo al bueno de
Antonio Canovas del Castillo, orgullo y prez del Partido Popular, en el caso de
que volviese a repetir aquello de “son españoles los que no pueden ser otra
cosa”.
El Gobierno español no sólo pretende recortarnos
el presente e impedir el futuro, sino retrotraernos al pasado, desde los salarios a las becas,
desde el sistema de salud a la Ley del Aborto. Incluso persigue arrebatarnos una de nuestras
principales señas de identidad que estriba precisamente en ofender a la madre patria que nos parió. Ya lo avisó Joaquín Bartrina: “Oyendo hablar a un hombre,/ fácil es acertar
donde vió la luz del sol;/ si os alaba a Inglaterra, será inglés;/ si os habla
mal de Prusia, es un francés/ y si habla mal de España es español”.
El coronel Amadeo Martínez Inglés está más que
acostumbrado a visitar los juzgados por insultos a la corona. Así que no le
extrañará que le embarguen la paga si vuelve a decir que “España es una cloaca de corruptos”. Que se tiente la ropa incluso Arturo Pérez Reverte,
quien acuñó una de las definiciones más lúcidas y evocadoras de esta nación: “Atormentada piel
de toro española, turbia y homicida, cuna de Caín”.
De aquí sólo se librarán los muertos y los
extranjeros. Como Simón Bolívar, quien destacó en su día que España es “una
nación que sólo ha sobresalido en fiereza, ambición, venganza y envidia”. O Napoleón, que nos definió como “una chusma de aldeanos guiada por una chusma
de curas”.
“Lo increíble de
España –como dijera Bismarck—es que con una clase política tan inepta todavía
exista el país”.
La clase política que ahora nos pastorea cree que
España es suya. Pero esa España que no sólo cierra fábricas sino televisiones
públicas y bocas libres, la de quienes quieren convertirnos a todos en
camareros y desprecia a los funcionarios y a los artistas; la que quisiera
censurar las películas pero se conforma con asfixiar al cine; la que arría el
nombre de los actores de sus teatros, se engorila contra los gibraltareños y
seduce a los turistas británicos; la que engorda a los bancos y adelgaza el Estado;
esa a la que no le gusta ni la ley de dependencia ni la independencia de los
jueces; la que
no cree en la autodeterminación de quienes nos gustaría decidir si somos o si
no somos lo que queramos ser; la que escolariza a los crucifijos y suspende a
la ciencia, esa España es una mierda.
Si yo hubiera escrito alguna ofensa española
pareja a la que acaba usted de leer, en caso de que el anteproyecto de esta nueva ley llegue a
buen puerto, tendría una lechera en
la puerta para cobrarme cinco millones de las antiguas pesetas. Pero esa España chufla y
beata, excluyente y beoda, medieval, caudilla y pejiguera probablemente ignore
que la libertad no tiene precio.
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