Benvolguts,
En Juliana, amb
molta traça enumera els fets polítics (tot és política) d’aquest mes d’octubre
i explica la cadena de casualitats que porten a la cadena de decisions que canvien la història a cada instant. Els autors de
ciència ficció en diuen la creació d’universos paral·lels a cada decisió que els deus
o els humans prenen...
La confessió de Jordi Pujol, la decisió del president Mas de mantenir el N9N
peti qui peti, la indecisió (que també és una decisió com la tercera via) del Plasmarajoy, el pla d’en Mas dels “18 meses artúricos: la aventura de refundar el
partido catalán dominante con fibras de Esquerra, pautas de Carles Viver i Pi
Sunyer y retóricas de Podemos”, la podridura intrínseca del PPSOE, que per començar ha portat a les
dimissions de Rubalcaba, Gallardón i Mato
i l’aparició de Podemos, fa que el Plasmarajoy
decideixi que “En circunstancias así
suele haber una remodelación ministerial. Un golpe de efecto para tomar impulso
e intentar escapar de la fuerza gravitatoria de Octubre.”
I ara vegem el delitós
article Octubre, octubre, d’en Juliana:
Octubre,
octubre
Enric Juliana en La Vanguardia
el 27 noviembre, 2014 en Derechos, Libertades,
Política, Sociedad, Sociología
El otoño de los escándalos
ha cambiado de manera irreversible el momento político español y ha estimulado
a los jueces
La cadena de escándalos de Octubre ha
agitado y cambiado la política española. Y ha acelerado la mutación de la política catalana,
que tiene la costumbre de ir por delante cada vez que cambia la dirección del
viento. En Octubre se ha certificado que no habrá partido con mayoría absoluta
en la próxima legislatura española. Octubre ha encendido las luces de alarma en Europa sobre la
posible transformación de España en un grave y crónico problema político. Octubre del 2014 aparecerá en los libros de historia.
Los tiempos están cambiando y en las elecciones municipales y regionales de
Mayo va a llover a cántaros.
Sin los hechos de Octubre, prologados por el 25 de
Julio de Jordi
Pujol, probablemente Artur Mas no habría
propuesto anteayer, con tanta contundencia, un segundo adelanto electoral bajo la bandera
de un soberanismo unitario, civil y regenerador. Sin la cadena de
escándalos de Octubre y su mella en el castigado orden español, quizá el 9 de
Noviembre habría discurrido de otro modo. Quizá se habría impuesto en Madrid, la idea de proceder a la
requisa e incautación de las urnas y papeletas que la Generalitat tenía
almacenadas en Lleida. Con la
gravedad de Octubre a cuestas, el presidente y la vicepresidenta no quisieron
dar ese paso, reclamado por alguno de los ministros séniors con vieja
experiencia gubernativa.
Sin Octubre quizá
no habría madurado tan deprisa la idea del ‘Partit del President‘, subyacente
en el plan de los 18 meses artúricos: la aventura de refundar el partido
catalán dominante con fibras de Esquerra, pautas de Carles Viver i Pi Sunyer y
retóricas de Podemos. Sin el tremendo Octubre, Mas, buen
alumno de la escuela laica francesa, no habría abrazado con tanto entusiasmo la
nueva religión de nuestro tiempo: la adoración de la ‘gente’, la idolatría de
la multitud digitalizada, las sandalias franciscanas, los domingos sin corbata
y el cilicio en las ingles de la política profesional. La expiación y el gran
proyecto. La saya y el diálogo con el Universo. El borrón y la cuenta nueva.
Las maniobras de palacio y la propaganda del nuevo país. Catalunya, siempre pionera en las artes
escénicas, se dispone a pintar ahora el retablo del franciscanismo unitario.
Toda la Península vive en Octubre. En Portugal,
tierra fraterna, lo están resolviendo de otra manera. La justicia republicana
pega fuerte y gente de mucho poder está yendo a la trena. La República se
afirma. Hay que añadir que el franciscanismo siempre ha tenido una fuerte
impronta en Portugal. San Antonio de Padua, el fraile que dio profundidad
intelectual a la orden, era de Lisboa.
En Madrid, Octubre ha sido políticamente
demoledor, pero Mariano Rajoy es más de Santiago que de Francisco. La pétrea quietud
del apóstol, esa figura de ojos grandes y mirada hierática que el presidente
abrazó en Agosto acompañado por la canciller alemana Angela Merkel, define un
estilo de gobierno. Una manera de
ser. En el tozudo quietismo de Rajoy late un tremendo deseo de afirmación. Una
vanidad oculta: ya
sé que no os acabo de gustar, pero yo soy así y los hechos me acabarán dando la
razón. Esta es la divisa
presidencial, ahora en serios apuros.
El trimestre comenzó con la dimisión de Alberto Ruiz-Gallardón y concluye con
la renuncia de Ana Mato, diezmada
por el ébola y triturada por el caso Gürtel,
horas antes del pleno del Congreso sobre las medidas anticorrupción. El juez Pablo Ruz es independiente y ahora lo
quiere exhibir. Octubre también ha influido en el estado de ánimo de la
judicatura. Los magistrados –incluidos los fiscales- quieren subrayar su
autonomía. Los jueces también quieren ser, como Francisco, amigos del pueblo. Han caído dos
ministros, se ha desplomado la simpatía por el PP en las encuestas, han
ascendido los partisanos de Podemos, un poco leninistas, un poco franciscanos;
Mas se ha sentido fuerte e imaginativo, el nuevo secretario del PSOE no ha
entrado en la red de los pactos bipartidistas (cambio del sistema de elección
de los alcaldes y leyes anticorrupción) y ha empezado a cundir en Europa la
sensación de que España lo tiene negro.
En circunstancias así suele haber una remodelación
ministerial. Un golpe de efecto para tomar impulso e intentar escapar de la
fuerza gravitatoria de Octubre.
Joan A. Forès
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