Benvolguts,
El president Quim
Torra fa una carta, a través del diari Público, que ja m’hauria agradat a mi de
fer, explicant al Pedro Sánchez quines diferències i quines semblances hi ha
entre el catalanisme (ara en tornem a dir independentisme) i el socialisme del
PSOE i com el catalanisme continua tan viu com al 1939 i el socialisme espanyol
ha passat a ser una rampoina, un drap brut (un harapo en diuen els
castellans)...
Les semblances i diferències d'abans de la guerra són notables, perquè la guerra a Espanya fou entre el franquisme i el socialisme/republicanisme i a Catalunya fou entre el franquisme invasor i la Catalunya defensada pels catalans republicans.
Pels espanyols la guerra fou una guerra entre dretes i esquerres i a Catalunya fou una guerra d'independència entre la Catalunya republicana i els invasors franquistes.
Vegem què deien al Congrés de Suresnes i què diuen ara:
Vegem què deien al Congrés de Suresnes i què diuen ara:
President de la Generalitat de Catalunya
25/05/2018
Ya
lo puede decir, señor Pedro Sánchez, que somos dueños de nuestro silencio. Un
silencio que, cuando viene de una formación como la suya, forjada en la lucha
contra la tiranía, sabe peor todavía.
En un escrito en su blog, usted hace referencia a unos
textos míos que no acaba de citar y que me temo que no ha leído. Si tuviera
tiempo de hacerlo —enteros, eso sí—, estoy seguro de que descubriría que
algunos de sus asesores le están haciendo una mala pasada y le podrían hacer
quedar mal.
En los últimos años que he dedicado a la
investigación histórica y periodística de un período bien apasionante y, a la
vez, dramático de nuestro pasado reciente, el descubrimiento y seguimiento de
las trazas de los militantes socialistas que enfilaban el camino del exilio por
la llegada del fascismo ha sido constante. Un camino que los socialistas
recorrieron conjuntamente con los partidos catalanistas aquel 1939, pronto hará
ochenta años.
Todos ellos eran luchadores por la libertad, la justicia y la república. El PSOE y los partidos catalanistas defendieron
conjuntamente la autodeterminación de los
pueblos como un derecho político
fundamental. Entonces, la solidaridad antifascista y republicana hermanó
políticos españoles con los catalanes. Ciertamente, el paso fronterizo de los
Pirineos no era tan sólo un accidente geográfico entonces ni lo ha sido nunca
más.
Cuarenta años de dictadura siguieron aquel
exilio de los republicanos españoles y los catalanes. Fue una dictadura feroz.
El PSOE, señor Sánchez, cerró ese periodo de lucha y supervivencia con una
convicción que fue aprobada en el congreso de Suresnes, en 1974, y ampliada o
sostenida hasta tres años después. Era la defensa clara y contundente del
derecho de autodeterminación de los pueblos de España. La gente de su partido
lo escribió así:
“La definitiva solución del
problema de las nacionalidades que integran el Estado español pasa
indefectiblemente por el Reconocimiento del derecho de autodeterminación de las
mismas, que conlleva la facultad de que cada nacionalidad pueda determinar
libremente las relaciones que va a mantener con el resto de pueblos que
integran el Estado español”.
Ya decía usted que todos somos dueños de
nuestro silencio y esclavos de nuestras palabras. Celebro que quiera recordar
este pasado de lucha colectiva contra el fascismo en Catalunya, en España y en
Europa. Y sólo le pido que lo recordemos entero. Que observemos juntos qué ha
provocado que todos esos principios democráticos —autodeterminación,
republicanismo, respeto por las culturas y las lenguas— se hayan disuelto con
el tiempo como un terrón de azúcar.
¿Qué pasó
aquellos años complicados y confusos de una transición con las cortinas oscuras
y poca luz? ¿Qué hizo que se dejara perder la oportunidad de enterrar las
visiones más reaccionarias de España y, por contra, se les diera aire para
continuar despiertas hasta hoy?
Juntos vivimos el exilio republicano por el franquismo y
juntos defendimos la autodeterminación de los pueblos. Ahora nos ha tocado
desfilar hacia el exilio y la cárcel, pero sin su compañía, señor Sánchez.
¿Dónde están hoy los republicanos españoles?
Nosotros
persistimos en este antiguo y bello compromiso por la libertad, la democracia
y, en definitiva, la república. Ustedes están ahora junto a quienes lo quieren
impedir todo de cualquier forma y sin ningún escrúpulo. Si me permite hablarle
sinceramente, les echamos de menos.
Señor Sánchez, los políticos que han tenido
que marcharse al exilio, como el president legítimo Carles Puigdemont, no se
han fugado de la justicia. Todo lo contrario, la han ido a encontrar en Europa.
Usted habla de una Catalunya cosmopolita y abierta al mundo. Es exactamente esa
Catalunya la que simbolizan mejor que nadie el president Puigdemont, los consejeros
Toni Comín y Lluís Puig, la secretaria general de ERC, Marta Rovira, la
ex-diputada de la CUP, Anna Gabriel, y las ex-consejeras Meritxell Serret y
Clara Ponsatí. Están en Bruselas, en Berlín, en Suiza y en Escocia, como
ciudadanos europeos, a disposición de la justicia de estos países. Y ahora se
les ha añadido un músico. Un cantante de rap que la justicia española quería
encarcelar por la letra de una canción.
¿Es que
no veis a qué extremo se ha llegado? ¿Hasta cuándo vais a callar?
Los exiliados se han ido precisamente por la
misma persecución política que mantiene en prisión al vicepresident Oriol
Junqueras, la presidenta Carme Forcadell, los consejeros Jordi Turull y Josep
Rull, los ex-consejeros Joaquim Forn, Dolors Bassa y Raül Romeva, y dos dirigentes
de entidades democráticas y pacíficas como Jordi Cuixart y Jordi Sánchez,
actualmente diputado del parlamento. Se lo recuerdo por si ha perdido la noción
de la magnitud de esa persecución política.
Todas estas personas estarían ahora en la calle si las juzgara el tribunal de cualquier país de Europa. El ejemplo lo tenemos en Bélgica, Alemania, Suiza y Reino Unido. Fíjese: están en libertad en todas partes menos en España. ¿Quién es el que está equivocado aquí?
Todas estas personas estarían ahora en la calle si las juzgara el tribunal de cualquier país de Europa. El ejemplo lo tenemos en Bélgica, Alemania, Suiza y Reino Unido. Fíjese: están en libertad en todas partes menos en España. ¿Quién es el que está equivocado aquí?
Dice usted que nombrar dos consejeros que viven en
libertad en la UE después de haberse sometido a los tribunales belgas y dos
consejeros presos en Estremera que tienen todos los derechos para ser nombrados
intactos, es una provocación y una degradación institucional. Le puedo asegurar que la presencia
de Turull, Rull, Comín y Puig en nuestro gobierno es un honor y un acto de
dignidad. Dice usted también que Catalunya
merece un gobierno capaz de devolver la “normalidad perdida”.
Déjeme
que le recuerde que la normalidad no la perdimos. Nos la destrozaron ustedes
utilizando el artículo 155 de una forma que no cabe dentro de la Constitución
que tanto dicen defender. La normalidad fue alterada el 1 de octubre cuando el
gobierno de España mandó a cientos de agentes a zurrar a los ciudadanos que sólo
querían poner un papel en una urna. Y luego suspendieron la normalidad con un
golpe a la democracia.
Insisto en que, a pesar de todo ello, estoy a
su disposición para hablar y dialogar. Son palabras que su partido ha defendido
históricamente y recientemente. Lo hizo precisamente para encontrar una
solución con aquellos que sí habían usado la violencia con fines políticos.
Quiero reconocer ahora aquí aquella valentía. Pero déjeme que esté sorprendido
si aquella apuesta por el diálogo por encima de todo —una apuesta tan necesaria
para la democracia— ahora no es posible con usted. Le invito a recuperar el
hilo de esta historia que ahora comentábamos y nos ayude a defender los
derechos civiles y políticos de todos los españoles y catalanes. No tenga ninguna duda, señor Sánchez, que en la lucha por
los derechos y libertades de todos los ciudadanos españoles y catalanes
estaremos a su lado.
Tengo la sensación, señor Sánchez, de que
usted quisiera que estuviéramos de acuerdo —o que le diera la razón— antes de
sentarse a hablar. Y es evidente que tenemos miradas muy diferentes sobre el
conflicto político que viven nuestros pueblos. El diálogo es imprescindible
desde el respeto. No debemos tener miedo a hablar. Decía Nelson Mandela -que de
eso sabía más que nadie- que
“liberarse
no es sólo romper las cadenas de uno mismo, sino vivir de una manera que
respete y favorezca la libertad de los demás”. ¿Empezamos?
Joan A. Forès
Reflexions
Annex:
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