Benvolguts,
El periodisme d’investigació del diari Público,
continua trobant joies jurídiques que demostren un cop més que la Corona d’Aragó
i la Corona de Castella no eren la mateixa cosa, per tant els Reis Catòlics
no van ser mai reis d’Espanya, sinó de tots els regnes que incorporaven
els seus territoris. El Conde Duque de Olivares ja ho explicava (però 150
anys més tard!):
L’inventor del terme “Espanya” com a entitat que engloba
diversos territoris, però sotmesos a Castella i destinats a
ser totalment assimilats a Castella, amb l’eliminació de qualsevol
diferència (especialment la llengua), és sens dubte el Conde
Duque de Olivares.
L’any 1624 Don Gaspar de Guzmán y
Pimentel y de Fonseca, Conde Duque de Olivares i “valido” o sigui
primer ministre del rei Felipe IV, li presenta el seu programa de
govern, amb el títol de “Gran Memorial”, on entre altres coses s’hi
diu:
“Tenga Vuestra Majestad por el negocio más importante de
su monarquia el hacerse Rey de España; quiero decir, Señor, que no se
contente V.M. con ser Rey de Portugal, de Aragón, de Valencia, Conde de
Barcelona, sino que trabaje y piense con consejo maduro y
secreto, por reducir estos Reinos de que se compone España, al estilo y
leyes de Castilla sin ninguna diferencia...”.
Vegem ara l’apunt d’Eduardo
Bayona:
No, los Reyes Católicos no fundaron España
El Supremo certifica la plurinacionalidad
del país al dictaminar que Felipe II actuaba como
rey de Castilla y de la Corona de Aragón por separado, algo que siguió
ocurriendo con la llegada de los borbones.
Cuadro 'La rendición de Granada', del pintor
Francisco Pradilla y Ortiz, finalizado en 1882, que representa el momento en
que Boabdil entrega las llaves de la ciudad a los Reyes Católicos
ZARAGOZA
Actualizado: 11/12/2017
Eduardo
Bayona
No,
los Reyes Católicos no fundaron el Estado español, aunque se trate de uno de
los fakes históricos más arraigados
en el imaginario de una parte de los ciudadanos del actual país.
Acaba de desmentirlo, de
nuevo, el Tribunal Supremo, que de esa manera certifica por pasiva la
plurinacionalidad de lo que hoy es España, al dictaminar que Felipe II
actuaba como rey de Castilla y de la Corona de Aragón por separado, algo que
siguió ocurriendo después con la llegada de los Borbones.
El tribunal ha hecho ese pronunciamiento al resolver el pleito que desde
hace unos años mantienen los descendientes del marqués de Oyra, un
título nobiliario establecido por el propio Felipe II en Sicilia,
una isla del Mediterráneo que se integró en la Corona de Aragón
poco después de que Pedro III fuera coronado en Palermo en
1282 y tras separarse de Nápoles.
La
obviedad de que había más de un reino
Felipe II nombró el 31
de octubre de 1569 marqués de Orya a Melchor de Herrera y Rivera,
tesorero del Consejo General de Castilla y señor de la ciudad siciliana
del mismo nombre. Se trataba de un “título
perteneciente al Reino de Sicilia, que en aquella época pertenecía a la Corona
de Aragón”, señalan la Audiencia de
Madrid y el Supremo, tribunales que consideran “irrelevante” que la real cédula de
concesión “no expresara literalmente que
otorgaba la merced como rey de Corona de Aragón, por resultar un hecho obvio
que lo era”.
“A los títulos nobiliarios concedidos por la Corona de Aragón no les es
de aplicación la legislación castellana”
Es decir, que ambos
tribunales aclaran que más de medio siglo después de la muerte de Fernando de
Aragón en 1516 y de Isabel de Castilla en 1504 las dos coronas seguían siendo independientes y autónomas, por mucho que, como consecuencia de las alianzas dinásticas,
ambas hubieran terminado en una misma cabeza.
La sentencia del Supremo anota que esa circunstancia lleva a que
ese título nobiliario esté supeditado a “la
aplicación del régimen jurídico propio de los títulos aragoneses”.
Y, de hecho, ordena aplicar en pleno siglo XXI un precepto de la Compilación
de los Fueros de Huesca, promulgados por Jaime I El Conquistador en 1247,
para decidir quién tiene derecho a titularse marqués de Orya.
“A los títulos
nobiliarios concedidos por la Corona de Aragón no les es de aplicación la
legislación castellana”,
resuelve, aunque en este caso el marquesado hubiera desaparecido a
finales del siglo XVI, con los Austrias, y fuera recuperado en 1984,
con la Constitución ya aprobada.
Llama
la atención que ni siquiera el franquismo, tan contrario en sus hechos
como en su propaganda a cualquier fenómeno que pudiera tener la mínima traza de
plurinacionalidad, llegara a cuestionar una
realidad de este tipo: las resoluciones del pleito hacen referencia a un
“dictamen emitido por el Consejo de Estado de fecha 13 de octubre de 1951” en
el que “queda reflejado [del título] su origen y pertenencia”.
Una
monarquía con más de quince reinos
Esta no es la primera
vez que el Supremo ratifica la existencia de más de un reino (es decir, Estado) en la península
ibérica con posterioridad a los reyes católicos y sin incluir a Portugal.
De hecho, en un pleito similar al del marquesado de Orya dirimido
en 2015, el referente a la baronía turolense de Pobedilla, el tribunal dejó claro que el reino de Castilla y la Corona de Aragón seguían
siendo entidades autónomas incluso tras la llegada de los Borbones con la
victoria de Felipe V en la Guerra de Sucesión y la publicación, entre
1707 y 1716, de los decretos de Nueva Planta con los que desmanteló las
instituciones propias de los territorios que integraban el segundo de esos
sujetos políticos. Esa baronía,
creada en 1728, era “un título
del reino de Aragón”.
La
firma del Duque de
Anjou nunca incluyó la palabra “España”, que tampoco figuró nunca en las rúbricas de los reyes
de la casa de Austria ni tampoco en las de
los Reyes Católicos. Aquél se titulaba monarca de 24 reinos,
entre los que se encontraban Castilla y Aragón y otros que se habían ido
incorporando a esas dos coronas con mayores o menores dosis de autonomía, caso
de León, Navarra, Granada, Toledo, Valencia, Galicia, Mallorca, Menorca,
Sevilla, Córdoba, Murcia, Jaén, Canarias, Algeciras y, también, los
territorios de Córcega, Cerdeña y las Dos Sicilias, formado por la isla y
por Nápoles.
El listado incluía títulos nobiliarios como el condado de Barcelona
y los señoríos de Vizcaya y de Molina.
Eduardo
Bayona
Joan A. Forès
Reflexions
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