Avui comentem el pròleg d’un llibre del Catedràtic de Duke (EE
UU) Allen Buchanan, que té per nom Secessió i que apareixerà al mercat el mes que ve. Buchanan és un expert en l’ètica de l’autodeterminació del pobles. I aquest
pròleg demostra que molts intel·lectuals mundials (excepte els espanyols?), s’estan
preocupant de la manca de legitimitat que pugui tenir Espanya en el tracte que
està donant a Catalunya. A l'estranger ja no parlen del dret de Catalunya a
autodeterminar-se, això ho donen per resolt. El que es tracta ara és de veure l’ètica del tracte
colonial que Catalunya està rebent des de fa molts anys d’Espanya. A
parer dels experts internacionals, ara està reconegut que el camí passa per l’autodeterminació.
Sembla que l’antic problema i per tant la possibilitat de solució s’està
internacionalitzant de manera molt positiva per Catalunya!
El petit assaig que fa de pròleg al seu darrer
llibre Secessió, demostra que té un bon coneixement de la història de Catalunya
dels darrers 300 anys. Categoritza molt bé els esdeveniments, fa precisions a
la immediatesa del procés d’independència, explica que “las fronteras estatales existentes no son fruto
de una planificación racional o del consenso democrático; son accidentes
históricos que surgieron de procesos que, en su mayor parte, distaban mucho de
ser aceptables desde un punto de vista moral”. Deu basar els seus
coneixements i reflexions en el seu llibre del 2003 States, Nations, and Borders: The Ethics of Making
Boundaries I aplica les seves conclusions al procés català.
Matisa les objeccions a una “independència express” i matisa la
possibilitats del dret al retorn a la dependència en unes posteriors
conteses…
Explica que segons la seva teoría del dret corrector hi ha 4 escenaris
d’injustícies en el planteig de la independència i considera
no aplicables al contenciós Catalunya-Espanya les dues primeres (annexió
injusta i violacions a gran escala de drets humans fonamentals). Admet la
discussió de les altres dues (vulneració per part de l’Estat de les obligacions
del règim autonòmic intraestatal o la negativa continuada a negociar una forma
d’autonomia intraestatal adecuada)
Explica els greuges que Catalunya exposa
contínuament: “Un argumento contundente a favor del derecho de
Cataluña a la secesión no consensuada puede alegarse sobre la base de que España no ha
demostrado buena fe a la hora de responder a las demandas de mayor
autonomía intraestatal”. I conclou que: “Es bastante razonable concluir que las perspectivas de un régimen de autonomía viable son poco
halagüeñas”.
Finalment veu que el contenciós s’ha de
resoldre: “con la ayuda de una tercera parte independiente
capaz de respaldar el proceso de negociación de autonomía intraestatal, de controlar
que ambas partes cumplan con los términos del acuerdo y de proporcionar
incentivos efectivos para que ambas partes cumplan. En el caso de Cataluña, la candidata
evidente es la UE”.
El penúltim paràgraf sembla que vulgui dir que
caldrà arribar a una secessió no consensuada, tutelada pèr la UE:
Si España no está dispuesta a comprometerse realmente con
una renegociación de las competencias de autogobierno de Cataluña dentro del
seno del Estado, ello incrementará los argumentos a favor de un derecho a la
secesión no consensuada.
I aleshores el darrer paràgraf no l’acabo d’entendre.
Si hi ha una secessió que al final haurà hagut de ser no consensuada, per què torna a
parlar de bona fe i d’acuerdo autonòmic, i de que Catalunya aporti res per
sostenir el estado de bienestar dels espanyols (?). Com hem estat fent sempre (?):
Desde el bando catalán, la buena fe debería incluir un
compromiso firme con el Estado de bienestar de España, lo que significa
reconocer que cualquier acuerdo autonómico que pueda surgir del diálogo debería
ser compatible con el hecho de que Cataluña aporte la parte que le corresponda
al sostenimiento del bienestar de todos los afectados
I una darrera consideració: Si Buchanan proposa
la UE com a garant de l’acord, vol dir que pressuposa que Catalunya restarà a
la UE després de la secessió!
I ara
el Pròleg del llibre Secessió de Buchanan:
¿Tiene Cataluña derecho a la secesión?
El catedrático de Duke
(EE UU) Allen Buchanan se incorpora al debate sobre el futuro de Cataluña
Lo hace en el prólogo de la edición
española de su libro ‘Secesión'
El investigador propone una negociación
con la mediación de la UE
El movimiento independentista catalán tiene lugar
en un mundo en el que la secesión es cada vez más factible y deseable,
al menos para los secesionistas. Dos acontecimientos fundamentales ocurridos
tras la II Guerra Mundial han posibilitado la aparición de Estados mucho más
pequeños:
·
un régimen de seguridad internacional centralizado
formalmente en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, que incluye una
norma sorprendentemente eficaz contra las guerras entre Estados,
·
y la expansión de los mercados más allá de las fronteras
estatales, llevada a cabo a nivel global por la Organización Mundial del
Comercio y, desde un punto de vista regional, por la Unión Europea.
En el pasado, los Estados pequeños resultaban
inviables o, como mínimo, inseguros, ya que eran presa fácil para los más grandes y
sus mercados nacionales eran insuficientes para que hubiese crecimiento
económico. Ahora que esas limitaciones al tamaño de los Estados se han
eliminado en gran medida, se plantea la pregunta de si unidades soberanas más
pequeñas resultarían ventajosas y para quién. Al fin y al cabo, las fronteras estatales
existentes no son fruto de una planificación racional o del consenso
democrático; son accidentes históricos que surgieron de procesos que, en su
mayor parte, distaban mucho de ser aceptables desde un punto de vista moral.
(...)
Pel que es veu en els títols dels llibres que Buchanan està editant
en els darrers anys, la seva dedicació ha estat l’ética de l’autodeterminació:
·
Buchanan, Allen (2003) Justice, Legitimacy, and Self-Determination:
Moral Foundations for International Law
·
Macedo, Stephen; Buchanan, Allen E. (2003) Secession
and Self-Determination
(336 pages)
·
Buchanan, Allen; Margaret Moore (2003) States, Nations,
and Borders: The
Ethics of Making Boundaries (376 pages)
|
Los argumentos a favor de
replantearse las fronteras estatales no se basan únicamente en
consideraciones prácticas acerca del incremento de la seguridad y de una mayor
libertad de mercado; también tienen sentido desde el punto de vista de los valores
democráticos ya que, al menos en algunos casos, la democracia funciona mejor a menor escala.
Algunos secesionistas catalanes apuntan que si una mayoría de catalanes quiere
la independencia, el respeto a la democracia exige que les sea concedida. Sin embargo, esto
es demasiado precipitado. (...) Existen dos objeciones democráticas
fundamentales para apelar a los valores democráticos como justificación de la
secesión mediante un plebiscito local.
·
En primer lugar, si la secesión fuese así de
sencilla, se correría el riesgo de que la amenaza de la misma fuese utilizada
como instrumento de negociación estratégica para minar la toma de decisiones
democrática. Al amenazar de manera creíble con abandonar el Estado, una minoría
podría, en la práctica, ejercer un veto siempre que los procedimientos
democráticos pudiesen producir un resultado no deseado por ella.
·
En segundo lugar, para que la democracia
funcione, lo razonable es que los ciudadanos esperen reciprocidad; tienen que
tener la seguridad de que si hoy pierden, mañana ganarán, y tienen que tener
suficiente conocimiento sobre sus conciudadanos y sobre sus valores y
preferencias para predecir que también ellos aceptarán los resultados de los
procedimientos democráticos.
Si los límites del sistema de Gobierno fuesen
demasiado inciertos, es decir, si pudiesen crearse nuevos Estados cada vez que
se formase una mayoría en una zona de un Estado existente, los ciudadanos no
gozarían de la garantía de reciprocidad necesaria porque, en tal caso, sería
impredecible saber quiénes son sus conciudadanos. (...) Por tanto, no existe un argumento sencillo
basado en la democracia a favor de la justificación de la secesión de Cataluña.
Sin embargo, el compromiso con la democracia bien entendida sí exige que España
se muestre dispuesta:
·
bien a dar cabida a un estatus autonómico más
sólido y estable para Cataluña
·
o bien a pactar una secesión negociada.
Las diferentes teorías del derecho corrector
reconocen una serie más extensa o más reducida de injusticias que dan origen al
derecho a la secesión. Mi propia versión de la teoría del derecho corrector
reconoce cuatro tipos distintos de injusticia:
·
(i) anexión injusta del territorio de
un Estado soberano,
·
(ii) violaciones a gran escala de
derechos humanos fundamentales,
·
(iii) redistribución discriminatoria
continuada y grave (distribución de los recursos del Estado que perjudica de
manera injusta a una región determinada)
·
y (iv) vulneración por parte del Estado
de las obligaciones del régimen autonómico intraestatal o la negativa continuada a negociar una forma de
autonomía intraestatal adecuada (...)
En el caso de Cataluña, la anexión por parte de
la España castellana tuvo lugar hace tres siglos. Cualquier
principio moral general según el cual la secesión estaría justificada si
sirviese para recuperar un territorio anexionado injustamente (i), que se
remontase tan atrás en el tiempo, resultaría inaceptable. Provocaría una
inestabilidad política masiva y, casi con toda seguridad, una violencia
generalizada. También considero que es relativamente indiscutible que los
catalanes no están sufriendo violaciones de sus derechos humanos fundamentales
por parte del Estado español (ii).
Me centraré en la aplicabilidad del tercer y cuarto tipo de
injusticias. La acusación de redistribución discriminatoria se
expresa a menudo de manera retóricamente dramática y tal vez exagerada con el
lema “España nos
roba”. Quienes alegan esto a veces pasan por alto el hecho de que en
prácticamente todos los Estados comprometidos con el bienestar de la totalidad
de sus ciudadanos habrá una considerable redistribución entre regiones. (...) A
menos que rechacemos la idea misma del Estado de bienestar, debemos aceptar la
redistribución. La
verdadera cuestión es determinar cuándo la redistribución es injusta o
discriminatoria. Algunos defensores de la independencia de Cataluña
aportan datos que demuestran que Cataluña paga más y recibe menos que algunas
regiones más ricas. Si esto es cierto, hay que explicar algunas cosas. En igualdad de
condiciones, la redistribución dentro del Estado debería ser progresiva y
coherente. De lo contrario, la reciente negativa por parte del Gobierno español a renegociar
su política fiscal respecto a Cataluña, situada en el contexto de
una larga historia de quejas de redistribución discriminatoria, confiere mayor
peso a la reivindicación de independencia según la versión de la teoría del
derecho corrector que sostengo en este libro. Demostrar que la
redistribución discriminatoria está teniendo lugar y que es lo suficientemente
grave como para justificar la respuesta radical de la secesión unilateral es
más difícil de lo que admiten quienes alegan que es lo que está sucediendo en
Cataluña.
Un
argumento contundente a favor del derecho de Cataluña a la secesión no
consensuada se basa en que España no ha demostrado buena fe al responder a las
demandas de mayor autonomía intraestatal
Un argumento contundente a favor del derecho de
Cataluña a la secesión no consensuada puede alegarse sobre la base de que España no ha
demostrado buena fe a la hora de responder a las demandas de mayor
autonomía intraestatal. Para valorar por qué esto es así es necesario entender
la dinámica de los procesos que conducen a una demanda popular de
independencia. Simplificando, se trata de lo siguiente: un grupo descontento de
una parte del Estado se moviliza para lograr más control sobre sus asuntos;
para incrementar sus competencias de autogobierno. El Estado o bien ignora sus
peticiones o bien les concede cierta autonomía intraestatal, pero en la práctica
incumple el acuerdo. En consecuencia, muchos autonomistas se vuelven secesionistas.
Entonces, el Estado reacciona duramente ante las demandas de independencia y los secesionistas
se vuelven todavía más convencidos.
La cuestión es que ambos bandos tienen razones para
desconfiar. La falta de confianza puede malograr la que, por otra parte, sería
una solución satisfactoria: un acuerdo autonómico intraestatal que conceda al
grupo regional descontento competencias considerables de autogobierno y permita
al Estado conservar la soberanía sobre la región. Dada la reciente derogación por parte del
Tribunal Constitucional de una serie de disposiciones del Estatuto de autonomía
y las intervenciones de España en la política lingüística catalana, es bastante
razonable concluir que las perspectivas de un régimen de autonomía viable son
poco halagüeñas.
En el otro plato de la balanza, resulta bastante
razonable que a España le preocupe que, en caso de responder afirmativamente a
la demanda de mayor autonomía de Cataluña, a dicha demanda le siga otra y que,
al final, no le satisfaga nada que no sea la independencia. No veo otra forma
de resolver este problema de seguridad bilateral que no sea con la ayuda de una
tercera parte independiente capaz de respaldar el proceso de negociación de
autonomía intraestatal, de controlar que ambas partes cumplan con los términos
del acuerdo y de proporcionar incentivos efectivos para que ambas partes
cumplan. En el caso de Cataluña, la candidata evidente es la UE.
Concretamente, creo que no sería razonable esperar
que los autonomistas catalanes se conformasen con acuerdos de autonomía que
puedan ser anulados por las resoluciones de un Tribunal Constitucional al que
consideran comprometido con una España unitaria y centralista. Si España no está
dispuesta a comprometerse realmente con una renegociación de las competencias
de autogobierno de Cataluña dentro del seno del Estado, ello incrementará los
argumentos a favor de un derecho a la secesión no consensuada. Desde
el bando catalán, la buena fe debería incluir un compromiso firme con
el Estado de bienestar de España, lo que significa reconocer que cualquier
acuerdo autonómico que pueda surgir del diálogo debería ser compatible con el
hecho de que Cataluña aporte la parte que le corresponda al sostenimiento del
bienestar de todos los afectados.
Secesión (Ariel), de Allen
Buchanan, se edita el 6 de junio. 320 páginas. 24,90 euros.
Joan
A. Forès
Reflexions
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