Un article interessant i esperançador!
Hi ha valencians amb esperit obert i comú amb
nosaltres...
Sembla que aquest xicot ha descobert que som
un sol poble! Espero que n’hi hagi molts com ell i que al cantó de dalt també
se’n trobin...
Fa almenys 100 anys que les forces fatxes,
avant la lettre, malden per separar-nos, i fins ara han guanyat per golejada!
Vull destacar:
·
En un nada sutil proceso de convergencia,
determinados temas de la política y la economía española y de la geografía
europea y mundial empujan a nuevos escenarios entre Catalunya y Valencia.
·
La falla tectónica que separa la España del Este del resto se
agranda.
·
La gente de la Comunitat Valenciana no debe tener
la sensación de haber perdido sus entidades, sino de haber ganado un jugador que dinamice
la actividad.
· El sueño de una alianza
Valencia-Barcelona, modernista en el arte, mediterránea en la pintura,
esteticista y al tiempo social en la literatura, gótica en edificación, y sobre
todo abierta en su concepción de la vida, está ahí esperando que alguien la
impulse, mientras voluntariado, asociacionismo y acción social son patas
proverbiales que nos sustentan.
·
Catalunya y Valencia han compartido, comparten y compartirán un espacio
geoeconómico de cierta relevancia y muchas tendencias de fondo. La
piedra de toque de todo ello no es otra que el corredor mediterráneo, que ha
forzado a mover pieza a un Gobierno central siempre reacio a las conexiones
transversales.
·
Es el mapa global, cambiante, móvil y dinámico, el
que impulsa a buscar horizontes económicos y de infraestructuras que sustenten una
commonwealth de intereses en esta orilla del Mediterráneo.
·
Oponerse a la recepción de TV3 en Valencia y de Canal 9 en Barcelona
(antenas separadas por apenas 350 kilómetros) era una aberración
·
¿Cambio de paradigma? Ya hace tiempo que cambió. El problema es que algunos
todavía no se han dado cuenta de ello.
Valencianos del norte
Josep
Vicent Boira
La Vanguardia
el 24 mayo, 2013 en Derechos, Libertades, Política, Sociedad
OPINIÓN
Sería vanidoso pensar que las relaciones entre
catalanes y valencianos no se han visto, no se ven y no se verán afectadas por
la tremenda recomposición de movimientos, flujos y dinámicas que envuelven al
mundo entero. Alguien puede seguir creyendo que, inmunes a ello, los odios
eternos o las filias permanentes seguirán así siglos y siglos. Asentados en las
viejas narraciones, con argumentos que envejecen, los odios muestran sus
miserables entrañas y las utopías y los textos de la ortodoxia no aguantan las
capas de actualidad que les han caído encima. ¿Se puede ver cambiar el mundo
pero no las geometrías y las geografías que afectan a nuestras dos sociedades?
Sería un error, como lo sería, a otra escala, pensar en Aljubarrota cada vez
que se menciona, Gabriel Magalhães me corrija, las relaciones entre España y
Portugal en este siglo XXI. El mundo cambia y nosotros lo hacemos con él. ¡Es
que somos él, somos el mundo! Así que cuanto antes reconozcamos que hay que
reconfigurar nuestros imaginarios y buscar un nuevo cuadro global, mejor. En un nada sutil
proceso de convergencia, determinados temas de la política y la economía
española y de la geografía europea y mundial empujan a nuevos escenarios entre
Catalunya y Valencia. Me apresuro a decir que estos no se reconfigurarán
sin retrocesos, resistencias y provocaciones.
El primero de los escenarios es la financiación
pública y privada. Por poco despiertos que sean nuestros gobernantes,
comprenderán que a todos nos interesa un mejor sistema de financiación. La falla tectónica
que separa la España del Este del resto se agranda. Al final,
Catalunya y
Valencia pueden encontrarse remando en una misma dirección estratégica
(mejor financiación, más justicia, más equidad), aunque cada una lo haga a un ritmo y con unos
argumentos. Y en este campo, debe hacerse una mención a la
financiación privada. La desastrosa gestión de los instrumentos bancarios de la
Comunitat Valenciana ha conducido a un hecho que debe ser analizado: dos bancos
catalanes pugnan por convertirse en el primer banco valenciano. Con la
adquisición de la CAM por el Sabadell en diciembre del 2011, la cuota de
mercado en tierras valencianas ha pasado del 4% al 10% y las declaraciones de
Jaume Guardiola, consejero delegado de esta entidad, son indicativas: la gente de la
Comunitat Valenciana no debe tener la sensación de haber perdido sus entidades,
sino de haber ganado un jugador que dinamice la actividad. Así lo
esperan sobre todo las empresas industriales de Alicante, deseosas de
reorientar su producción y de exportar de nuevo. Por su parte, Juan María Nin
(CaixaBank) ha señalado el Banco de Valencia como una “joya de la corona” del
grupo, mientras Isidre
Fainé, más enfático, no sólo se ha definido como un valenciano del norte, sino
que ha declarado: “Nos vamos a volcar con Valencia”. Bien está:
¡podrían empezar por abrir una buena obra social en la capital valenciana,
huérfana de política cultural y social de cierta altura! El sueño de una alianza Valencia-Barcelona,
modernista en el arte, mediterránea en la pintura, esteticista y al tiempo
social en la literatura, gótica en edificación, y sobre todo abierta en su
concepción de la vida, está ahí esperando que alguien la impulse, mientras
voluntariado, asociacionismo y acción social son patas proverbiales que nos sustentan.
Pero ni todo acaba en los bancos, ni se resuelve
con dinero. Los movimientos globales impulsan, y sólo en apariencia
paradójicamente, hacia la regionalización: Catalunya y Valencia han compartido, comparten y compartirán
un espacio geoeconómico de cierta relevancia y muchas tendencias de fondo.
La piedra de toque de todo ello no es otra que el corredor mediterráneo, que ha
forzado a mover pieza a un Gobierno central siempre reacio a las conexiones
transversales. Por cierto, aviso a los lectores: algunas voces
pondrán en duda la rentabilidad del proyecto esgrimiendo datos de la crisis
manifestados en un estancamiento de flujos interiores en España y un
descuajaringamiento de los movimientos interregionales. Craso error. Es el mapa
global, cambiante, móvil y dinámico, el que impulsa a buscar horizontes
económicos y de infraestructuras que sustenten una commonwealth de intereses en esta orilla del
Mediterráneo. Además, en este tema, o todos moros o todos
cristianos: exigir al milímetro tasas de rentabilidad con estadísticas de
supercrisis (pese
a ello, el corredor sería una obra rentable) no es precisamente la
forma con la que se han planificado hasta ahora líneas de tren, aeropuertos y
autovías. Y un último vistazo a la cultura. En un mundo sin barreras a la
instantaneidad y a la visión sin límites de emisiones situadas en Sydney, Los
Ángeles, Ciudad del Cabo o Moscú, oponerse a la recepción de TV3 en Valencia y de Canal 9 en
Barcelona (antenas separadas por apenas 350 kilómetros) era una aberración
(dícese de la “imperfección de un sistema óptico que produce una visión
defectuosa”, nunca mejor dicho). Felicidades por el reciente acuerdo entre
nuestros dos gobiernos para la recepción mutua de ambos canales: no lo
estropeemos con excesos. Calma y serenidad. ¿Cambio de paradigma? Ya hace tiempo que
cambió. El problema es que algunos todavía no se han dado cuenta de ello.
Josep Vicent Boira,
profesor de la Universitat de València.
Joan
A. Forès
Reflexions
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