És un article il·lustrat, profund, i que explica
raons i conseqüències de la creació de l’Estat espanyol a partir del Regne de
Castella, així com de la situació de les relacions entre l’Estat espanyol i
Catalunya des de fa cent anys i escaig, ajudat dels conceptes de separatisme i
particularisme d’Ortega y Gasset...
Ja sabeu que en López Burniol i jo no coincidim
en gairebé res. Ell és federalista i jo no. Ell està encara enlluernat amb l’Espanya invertebrada,
però eterna, de l’Ortega y Gasset i jo tampoc. Avui publica un article trampós
perquè fa dir tot el que ell no vol dir als seus personatges (com en un
espectacle de titelles), que són un professor que assisteix a una de les seves
conferències o l’Ortega de l’any 1922. I encara triant les frases que li
interessen...
El títol de l’article podria ser també: Mia o de la tumba
fria, o antes partia que doblá!
Se li ha d’agrair certament al López Burniol que parli de “dinámica secesionista” i que no parli de “deriva independentista”
com l’ABC, o de “crispació” o de “ambient crispat”
com la tal Rosa Díez o en Pere Navarro o “d'una escalada de tensió” d’un
individu de nom Matias Alonso, oficial
d’artilleria de l’Exèrcit espanyol i diputat de C’s.
Antes muerta que de todos
Juan-José López Burniol en La Vanguardia
el 3 mayo, 2014 en Derechos, Libertades, Nacionalismo, Política, Sociedad
OPINIÓN
España
es una pirámide cuyo vértice está en Madrid y en la que todo el poder político
lo ha tenido siempre una casta
Hay un párrafo de España invertebrada que siempre me ha sobrecogido. Escribió
Ortega en 1922: “De
1580 hasta el día, cuanto en España acontece es decadencia y desintegración.
(…) Primero se desprenden los Países Bajos y el Milanesado; luego Nápoles. A
principios del siglo XIX se separan las grandes provincias ultramarinas, y a
fines de él, las colonias menores de América y Extremo Oriente. En 1900 el
cuerpo español ha vuelto a su nativa desnudez peninsular. ¿Termina con esto la
desintegración? Será casualidad pero el desprendimiento de las últimas
posesiones ultramarinas parece ser la señal para la dispersión
intrapeninsular”.
¿Por qué ha sucedido y sucede así? ¿Cuál es la causa
de que coincidiese con la pérdida de Cuba la eclosión del nacionalismo catalán?
Centrándonos en los hechos que estamos viviendo en Catalunya, aventuro una
respuesta. Dos son las causas que han impulsado e impulsan la dinámica
secesionista:
1.
La primera es la ausencia permanente de un proyecto nacional español que
sea efectivamente integrador y eficiente.
o
O, dicho con palabras de Josep Maria Bricall: “No
hemos de tener un Estado porque somos diferentes históricamente, sino porque
nos conviene hoy.
o
El Estado español ha sido incapaz históricamente
de resolver los problemas de Catalunya, y no parece que los hechos nos indiquen
que esté dispuesto a rectificar.
o
En consecuencia, ha alimentado la sensación de los
catalanes de que el autogobierno podría ser más deseable, a diferencia de lo
que pasa con la parte de Catalunya incorporada a Francia por el tratado de los
Pirineos de 1659″.
o
Lo que significa que es posible aceptar un Estado
unitario y centralista como el francés, siempre que, como este, tenga un
proyecto nacional integrador y, sobre todo, sea eficaz, ya que “la pertenencia
a una sociedad que dispone de unos servicios colectivos que funcionen es un
hecho decisivo”. Así -por ejemplo-, el Ducado de Borgoña fue en su día un Estado
de un peso superior al de la Corona de Aragón, pero ningún borgoñón reclama hoy
autonomía política dentro del Estado francés porque no la necesita para
satisfacer sus necesidades y, además, se siente por lo general orgulloso de ser
ciudadano francés.
2.
La segunda causa tiene que ver con el poder y, para
explicarla, usaré una anécdota personal. Hará un año intervine en un acto, en
Madrid, sobre el tema de los temas (Catalunya-España), exponiendo mi tesis de
siempre, que se concreta en la alternativa “federalismo o autodeterminación”. Al terminar, un
profesor asistente me recriminó por haber pronunciado “un discurso antiguo”.
“Ha usado -me dijo- viejas palabras: nación y soberanía”. A lo que respondí, en
síntesis, lo siguiente:
o
“No he usado ni una sola vez la palabra nación.
o
He dicho, eso sí, que Catalunya es una comunidad
humana con conciencia clara de poseer una personalidad histórica diferenciada y
voluntad firme de proyectar esta personalidad hacia el futuro mediante su
autogobierno (autogestión de los propios intereses y autocontrol de los propios
recursos). Si a
eso quiere usted llamarle una nación, llámelo así, y si no quiere,
no lo haga, pero la realidad seguirá siendo la que es y, al final, se impondrá.
o
Por otra parte, no he pronunciado ni una sola vez
la palabra soberanía. Porque no he venido a hablar de nación ni de soberanía; he venido a hablar
de poder. Es decir, a denunciar que España -este trozo de tierra que
va del Pirineo a Tarifa y de Finisterre al Cap de Creus- se ha articulado desde
hace siglos como una pirámide cuyo vértice está en Madrid y en la que todo el poder
político, residenciado en dicho vértice, ha estado y está sin interrupción en
manos de una casta -renovada por cooptación- que lleva siglos asentada sobre el
Estado, al que considera como una propiedad privada y una sociedad de socorros
mutuos; una casta que agota su proyecto en la autosatisfacción de
sus propios intereses, prescindiendo de un proyecto nacional inclusivo y
resistiéndose por todos los medios a un reparto racional del poder político que
detenta”.
Ausencia de un proyecto
nacional integrador y monopolio del poder por una casta son las dos caras de
una misma moneda. ¿Se han preguntado alguna vez la razón por la que
los símbolos del Estado -la bandera y el himno- son tan poco valorados, cuando
no francamente rechazados, en algunas zonas de España y por ciertos sectores de
la sociedad española, abstracción hecha de su ubicación geográfica? La
respuesta es clara, aunque nos duela a quienes quisiéramos que las cosas fuesen
de otra manera: porque
muchos españoles consideran que la bandera y el himno son los símbolos de un
Estado que no es en realidad suyo, sino que lleva siglos usufructuado en
beneficio propio por gentes que se tienen a sí mismas como su dueño.
Este es a mi juicio el mal profundo de España, responsable de su invertebración
y que la está llevando al borde del precipicio en que hoy se halla: que
quienes de veras podrían pilotar el cambio o, al menos, no impedirlo siguen
fieles a su lema de siempre: antes muerta que de todos.
Joan
A. Forès
Reflexions
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada