Ja vàrem publicar fa un parell de mesos un
article interessant de Cesar Molinas en aquest Bloc:
En la introducció ja explicàvem la prevenció
que teníem a aquest paio. Encara que l’article d’avui el trobo molt honest i clarificador.
Aquí ens hem de plantejar la manera de distingir entre el que pot ser bo per Espanya i dolent per
Catalunya i el que pot ser bo en general per Espanya i també per Catalunya
(a la llarga cadascun en un i altre cantó de la frontera). M’explico: En el
primer cas hi ha la concepció imperialista del Regne de Castella anomenada posteriorment
Espanya. En el segon hi ha l’anàlisi de la situació desesperada actual de l’economia
ibèrica, que eventualment pot tenir les mateixes causes i pot ser factible de
ser resolta amb els mateixos remeis. El primer cas mira endarrere. El segon cas
mira endavant!
·
En l’article del mes de maig
comentàvem un gran problema de l’estat espanyol amb les dades que el tal
Molinas donava sobre
la força del funcionariat (300.000 càrrecs de confiança des de conserges a primers ministres),
per tant totalment immobilistes que es perpetuen de pares a fills des de fa
generacions en monarquies corruptes, dictadures primoderiverianes, repúbliques,
dictadures franquistes, monarquies franquistes, etc, i les seves solucions de canvi radical dels
partits polítics, com si fossin mitjons.
·
En l’article d’avui ens presenta el
problema de les retallades
específiques en R+D+I.
1. La
degradació de la inversió en R+D+I, i en inversió en educació i ciència
en general. I usa un concepte interessant, el de l’iceberg que val la pena que assimilem cadascun
de nosaltres, i actuem en conseqüència.
2.
Lligat amb aquest concepte i
entrellaçat amb la crisi i les retallades podem llegir l’article de Roger Tugas
a l’ARA d’avui: La
Generalitat ja ha retallat 1.600 milions de despesa en cinc mesos on
explica que com ja passava els mesos anteriors, la retallada se segueix
concentrant en el departament de Salut, que ha reduït les
despeses fins al maig en 838 milions d'euros -un 23% respecte al mateix període de 2012-, la meitat de la tisorada
total. La segona conselleria més afectada és Ensenyament, que ajusta 228 milions (-12%), seguida per Empresa i Ocupació, que redueix 188 milions i que és la que
s'estreny més el cinturó en termes relatius (un 62% respecte al maig de
l'any passat).
Tot això explicant
que malgrat les retallades la Generalitat ha hagut de demanar més préstecs, s’ha
hagut d’endeutar per valor de 5.000M€ més, a través del Fons de liquiditat autonòmic, que
consisteix a que l’estat ens presta diners que són nostres i que ens deuen,
però gravats amb interessos desorbitats, i que evidentment haurem de tornar!
O sigui que la
Generalitat, com ja sabíem no té més remei que retallar en Salut, en Educació
i en Benestar social. Podem veure els perquès de les retallades a: http://reflexionsjafores.blogspot.com.es/2013/01/020113-pressupostos-2013-i-2014-en-la.html.
3.
Un altre vector per entendre l’article
és recordar el Salvados de Jordi Évole sobre el sistema educatiu: http://reflexionsjafores.blogspot.com.es/2013/02/040213-salvados-dissecciona-el-model.html
On explica entre
moltes altres coses com a Finlàndia tenen una generació perduda, que és la que
estava a l’escola, en molt males condicions, just abans de la independència i
que els educadors no varen arribar a redreçar. Sortosament, segons les mestres
fineses això ara està completament superat!
Aquests preàmbuls ens permeten llegir-nos l’article
del Molinas, comprendre’l i treure’n conclusions:
El ‘caso CSIC’ o la banalidad del
mal
César Molinas en El País
17 julio, 2013 en Derechos, Libertades, Política, Sociedad
Los recortes
indiscriminados a la I+D lastran de manera
irreversible el futuro de la economía y la sociedad española. Hay que priorizar la innovación por encima de las
demás partidas de gasto
El artículo que publiqué en estas páginas hace
casi un año sobre la clase política española recibió varias críticas que le
atribuían la tesis de que todos los políticos son iguales. Quizá me expliqué
mal y, si lo hice, me disculpo por ello. Es obvio que no todos los políticos
son iguales: los hay simpáticos y antipáticos, glotones y frugales, corruptos y
honestos. No se deben generalizar a nivel individual determinados
comportamientos, por más representativos que sean estos de nuestra clase
política como colectivo.
Aclarado esto, surge la duda de por qué nuestros
políticos tienen un comportamiento individual tan homogéneo respecto a la mayor
atrocidad que se está cometiendo en la economía y en la sociedad española: el desmantelamiento
de la ciencia y el exterminio de la profesión investigadora. Ni una sola voz
desde un escaño, ni un solo texto escrito por un político de nota se han
alzado, que yo sepa, para denunciar la solución final que se esconde
en el bosque de
recortes presupuestarios pretendidamente coyunturales.
Cabría pensar, ante esta situación, que todos
nuestros políticos creen que el gasto en ciencia es de naturaleza suntuaria,
adecuado para presumir en épocas de bonanza pero superfluo en épocas de escasez
—además de ser
un gasto inútil porque no genera comisiones—. Pero, por lo dicho en
el párrafo anterior, hay que resistir la tentación de generalizar y, por tanto,
distinguir dos categorías de comportamientos individuales en nuestra clase
política.
En primer lugar estarían aquellos políticos que
entienden que no
hay ninguna relación a largo plazo entre la ciencia y la prosperidad económica.
Ante la necesidad de recortar, prefieren hacerlo en ciencia antes
que en, por ejemplo, prestaciones sociales porque, digamos, tienen buen
corazón. En segundo lugar estarían los que sí entienden que, por decirlo en
palabras de Jorge Wagensberg, “los países ricos hacen ciencia para ser ricos,
mientras que los países pobres creen que los países ricos hacen ciencia porque
son ricos”. En otras palabras, los políticos de la segunda categoría no
tendrían la misma concepción cateta de la ciencia que los de la primera y
sabrían que los
recortes en ciencia de hoy impedirán pagar las prestaciones sociales de mañana
y, por tanto, que el gasto en ciencia debería ser prioritario.
¿Cómo puede ser, entonces, que esta segunda
categoría no ocupe permanentemente la palestra, denunciando de manera
atronadora que los recortes en ciencia y en educación condenan
irremediablemente a España a descolgarse de los países más desarrollados? ¿Cómo puede ser que
no griten sin descanso que en esta crisis la Unión Europea, Francia y Alemania
han aumentado su gasto en investigación en vez de disminuirlo, como ha hecho
España? ¿Cómo puede ser que no bramen que estamos condenando a nuestros hijos a
la emigración, a los servicios de mesa o a los de alterne? ¿Cómo puede ser que
estén callados?
En el artículo mencionado antes y en un libro que
acabo de publicar propongo una explicación a estos misterios basada en la
teoría de las élites
extractivas (Vegi's Nota). Esto no ha satisfecho a todo el mundo, por lo que a
continuación apunto otra explicación de naturaleza más política. El argumento
va como sigue. Por
algún oscuro mecanismo, el sistema de partidos español y la ley electoral
producirían una gran sobrerrepresentación en la militancia partidaria y en los
cargos electos de personas mudas y, simultáneamente, ágrafas cuya capacidad de
expresión hacia el mundo exterior se limitaría a manifestar “sí”, “no” o
“abstención” con la punta de un dedo. La totalidad de los políticos
de la segunda categoría del párrafo anterior, o sea los que son conscientes de
las consecuencias irremediables de reducir el gasto en ciencia, se integraría
en este grupo silente. De este modo, el discurso político quedaría en exclusiva en
manos de aquellos que no ven ninguna relación causal entre la ciencia de hoy y
la riqueza de mañana y que, por tanto, esperan que la futura
prosperidad de España se base en proyectos tipo Eurovegas o en alfombrar con
líneas de AVE la práctica totalidad del territorio nacional. ¿Existe
ese “oscuro
mecanismo”? Sí, claro que existe, como expongo a continuación.
El manifiesto Por una nueva Ley de
Partidos, del
que soy uno de los promotores, señala que la falta de democracia interna y de transparencia
en los partidos políticos españoles, con el consiguiente uso de la cooptación
para decidir las carreras políticas, ha eliminado el debate político de altura
y la capacidad de estas instituciones para pensar a largo plazo y proponer
estrategias creíbles para salir de la crisis. Quien quiera hacer carrera política tiene que
tener claro que en lo único que debe destacar es en fidelidad. Si a
esto añadimos un sistema electoral con listas cerradas y bloqueadas, que exige a los candidatos de a
pie estar callados, tenemos un mecanismo que lleva a la sobrerrepresentación
de los silenciosos en la militancia y en los cargos públicos. En
realidad este mecanismo silenciador no es una teoría alternativa a la de las élites extractivas,
sino que acaba siendo complementaria: una y otra se refuerzan mutuamente.
Lo que está ocurriendo con el Consejo Superior de Investigaciones Científicas
(CSIC), la institución más emblemática de la investigación española
—genera el 20% de nuestra producción científica— es representativo de la tragedia del
sector investigador e innovador. Ningún político ha considerado
oportuno manifestarse en contra de los recortes indiscriminados que pueden llevar
al CSIC al cierre. Desde 2008 las transferencias ministeriales a
dicho organismo han caído un 31% y los recursos obtenidos por la propia
institución han caído un 35%. La diferencia acumulada entre ingresos y
gastos desde 2008 es de 393 millones de euros, a pesar de que los gastos se han
reducido en 163 millones.
El director de la institución ha definido la
agónica situación del Consejo como “un cataclismo”. Otras instituciones de
investigación están en una situación todavía más crítica. El retroceso no
afecta solo a la investigación financiada con fondos públicos. En el informe de
COTEC de este año, recién publicado, se señala que “la crisis ya ha destruido
gran parte de la escasa capacidad investigadora de las empresas españolas,
deteriorando gravemente la competitividad del país”. Según COTEC el
número de empresas con actividades innovadoras se redujo en España un 43%
entre 2008 y 2011, mientras que el de empresas con actividades de I+D lo hizo
un 35%. ¡Bienvenido, mister Adelson, para usted sí
que habrá dinero!
La versión gubernamental
de lo que está ocurriendo con la ciencia es que, como en todo tipo de
actividad humana, en la investigación científica hay proyectos buenos y proyectos malos y que se
puede reducir el gasto recortando los proyectos “malos” para preservar los
“buenos”. Me gustaría poder creerlo, pero no veo cómo puede eso ser
cierto. La
producción científica puede compararse a un iceberg. Hay una parte exitosa,
blanca y refulgente, que parece flotar de manera autónoma por encima
del agua. Pero eso es engañoso, porque la parte flotante está sostenida por otra parte mucho
mayor de proyectos menos exitosos que quedan por debajo del agua.
Qué proyecto es “bueno” y
cuál es “malo” es algo que no se sabe a priori, sino a
posteriori y si acaba habiendo proyectos “buenos” es porque hay
muchos que no lo son. Recortar estos últimos para preservar los
primeros equivale a pensar que se puede eliminar o reducir la base del iceberg
sin que se hunda la punta y, lamentablemente, eso no es así. Esto no quiere
decir que no haya que aumentar la eficiencia del gasto en ciencia.
Por supuesto que hay que hacerlo. Pero la vía para conseguirlo no son recortes
horizontales e indiscriminados, sino la extensión de la competencia entre distintos equipos
investigadores para acceder a los fondos públicos basándose en su excelencia.
Escribió Antonio Machado en su Juan de Mairena
“¿Se ahorca aquí a un inocente? / Aquí se ahorca, simplemente”. Nadie alza la voz
para justificar los recortes en I+D y en innovación, pero tampoco para
criticarlos. La maquinaria presupuestaria de Hacienda prosigue su
tarea sigilosa y terrible. No se “quiere” dañar a la ciencia. Nadie “cree” que
eso sea bueno. Pero
todos cumplen órdenes y el mal se extiende de manera que puede ser ya
irreversible. Banalmente, diría Arendt.
César Molinas es politólogo y publicó el mes pasado el
libro Qué hacer con España.
Hem començat l’apunt intentant distingir entre
el que pot ser
bo per Espanya i dolent per Catalunya i el que pot ser bo en general per
Espanya i també per Catalunya.
Com a
conclusió podem entendre que si Espanya està abduïda per les elits extractives
(els 300.000?), això és dolent per a tothom que no pertanyi a la màfia o elit
extractiva, incloses les màfies del Puente Aéreo, de les grans empreses
privatitzades (electricitat, petroli, gas, telecomunicacions), de la patronal Fomento del Trabajo
Nacional, de la llotja del Real Madrid, de Bankia, de La Caixa i dels grans bancs espanyols, etc.
D’altra
part l’economia
catalana està basada en la industria i no en l’especulació bancària de les
elits extractives! Com podem els exclosos capgirar la truita?
En el nostre cas
declarant la independència ara mateix i tenint presents entre d’altres aquests
conceptes d’elits extractives en el moment de redactar una Constitució per
Catalunya que eviti aquestes desviacions…
Notes:
Las élites extractivas
Se entendería por "élite extractiva" aquella
minoría que se apropia de las rentas de otra mayoría en un
proceso continuado, y que la sociedad, a través de sus mecanismos
disfuncionantes (diseñados a propósito) facilita. En Europa, la llamada "crisis de la deuda soberana"
y los "rescates bancarios" constituirían el ejemplo perfecto.
La deuda
adquirida por unos bancos (too big to fall) sería mutualizada, mediante la
enajenación de viviendas, bajada de salarios, despidos... por las rentas
más bajas de la sociedad para enjuagar este déficit. El Estado
a través de unas leyes, hechas a medida de los poderosos, daría cobertura legal
al expolio. En el caso de la crisis de deuda, las élites especulativas
internacionales lanzan, a gran escala, órdenes de venta; de este modo, a
los países les cuesta más obtener financiación por lo que pagan más intereses
para su devolución, este coste extra se financia mediante la disminución de
prestaciones sociales del estado, subidas de impuestos...
Las élites
extractivas de un país, según los economistas citados, son aquellas que se
apartan de la obtención del bien común y dedican sus esfuerzos a su propio bienestar y al del grupo
al que pertenecen. Las instituciones extractivas concentran el poder
en manos de una élite
reducida y fijan pocos límites al ejercicio de su poder. Estas
élites elaboran
un sistema de captura de rentas que les permite, sin crear riqueza, detraer
rentas de la mayor parte de la ciudadanía en beneficio propio. Según
Acemoglu y Robinson, las élites extractivas se encuentran en el mundo de las
finanzas, de la economía, de la política, los medios de comunicación o la
inteligencia.
Joan
A. Forès
Reflexions
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