Avui em trobo amb aquest article a El País. I
intento imaginar qui és i què busca aquest Joaquim Coll, pretès historiador...
Li trobo que coneix molt la realitat catalana
i se la mira des de l’altre cantó que me la miro jo, però és la mateixa
realitat! Tot el que ell diu de com veu la realitat catalana jo puc subscriure-ho!
Tasts:
· El riesgo insurreccional existe
porque, como ya expliqué tiempo atrás desde estas mismas páginas el pacto que
suscribieron CiU y ERC persigue justamente un choque de legitimidades. Entiendo por accidente o colisión
insurreccional el intento de quebrar el orden constitucional.
·
Hay una incompatibilidad manifiesta entre la democracia, entendida como la
voluntad del pueblo, y la Constitución. Que existe una grave contradicción entre la
legitimidad emanada de las últimas elecciones autonómicas (ratificada en todos
los sondeos demoscópicos cuando se pregunta a los catalanes sobre el ejercicio
del llamado “derecho a decidir”) y la legalidad española. Y que, frente a
esa disyuntiva, la
elección solo puede estar de parte de la democracia.
· La promesa de llevar a cabo una consulta en el 2014 tiene que
materializarse de forma imperativa y, por la misma razón, en caso de no ser
posible, la alternativa no puede ser otra que la declaración unilateral de independencia, después o incluso antes de
unas nuevas elecciones. Esta es la posición que ERC solemnizó en su última
conferencia política el pasado 6 de julio: la llamada vía kosovar. Por supuesto
no es un dato menor teniendo en cuenta
el auge electoral que le pronostican las encuestas.
· Ahora bien, el presidente de la Generalitat no ha descartado taxativamente
ningún escenario, particularmente el de unas nuevas elecciones, a las que
podría verse obligado si le fallase el apoyo de los republicanos, sobre todo si
estos considerasen que el proceso soberanista corre el riesgo de entrar en una
vía muerta o si las perspectivas electorales les fueran aún más favorables.
· Los políticos y los partidos no son los únicos actores en el tablero
catalán, pues la
presión del entramado asociativo secesionista es enorme, como se
puso de manifiesto recientemente en el Camp Nou y, en septiembre próximo, con
la espectacular cadena humana de 400 km
prevista para la Diada. Asociaciones como la Assemblea Nacional Catalana y
Òmnium Cultural se han transformado en un auténtico Ejército de Salvación que moviliza a miles de personas en toda
Cataluña: realizan marchas
propagandísticas en los barrios del cinturón barcelonés, ponen paradas todos
los fines de semana en mercados y lugares céntricos, forman banderas estelades gigantes
o encienden miles de velas en las plazas de los pueblos, ofreciendo una imagen
romántica de este momento que consideran histórico.
Al final trobareu la identitat d’aquest
Joaquim Coll.
Demano l’opinió de qui em llegeixi...
I ara l’article:
El accidente insurreccional
Joaquim Coll en El País
el 11 julio, 2013 en Derechos, Libertades, Política, Sociedad
Más allá de la
política, la presión del entramado secesionista es enorme en Cataluña. La carga
historicista del tricentenario de 1714 empuja a que el año próximo se intente
quebrar el orden constitucional
Advertir del riesgo de un accidente no significa
necesariamente que vaya a ocurrir, ni mucho menos desear que tal cosa ocurra.
Lo importante es analizar si se trata de un anuncio alarmista o, por el
contrario, si hay bases sólidas en la argumentación. Por eso me ha sorprendido
el escepticismo con el que han sido recogidas mis palabras cuando advertí, el
pasado 3 de julio, en el marco de un diálogo que tuve el honor de realizar con
el historiador José Álvarez Junco, organizado por la Fundación Diario Madrid,
de que la situación en Cataluña es “explosiva” y que puede acabar en un “accidente
insurreccional”. Dado el carácter principalmente histórico del
diálogo, centrado en las relaciones entre Cataluña y el resto de España y en
torno a las causas del actual desencuentro, me limité a apuntar únicamente tal
posibilidad, aunque luego fue el asunto más destacado en los medios de
comunicación y entre algunos comentaristas.
Quisiera ahora avanzar un poco más en este
argumento e insistir en que el riesgo insurreccional existe porque, como ya expliqué
tiempo atrás desde estas mismas páginas (Cataluña:
utopía insurreccional o federalismo, 02/05/2013), el pacto que
suscribieron CiU y ERC persigue justamente un choque de legitimidades. Entiendo
por accidente o colisión insurreccional el intento de quebrar el orden constitucional. En
realidad, toda la política nacionalista se dirige hacia ese objetivo y ha
desarrollado una lógica discursiva que consiste en afirmar que hay una
incompatibilidad manifiesta entre la democracia, entendida como la voluntad del
pueblo, y la Constitución. Que existe una grave contradicción entre la legitimidad
emanada de las últimas elecciones autonómicas (ratificada en todos los sondeos
demoscópicos cuando se pregunta a los catalanes sobre el ejercicio del llamado
“derecho a decidir”) y la legalidad española. Y que, frente a esa disyuntiva,
la elección solo puede estar de parte de la democracia.
Siguiendo tal razonamiento, la promesa de llevar a
cabo una consulta en el 2014 tiene que materializarse de forma imperativa y,
por la misma razón, en caso de no ser posible, la alternativa no puede ser otra
que la declaración unilateral de independencia, después o incluso antes de unas
nuevas elecciones. Esta es la posición que ERC solemnizó en su
última conferencia política el pasado 6 de julio: la llamada vía kosovar. Por supuesto no es
un dato menor teniendo en cuenta el auge electoral que le pronostican las
encuestas.
Por su parte, Artur Mas repitió hace unas semanas
su deseo de culminar la legislatura, y por ahora sus movimientos parecen
tendentes a relativizar las prisas de sus socios parlamentarios. La carta a
Mariano Rajoy solicitando solemnemente la consulta, y que, según el pacto que
suscribieron CiU y ERC, tenía que haberse cursado antes del 30 de junio,
todavía no se ha efectuado. Ahora bien, el presidente de la Generalitat no ha
descartado taxativamente ningún escenario, particularmente el de unas nuevas
elecciones, a las que podría verse obligado si le fallase el apoyo de los
republicanos, sobre todo si estos considerasen que el proceso soberanista corre
el riesgo de entrar en una vía muerta o si las perspectivas electorales les
fueran aún más favorables.
Además, hay que tener en cuenta que los políticos y los
partidos no son los únicos actores en el tablero catalán, pues la presión del
entramado asociativo secesionista es enorme, como se puso de manifiesto
recientemente en el Camp Nou y, en septiembre próximo, con la espectacular
cadena humana de 400 km prevista para la Diada. Asociaciones como la
Assemblea Nacional Catalana y Òmnium Cultural se han transformado en un
auténtico Ejército
de Salvación que moviliza a miles de personas en toda Cataluña: realizan
marchas propagandísticas en los barrios del cinturón barcelonés, ponen paradas
todos los fines de semana en mercados y lugares céntricos, forman
banderas estelades gigantes o encienden miles de velas en las plazas
de los pueblos, ofreciendo una imagen romántica de este momento que consideran
histórico.
· Así pues,
el primer escenario potencialmente insurreccional gira en torno a la anunciada
consulta. Aunque CiU no se atreviese a llevarla a cabo por muchas razones,
empezando por
las discrepancias en este punto con Unió Democràtica y su líder Josep Antoni
Duran Lleida, va a tener que teatralizarla, como si de verdad fuera
a hacerla, pues
no puede anunciar que la pospone sin que le acusen de traicionar la causa
soberanista. Esto significa que durante los próximos meses todos los
pasos del llamado proceso de transición nacional van a seguir dándose: se aprobará la ley
de consultas, incluyendo el desarrollo de una autoridad censal propia, se
seguirá calentando motores en la sociedad civil mediante una estrategia
envolvente a favor del derecho a decidir (como si de un derecho natural se
tratase, al margen del derecho positivo), e impulsando iniciativas más propias
de regímenes populistas que de una democracia liberal, como el rectificado
registro de “adhesiones”. Lógicamente, la radio y la televisión
pública catalana van a seguir implicadas al máximo en la difusión
propagandística. El secesionismo seguirá cabalgando al galope, de manera que
cuesta mucho ver de qué forma CiU va a poder frenar en seco para evitar el
desbordamiento insurreccional sin que cunda entre los suyos la sensación de
abandono o frustración. Si a la lógica argumentativa sobre la radicalidad democrática
le sumamos las acciones políticas y de agitación, me temo que el riesgo de que
el proceso desborde a los propios actores, principalmente a Mas, es bastante
alto. Al final, la suma de palabras y gestos siempre tiene
consecuencias.
· El
segundo momento potencialmente insurreccional es el de unas elecciones anticipadas, que el
secesionismo convertiría en plebiscitarias en torno a la candidatura de ERC. Hay
que tener en cuenta que Mas apenas tiene margen de maniobra para pactar un
apaño con Mariano Rajoy, y que se lo ha puesto muy difícil al PSC para que este
le preste su apoyo hasta el 2016. Además, el año que viene es el del tricentenario del 1714 y la
política va a servirse a golpe de emociones. Así pues, sin consulta
posible y con una escapatoria parlamentaria muy complicada, los argumentos van
a caer del lado del “tenemos prisa” y “ahora o nunca”.
Consecuentemente, en unas elecciones anticipadas tanto el partido de Artur Mas, CDC, como el de
Oriol Junqueras, ERC, concurrirían con un programa secesionista muy explícito
y, en caso de alcanzar la mayoría absoluta, procederían a realizar una
declaración unilateral de independencia, esperando el socorro de
algún tipo de mediación europea o internacional, pues se muestran convencidos
de que “el mundo
nos mira”. Estaríamos ante un escenario desconocido y, sin duda
alguna, claramente insurreccional, pues de consolidarse quebraría la Constitución de 1978.
Tengo la impresión de que en Madrid sigue
predominando una cierta negación de la realidad, de que pese a la conmoción que
ha provocado el envite soberanista, a menudo se prefiere mirar a otro lado, sin
reflexionar seriamente sobre las fortalezas de la estrategia independentista. Se asume que la
situación es grave, pero se sigue privilegiando la mirada sobre los actores
políticos, lo cual lleva a centrar el análisis en la debilidad parlamentaria de
Mas y a concluir que “esto acabará en nada”. Ciertamente, todos los
escenarios son posibles, pero los protagonistas son cada día más prisioneros de
las expectativas creadas y de sus gestos, también del contexto; y, en este
punto, el año que viene es diabólico. El cambio de ciclo económico, al que Mariano Rajoy lo fía
todo, si realmente llega, va a tardar mucho en notarse. Y la carga
historicista del tricentenario va a empujar a la política catalana al
romanticismo y la agonía. Finalmente, si alguna cosa no se pueden permitir los
soberanistas es que en el 2014 no ocurra nada, aunque sea una nueva derrota que
conmemorar. Por todo eso, el accidente insurreccional me parece bastante más
que una posibilidad.
Joaquim Coll es historiador.I quina mena d’historiador és aquest Joaquim Coll?
Busquem al Racó Català:
Joaquim
Coll, el "nostre" botifler de capçalera......
Fa un
temps que aquest energumen escriu a El Periodico i a altres mitjants espanyols,
el seu discurs
es unionista fins al moll de l'os, i ara mateix, es el màxim exponent de
l'espanyolisme al nostre pais, jo personalment tindria molt clar què
s'hauria de fer amb ell, però millor callar, i deixar articles com els seus per
que tots opineu sobre ell...
http://www.elperiodico.cat/ca/noticias/opinio/acord-psc-ppc-per-que-1434121
Cada
generació de catalans té els seus servents de l'estat espanyols, i aquesta cuca
es a qui li toca fer el paper ara...
Aqui
teniu el seu mail, per si el voleu felicitar!! joaquim.coll@hotmail.com
Joan
A. Forès
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