Benvolguts,
Però no fa el gran pas que consisteix a estendre la naturalesa de la definició no tant sols als polítics corruptes, sinó als partits corruptes, al Règim corrupte, a la Monarquia corrupta, a l’Església corrupta i a l’estat corrupte en general (inclosa la sacrosanta Constitució i els sacrosants jutges i fiscals i els sacrosants tribunals TOP, Audiència Nacional, TSJCC, TS, TC, etc). Si es fes d’aquesta manera tancaríem el cercle, com en el parxís o en el joc de l’oca:
Hem de tornar a l’origen i ho hem de tornar a definir i a crear tot!
És difícil
no parlar d’altra cosa que del cas Bárcenas. O hauríem de dir el cas
Bárcenas-Rajoy? O hauríem de dir el cas Bárcenas-Rajoy-Aznar?
Tant és. Tal
com explica el sociòleg Gil Calvo en l’article La
confesión el cas
sobrepassa les persones (que de tota manera haurien de pagar el que han robat, amb
els seus interessos, i al mateix temps anar a la garjola i si s’escau al patíbul),
i arriba a una definició perfecta de la naturalesa
de l’estat espanyol.
Ja sabeu que
una de les definicions que més m’agraden de la naturalesa de l’estat espanyol i
que he usat moltes vegades és treta de l’obra de teatre “Luces de Bohemia” de
Valle Inclan i que fa:
España es una deformación grotesca de Europa
Doncs bé, Gil
Calvo ens en dóna una altra de potència semblant, de precisió matemàtica i
lògica perfecta:
España es
un auténtico Estado cleptocrático de cohecho, que se camufla tras la impecable
fachada jurídica de un Estado democrático de derecho
Gil Calvo,
tanmateix, es queda curt: Analitza i proposa:
· La
deslegitimación del régimen es también la deslegitimación de Rajoy. Por lo
tanto, la única forma de recobrar su propia legitimidad como presidente será
reconstruyendo la legitimidad del régimen institucional español. Y eso solo
podrá lograrlo si limpia los establos de Augías. Es decir, si limpia las
tesorerías de los partidos políticos, poniéndolas bajo el control de la
Intervención General del Estado.
Però no fa
el gran pas que consisteix a estendre la naturalesa de la definició no tant
sols als polítics corruptes, sinó als partits corruptes, al Règim corrupte, a
la Monarquia corrupta, a l’Església corrupta i a l’estat corrupte en general (inclosa
la sacrosanta Constitució i els sacrosants jutges i fiscals i els sacrosants
tribunals TOP, Audiència Nacional, TSJCC, TS, TC, etc). Si es fes d’aquesta
manera tancaríem el cercle, com en el parxís o en el joc de l’oca:
Hem de tornar
a l’origen i ho hem de tornar a definir i a crear tot!
Enrique Gil Calvo en El País
el 22 julio, 2013 en Derechos, Economía, Libertades, Política, Sociedad
OPINIÓN
La confesión en sede judicial del contable del
partido en el poder, descubriendo y documentando la existencia de una caja B de
financiación clandestina que venía funcionando desde su refundación por el
expresidente Aznar, podría significar un punto de inflexión para el sistema
político español. O mejor dicho, para el régimen de la transición, que a partir
del pasado lunes 15 de julio ha perdido definitivamente la presunción de
inocencia originaria, tras oficializarse ante la Audiencia Nacional
la verdadera trama oculta que lo dirige desde la sombra, afectando a la
presidencia del Gobierno y del Consejo de Estado. A partir de aquí ya nada
volverá a ser igual, pues la deposición del tesorero ha revelado la verdadera
naturaleza de nuestro régimen: un auténtico Estado cleptocrático de cohecho, que se camufla
tras la impecable fachada jurídica de un Estado democrático de derecho.
Es lo que todos sospechábamos desde que este
periódico publicó los primeros papeles de Bárcenas. Pero no es lo mismo saberlo
con convicción privada que conocerlo por una declaración pública formulada ante
los tribunales por quien mejor podía hacerlo: el contable de la trama que registró durante 20
años las lucrativas transacciones entre corruptores y corrompidos. Y
tras esa declaración que constata la práctica normalizada del fraudulento abuso
de poder, nuestro
sistema político ha quedado deslegitimado para siempre, por lo que deberá
refundarse para poder recuperar un mínimo de legitimidad.
Extrañamente, el Gobierno
ha permanecido impasible, como si la confesión del gerente de su partido no le
concerniera en absoluto. Y en términos amorales, cabe aducir dos razones
que abonan su impavidez. La primera razón es el alivio, pues la confesión de
Bárcenas no vino acompañada de pruebas de cargo susceptibles de incriminarles.
Ahora bien, aunque no haya aparecido ninguna pistola humeante, lo cierto es que
el tesorero podría guardarse algún as en la manga. Por ejemplo, el de los apuntes contables
manuscritos que señalen al expresidente Aznar. Y puestos a
sospechar, cabría deducir que Bárcenas pudiera estar presionando al refundador
del PP para que obligue al Gobierno y al ministerio fiscal a rectificar. Meras
especulaciones.
La otra razón que asegura la tranquilidad del
Ejecutivo es su imbatible mayoría absoluta, que le permite literalmente
gobernar sin límites ni controles externos, pudiendo comportarse como una
autocracia electiva que desprecia al parlamento y se resiste a rendirle cuentas
asumiendo responsabilidades. De ahí la lógica reacción de los grupos
parlamentarios que han amenazado con unir sus fuerzas multipartidarias en una
moción concertada de censura consociativa en defensa de la salud democrática
hoy amenazada por la autocracia del Gobierno.
Surge así un conflicto de valores entre dos principios
legitimadores del poder democrático: la soberanía popular, a la que apela Rajoy
desde su mayoría absoluta, y el respeto a la legalidad (rule of law), que prefiere eludir e ignorar porque le obligaría
a presentar su dimisión. Y esta elección de Rajoy, que burla el imperio de la
ley armado con el voto popular, es análoga a la que también adopta Artur Mas
cuando desprecia la legalidad constitucional española en nombre de la soberanía
popular catalana. Mas invoca la soberanía popular para eludir la ley convocando
un referendo ilegal, y Rajoy invoca su mayoría absoluta para negarse a dimitir,
como debería hacer tras haber perdido su legitimidad política destruida por la
confesión de Bárcenas.
Dicho de otro modo, Rajoy se ampara en su legitimidad de origen que
le confiere mayoría absoluta porque la confesión de Bárcenas le ha hecho perder
su legitimidad de ejercicio. Ahora bien, sin legitimidad de
ejercicio no se puede gobernar más que autocráticamente, nunca democráticamente. Por lo tanto, para
poder pasar a la historia como un gobernante democrático digno de su cargo,
Rajoy está obligado a tratar de recuperar su legitimidad de ejercicio, ya que
no parece dispuesto a presentar su dimisión como debería hacer. Pero solo podrá
recuperar su legitimidad de ejercicio refundando nuestro régimen democrático
sobre bases institucionales enteramente nuevas.
La tentación del autócrata es decir: el Estado soy yo.
Y en el caso actual de Rajoy así ocurre en verdad, pues tras la confesión de
Bárcenas la deslegitimación del régimen es también la deslegitimación de Rajoy.
Por lo tanto, la única forma de recobrar su propia legitimidad como presidente
será reconstruyendo la legitimidad del régimen institucional español. Y eso
solo podrá lograrlo si limpia los establos de Augías. Es decir, si limpia las
tesorerías de los partidos políticos, poniéndolas bajo el control de la
Intervención General del Estado.
Enrique Gil Calvo
Enrique Gil Calvo
Joan
A. Forès
Reflexions
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