Us passo l’article de la Pilar Rahola de l’últim dia del 2013. Molt
encertada la visió de l’Espanya sense il·lusions i sense sentiments, i jo hi
afegeixo que excepte la “mangancia”, castellanisme
que segons la viquipèdia vol dir cualidad de mangante i si se
cerca “mangante” en el Diccionario de sinónimos y antónimos
© 2005 Espasa-Calpe diu:
mangante
· caco, ladrón, chorizo, delincuente
· gorrón, sablista, pedigüeño, gorrista, frescales
Voldria incidir només en que l’apunt que vaig publicar ahir del ciutadà Jordi
Vidal es pot dir que va en el mateix sentit però donant consells des de
Catalunya que, vista la ilusión i la desazón, poc i pocs,
els poden aprofitar!
També us vull recordar l’apunt que vaig publicar l’1 de desembre de
títol: 01/12/13.
Juan José Téllez. Esa España es una mierda. “A veces madre y casi siempre
madrastra”, “Son españoles los que no pueden ser otra cosa”.“España es una
cloaca de corruptos”. “Lo increíble de España es que con una clase política tan
inepta todavía exista el país.
Aquest apunt que inclou l’aforisme de Blas de Otero que cita la Pilar Rahola, acaba la reflexió amb aquesta frase lapidària, com totes les de l’apunt: Pero esa España
chufla y beata, excluyente y beoda, medieval, caudilla y pejiguera
probablemente ignore que la libertad no tiene precio.
I ara l’article
de la Pilar Rahola:
LA ILUSIÓN.
En España no sólo funcionan mal los que mandan, sino también los que obedecen", dijo el iconoclasta Fernando Fernán Gómez, consolidando su fama de malhumorado exquisito. Y visto lo visto, ¿quién podría quitarle la razón? Blas de Otero aseguraba que España era madre y madrastra, a la vez miserable y hermosa, y mostraba su dolor por una idea que amaba y sin embargo despreciaba. Ese mismo sentimiento dual me expresaba un conocido periodista de la Villa y Corte: "El problema de España es que no nos hace ilusión". Y añadía que esa era la gran baza de los catalanes: "Vosotros tenéis un proyecto llamado Catalunya que os ilusiona, nosotros no sabemos cuál es el proyecto de España, y lo que parece no hace ninguna gracia". Cuando le pregunté por qué no lo escribía me dijo que no quería ahondar en el pesimismo. Pero lo cierto es que alguien debería escribir esas cosas sobre España, desde el propio sentimiento español, porque a España le sobra crítica hacia Catalunya y le falta autocrítica, con permiso de Salvador Pániker, que algo lo intenta, pero machacando primero a los catalanes.
Como escribí alguna vez, el problema catalán sólo es una derivada del grave, endémico y enfermizo problema español. Esa incapacidad de tejer complicidades, de pactar en lugar de imponer, de amar la diferencia en vez de despreciarla, de respetar, en lugar de demonizar... Ese nacionalcatolicismo, que ahora vuelve por los cerros de Gallardón... La España de la Contrarreforma nunca se fue, aunque hubo tantos Jovellanos, Aranguren y Machado que intentaron reinventarla.
De ahí la ilusión de unos y el desánimo de otros. A pesar de los enigmas y las zonas oscuras del proceso catalán, cuyo camino presenta lógicas incertidumbres, una gran mayoría de la población lo vive con una pasión insólita en los tiempos de la desafección política.
Catalunya es, hoy por hoy, un proyecto ilusionante, cuyos interrogantes solo sirven para incentivar aún más el entusiasmo de muchos, no en vano la idea de cambiar la historia y reinventar un país es tan compleja como seductora. A la inversa, y definitivamente enterrado el espíritu de la transición, ¿cuál es el proyecto de España, qué ofrece más allá de irse intercambiando los poderes a ambas orillas ideológicas, culpar a los catalanes de las plagas bíblicas y usar las leyes para esconder la incapacidad de los pactos? ¿Cuál es su sentido colectivo? Y es aquí donde entiendo a mi reputado periodista, convencido español, y a la par huérfano de cualquier atisbo de orgullo patrio. Lo cual no es cosa menor porque las realidades territoriales no se hacen a golpe de discurso real, dogma de fe constitucional, y ley en ristre, sino a través de la creación de ilusiones colectivas que tengan un sentido más allá del sentido impuesto. Y es ahí donde Catalunya teje complicidades y España las quiebra. Por eso una es ilusión y la otra desazón.
Pilar Rahola
Joan
A. Forès
Reflexions
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