Benvolguts,
Encara ahir ens queixàvem de la manca de dades
fiscals i financeres dels darrers tres anys que el Ministerio de Hacienda
hauria de publicar al dia!
Amb aquest article “Sobre balanzas fiscales”, resposta a l’article d’Ángel de la Fuente, que polemitzava sobre
algunes declaracions seves, el professor Mas-Colell dóna una notícia agradable,
que jo no em
crec, i és que el Ministerio de Hacienda ha fet públiques
les dades de base sobre les quals es poden calcular las balances (“y muchas otras cosas”).
Tal com diu el professor Mas-Colell “Disponer de las bases de datos es realmente lo esencial.”
D’altra part, una proposta
realment genial és la que Mas-Colell fa al Ministerio:
“¿Por qué no lleva
a cabo, usted o sus colaboradores, un análisis
coste-beneficio del proyecto de inversión “autogobierno de Cataluña?
Por supuesto, desde el punto de vista español. Ni
esperaría de usted ni le pediría otra perspectiva, pero considere usted la posibilidad de que la negación del autogobierno catalán entorpezca
seriamente el objetivo del progreso económico español, de que la pasión
por la uniformidad sea una pasión destructiva también para España.”
Malgrat que ja sabem que
els projectes d’inversió espanyol no s’han regit mai per l’anàlisi
coste-beneficio. Això ho tenim tots molt clar fins i tot el ninotaire Ferreres amb
aquest inapreciable acudit gràfic, del temps de ZP i Blanco, que amb el PP
continua sent idèntic.
Si s’haguessin alguna
vegada regit per aquest criteri no s’haurien projectat línies de TGV a Galícia
o a Extremadura o a Canfranc (corredor central) sinó que abans de res s’hauria
primat el
corredor mediterrani d’Algesires a La Jonquera i Portbou!
I ara l’article del professor Mas-Colell:
Sobre
balanzas fiscales
Andreu Mas-Colell en
El País
el 7 marzo, 2014 en Derechos, Economía, Libertades, Nacionalismo, Política, Sociedad
TRIBUNA
El conflicto entre
Cataluña y España no es por el déficit fiscal, es por el autogobierno
El profesor Ángel de la
Fuente publicó unas semanas atrás en estas páginas un artículo sobre las
balanzas fiscales. En el mismo polemizaba sobre algunas declaraciones mías. Me
siento, en consecuencia, estimulado para formular tres comentarios al hilo de su
artículo y, de manera más general, de las discusiones y controversias sobre el
significado y las implicaciones de las balanzas fiscales.
En primer lugar, me felicito porque por
fin, y a raíz de la publicación del trabajo del profesor De la Fuente y sus colaboradores,
el Ministerio de Hacienda ha hecho públicos los datos de base sobre los cuales
se pueden calcular las balanzas (y muchas otras cosas). Hacía mucho tiempo (por escrito, exactamente
desde el 21 de febrero de 2013) que desde la Generalitat de Cataluña los
reclamábamos infructuosamente. Más vale tarde que nunca.
Disponer de las bases de
datos es realmente lo esencial. A partir de ellas la comunidad académica, incluida la
internacional (hay muchos centros de investigación económica aplicada en el mundo
de gran competencia en asuntos como este), llevará a cabo la tarea de
elaboración, análisis, discusión y crítica que se espera de ella. Y no lo
duden: de ahí saldrá luz. Por supuesto, también los servicios técnicos de la
Generalitat podrán continuar la serie que confeccionaron sistemáticamente
mientras dispusieron de datos (la última entrega corresponde al año 2010). Y,
por supuesto, contamos con que el ministerio hará lo propio (como hizo una vez
en el pasado, en concreto para el año 2005).
No hay una sino diversas balanzas
fiscales entre la Administración central (inclusive de la Seguridad Social) y
las comunidades autónomas.
Depende de la pregunta que se pretenda responder. En líneas generales, las
balanzas son de dos tipos: las que se ajustan al método carga-beneficio y las que se
ajustan al método
del flujo monetario. Sin ánimo de ser muy precisos podríamos decir
que la diferencia principal entre ellas radica en el cómputo de gastos: por el método
carga-beneficio se imputan a la comunidad autónoma los gastos que proveen
servicios públicos a sus ciudadanos, se realicen donde se realicen; por el método del
flujo monetario se imputan a la comunidad autónoma los gastos de todo tipo que
se realizan en su territorio.
En principio, no está
predeterminado cuál de las dos balanzas tiene una magnitud superior y quiero
subrayar que ambas
metodologías recogen todos los gastos (incluidos los de los ministerios y los
de Defensa). Es habitual realizar y presentar ambos cálculos, y
desde la Generalitat de Cataluña siempre lo hemos hecho así. Al profesor De la
Fuente, sin embargo, no le gusta el cálculo de las balanzas por el método del
flujo monetario y, un tanto dogmáticamente, anuncia que no lo llevará a cabo.
Considera que es completamente indiferente si un servicio público, digamos la
labor de un ministerio, se realiza desde un territorio u otro.
Es esta una posición
extrema, sobre todo en tiempos de gran desempleo, en que donde se realiza el
gasto público importa, y mucho, para la actividad económica de las distintas
unidades territoriales. Si tan inmaterial fuera no habría mucha resistencia a,
por ejemplo, situar el Tribunal Constitucional en Sevilla (en Alemania está en
Karlsruhe). En todo caso me limito a un enunciado modesto: la localización del gasto importa lo suficiente
como para que valga la pena calcular la balanza por el flujo monetario. No es
muy difícil hacerlo una vez los datos están disponibles.
Finalmente, el profesor
De la Fuente señala (con un espíritu de “ahí te he pillado”) unas
manifestaciones mías favorables al principio de que quien tenga más pague más e
implícitamente, por tanto, a aceptar, en el contexto político-fiscal del
presente, un déficit fiscal catalán. No debería sorprenderse el profesor De la
Fuente. En su
raíz, el conflicto político entre los Gobiernos de Cataluña y de España, ambos
plenamente democráticos, no es sobre déficits fiscales. Es sobre autogobierno. Los
ciudadanos de Cataluña han sido fiscalmente solidarios, y no en menor cuantía,
durante muchos años con los del resto de España, pero también han reclamado
durante muchos años solidaridad recíproca en aspectos para nosotros medulares:
en respeto a nuestra diferencia y en autogobierno. Y, sin embargo, nos hemos movido en la
dirección opuesta. La enfermiza pasión por la uniformidad y el centralismo se
ha intensificado con el actual Gobierno del Estado.
Termino con una
sugerencia al profesor De la Fuente que va más allá de las balanzas fiscales.
¿Por qué no lleva a cabo, usted o sus colaboradores, un análisis coste-beneficio del proyecto de
inversión “autogobierno de Cataluña”? Por supuesto, desde el punto
de vista español. Ni esperaría de usted ni le pediría otra perspectiva, pero
considere usted la posibilidad de que la negación del autogobierno catalán
entorpezca seriamente el objetivo del progreso económico español, de que la pasión
por la uniformidad sea una pasión destructiva también para España.
Un ámbito para mí familiar y sobre el que tengo responsabilidades de gestión,
el de las universidades y la investigación, puede ser ilustrativo.
En investigación Cataluña ha progresado
enormemente en los últimos 20 años. Contamos en el mapa europeo de la ciencia. Y de ello, claro está y como es lógico, se ha
beneficiado la realidad y la reputación científica española. No puedo hacer una
afirmación tan rotunda de progreso por lo que respecta al mundo universitario.
Ahí queda mucho recorrido pendiente. ¿Por qué la diferencia? Es muy simple. En
investigación hemos tenido márgenes (frágiles) de autogobierno que han sido
fundamentales para hacer posible la innovación institucional. Nos hemos podido
alinear con Europa. En universidades no ha sido. Las universidades deben vivir con un corsé
normativo atípico en Europa e inspirado por lo que estoy denominando como
pasión por la uniformidad, que ha frenado su competitividad y sus impulsos
renovadores.
Me parece evidente que,
como en el caso de la investigación, el autogobierno de Cataluña favorecería
las iniciativas universitarias de corte más europeo y mejorarían la
competitividad de las universidades catalanas y, con ellas, las españolas. Si
esta afirmación parece exagerada o pretenciosa basta con ponerla a prueba para
confirmarla o desmentirla.
Andreu Mas-Colell es consejero de Economía y Conocimiento de la
Generalitat de Cataluña.
Joan
A. Forès
Reflexions
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