Benvolguts,
No havia
sentit parlar mai del preclar Linz fins avui! La sociologia no és el meu camp d’especialització!
Malgrat tot,
ni el Linz ni els autors de l’article no s’han plantejat la restitució a la
Nació Catalana de les seves constitucions seculars arrabassades per la força de
les armes. El Linz és un federalista irredempt. Els articulistes no hi veuen més
enllà dels seus ulls. Cap d’ells es planteja el perquè de la necessitat de
secessió de la Nació Catalana. Per tant tot el que ve al darrere no té sentit!
El tal Linz,
llegint el seu article del 1999, demostra que és un federalista compulsiu, que
només hi veu pels ulls del federalisme.
Hi ha alguna
frase o concepte positiu a l’article com:
“España es hoy un Estado para todos los españoles,
una nación-Estado para una gran parte de ellos, y sólo un Estado –pero no una nación– para algunas minorías
importantes”.
“Madrid” tenía poco que ofrecer a la periferia y
contaba, además, con pocos recursos para la castellanización.
En 2013 no sólo son cada vez más, al menos en
Cataluña, los que consideran España un Estado y no una nación, sino que crecen
también los que consideran a Cataluña –y no a España– su única nación y, en
consecuencia, apuestan por dotarse de un Estado propio.
Però no passen d’aquí! Total: No res!
I si aquest Linz era tant important per què no
va dir ni piu davant de la massacre que l’Estat espanyol està perpetrant contra
la Nació Catalana des de sempre. Espoliació continuada del 14% del PIB a les
Illes, del 8,5% al Principat i del 7% al País Valencià. Menyspreu i atac a la
llengua i la cultura catalanes, el 1978 al País Valencià, el 2012 a la Franja
de Ponent, el 2013 a les Illes Balears, l’atac a la immersió lingüística al
Principat, les lleis Wert, etc.
Per tant no us els cregueu en res!
¿España se rompe?
¡Leed a Linz
Astrid Barrio y Juan
Rodríguez Teruel en Agenda Pública de eldiario.es
el 6 octubre, 2013
La obra de Linz es
indispensable para entender algunos de los problemas fundamentales de la España
contemporánea. Resulta especialmente pertinente recuperar algunos de sus
planteamientos sobre
la construcción del Estado-nación en España y el desarrollo de los
nacionalismos periféricos. Los autores, politólogos los dos, afirman
que si nuestras élites políticas hubiesen leído a Linz, podríamos haber
evitado la situación actual.
Esta semana la comunidad
de politólogos y sociólogos estamos de luto. Ha fallecido Juan J. Linz, no sólo el
politólogo-sociólogo “español” más reconocido internacionalmente, sino un
verdadero referente para todos nosotros y probablemente también para las
generaciones venideras. Su obra es sumamente prolífica y aborda las
principales cuestiones de la democracia contemporánea (y su reverso): ¿cuál es
la naturaleza de los autoritarismos y los totalitarismos?, ¿por qué se hunden
las democracias?, ¿por qué es preferible el parlamentarismo al
presidencialismo?, ¿por qué las élites políticas son esenciales para entender
los resultados de la política?, ¿son todos los partidos iguales?, y tantas
otras. Sea cual sea nuestro campo de especialización, probablemente haya pocos
politólogos que no hayan recurrido a él y en cuyos trabajos no se deje sentir
su impronta.
Uno de los aspectos más
destacables de su obra, que como todo trabajo científico es susceptible de ser
discutida y contrastada, es que resulta indispensable para entender algunos de
los problemas fundamentales de la España contemporánea. Además de sus
aportaciones sobre elites y partidos, resulta especialmente pertinente
recuperar algunos de sus planteamientos sobre la construcción del Estado-nación en España y el
desarrollo de los nacionalismos periféricos.
En 1973 Linz afirmó que España se había
construido como Estado pero había fracasado en su intento de construir una
nación: “España
es hoy un Estado para todos los españoles, una nación-Estado para una gran
parte de ellos, y sólo un Estado –pero no una nación– para algunas minorías
importantes”. Linz atribuyó este fracaso, en parte, al hecho de que
España se había creado como Estado antes de la primavera de los nacionalismos,
que se inaugura a partir de la revolución francesa y entra en crisis justamente
cuando ese movimiento eclosiona a finales del siglo XIX. También lo atribuye a
que “Madrid” (y lo dice así, no nos hemos contagiado del lenguaje usado por los
nacionalistas
periféricos) tenía poco que ofrecer a la periferia y contaba, además,
con pocos recursos para la castellanización. Hoy ese fracaso no solo
se ha mantenido tras décadas de democracia europeizada, sino que, como muchos
podríamos sostener, se ha acrecentado a pesar de las esperanzas que Linz había
depositado en la construcción de un régimen democrático. En 2013 no sólo son cada vez más, al menos en
Cataluña, los que consideran España un Estado y no una nación, sino que crecen
también los que consideran a Cataluña –y no a España– su única nación y, en
consecuencia, apuestan por dotarse de un Estado propio.
Linz reconocía la
plurinacionalidad de España y abogaba porque la periferia se incorporase activa
y lealmente al centro, participando políticamente incluso en el gobierno,
contribuyendo a su desarrollo económico y garantizando el desarrollo
igualitario de los territorios. Décadas después, podemos concluir que la
periferia ha sido clave efectivamente en el desarrollo español y la igualación
social de sus territorios, aunque la implicación de los nacionalismos en la
gobernación de España ha sido desigual, indirecta y a menudo sin pasión. A
pesar de figuras como Narcís Serra, Miquel Roca, Jordi Solé Tura y otros
catalanes cuya aportación a la democracia ha sido determinante, los nacionalismos
periféricos han tendido a rehuir responsabilidades directas en el
gobierno del Estado. Y aunque hay que asumir que los diseños políticos nunca
son definitivos y que siempre van a producirse acomodos, el Estado no sólo no
ha sabido reconocer esa contribución sino que tampoco ha querido dar respuesta
a las aspiraciones de un nuevo acomodo. Se preguntaba Linz “¿Por qué ha resultado imposible resolver
los problemas de España mediante alianzas entre los líderes más capaces de la
periferia –especialmente en Cataluña– y los líderes nacionales en Madrid?”.
Eso mismo podemos preguntarnos 40 años más tarde. Debemos seguir apostando,
como hacía Linz, por respuestas que sólo pueden ser “consociativas”. Existen
fórmulas políticas que permiten la convivencia en los Estados plurinacionales,
y el propio Linz las expuso en el ensayo que inauguraba la
Revista Española de Ciencia Política en 1999. En 1973 la alternativa a la solución de
consenso era el mantenimiento del autoritarismo. Hoy la alternativa
parece ser más bien, al menos para muchos catalanes, la opción secesionista.
Estamos ante un problema
secular, y, al igual que hizo Linz con maestría y genialidad, a las distintas
generaciones de politólogos y sociólogos nos tocará seguir insistiendo en el diagnóstico y en las
posibles vías de solución. Aunque quizás si nuestras élites
políticas hubiesen leído a Linz, podríamos haber evitado estos derroteros.
Jóvenes con aspiraciones políticas en España, por favor, ¡leed a Linz!
Un comentari interessant:
- España es un pais extraño. Conoce como "naciones periféricas" sus partes más vivas, más productivas, mas pobladas, más comunicadas, y todo el contrario, al centro, al desierto, al corte que vive de la riqueza de las "periferias", se (auto) atribuye el papel de km 0 en todo, el gobierno de todos incluso.
El uso de el término
"periférico" en este artículo no es inocente, y con la lógica
humildad delante de una figura como Linz, creo que se puede preguntar, desde
"provincias", si España es la respuesta y la solución, ¿qué podría
ser la pregunta?
Juan José Linz
De ViquipèdiaJuan José Linz Storch de Gracia (Bonn, Alemanya, 1926) és un sociòleg espanyol.
Biografia[modifica | modifica la font]
Nascut el 24 de
desembre de 1926
a la ciutat alemanya de Bonn
de pare alemany i mare espanyola, es traslladà amb la seva família des
d'Alemanya fins a Espanya
el 1932. Estudià
batxillerat a Madrid,
llicenciant-se en Dret
i Ciències Polítiques per la Universitat
Complutense de Madrid, i ampliant els seus estudis amb la llicenciatura de sociologia
a la Universitat de Columbia als Estats
Units. El 1961
esdevé professor d'aquesta universitat, iniciant una sèrie d'investigacions empíriques que van exercir
una gran influència en la sociologia espanyola del moment.
Després de retornar breument a Espanya per iniciar el
curs a la nova Universitat Autònoma de Madrid es traslladà a la Universitat de
Yale el 1968,
exercint de professor convidat en diferents universitats
d'arreu del món com Berkeley, Standford, Heidelberg, Munic, Humboldt de Berlín
i Florència.
El 1981 fou guardonat amb el Premi Europa d'assaig per la seva obra
La caída de los regímenes democráticos.
El 1987 fou
guardonat amb el Premi Príncep d'Astúries
de Ciències Socials per la seva
rellevant aportació a la sociologia política contemporània. El 1996 rebé a Uppsala el Premi
Johan Skytte de Ciència Política.
Les seves investigacions i publicacions han versat
sobre règims totalitaris i autoritaris, sociologia comparada del feixisme, la
fallida de les democràcies, les transicions a la democràcia, els tipus de
règims democràtics especialment el presidencialisme, els nacionalismes,
religió i
política, els partits polítics, la sociologia electoral, les elits polítiques,
locals, empresarials i intel·lectuals i la història social d'Espanya.
Joan
A. Forès
Reflexions
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