Benvolguts,
Tinc preparat un comentari al darrer article
de Vicenç Navarro de títol Los silencios
del Papa Francisco, continuant amb el tema de la multibeatificació nacional-catòlica-feixista
del diumenge passat a Tarragona. Per al·lusions ja que en Navarro l’esmenta
comento avui l’article Beatos y cínicos
de José Maria Garcia Márquez.
José Maria Garcia Márquez 14/10/2013
Vaya por delante que en mis investigaciones no me
he tropezado nunca con ninguno de los religiosos beatificados el pasado 12 de
octubre en Tarragona. Y de veras que lo lamento, aunque de todas formas existe
un problema operativo: las declaraciones de los testigos en las causas de
beatificación son secretas y los historiadores no pueden verlas. De
tal forma que sería imposible contrastarlas con otras y con diversas fuentes
documentales. Ese
secretismo, que sería inadmisible en una disciplina científica como la
historia, sigue siendo practicado por la Iglesia católica. Así, por
ejemplo, si la Iglesia nos dice que fulanito murió "perdonando a sus
verdugos", tendremos que utilizar la "fe" para creerlo, pues no
podremos contrastar al testigo que supuestamente presenció la muerte del beato
y, por tanto, contradecir o negar su testimonio. Es una práctica vieja esta del secretismo en la
Iglesia. Siempre les ha ido bien con ella y no tienen, por tanto, que
cambiarla.
Además, esas cosas para la Iglesia son terrenales
y es cuestión de darles tiempo. A veces, incluso, consideran que deben de reconocer algo y
entonces no tienen inconveniente en confesar ciertos errores de la Iglesia,
como ocurrió con Galileo. El problema, claro, es que cuando llegó
esta confesión de la mano del papa Wojtyla, Galileo llevaba más de tres siglos muerto
y, no obstante, la comisión que creo el mismo papa determinó que la postura de la
Iglesia había sido la correcta y que Galileo anduvo equivocado, postura que el
siguiente papa Ratzinger ratificó íntegramente. Y eso en el caso de
Galileo. No sabemos que habría hecho el papa Francisco que, en otro gran
ejercicio de fe para los contrarios, nos dice ahora que nunca ha sido de
derecha.
En nuestro país tampoco la
Iglesia fue nunca de derecha durante la Segunda República y la dictadura. Es
cierto. Su posición se situó en la extrema derecha y así continuó durante años hasta
que la descomposición de su gran aliado, el franquismo, le hizo adoptar
precipitadamente posturas más acordes con los tiempos que se avecinaban. Como
decía el historiador Ricard Vinyes: la Iglesia no colaboró con el franquismo, la Iglesia formó
parte del franquismo. La beligerancia de la Iglesia la colocó con claridad
junto a los militares golpistas y terratenientes y, como ellos, recibió la
violenta contestación de la exacerbación popular desatada por el golpe.
No había ninguna diferencia en la fe de los militares golpistas, los
falangistas, requetés o patronos y terratenientes con los religiosos. ¿Y estos
serán llamados mártires y aquellos simplemente muertos? Fueron más, muchos más
aquellos que los religiosos muertos. ¿Por qué después de conspirar unidos, de combatir unidos a la
República, ese interés en diferenciar sus muertos de otros?
Como les decía, no he podido investigar esos
religiosos beatificados en Tarragona, no es el ámbito territorial en el que
desarrollo mi trabajo, pero sí he tropezado con otros casos de religiosos
muertos, incluso algunos de ellos también beatos.
Constantina, por ejemplo, fue el pueblo sevillano
donde más se atentó contra la vida de religiosos. De los catorce religiosos que
murieron en la provincia de Sevilla (menos de los que los franquistas mataron
en el País Vasco), tres fueron asesinados en aquel pueblo. El problema es cómo
explicar por qué dos sacerdotes más (uno de ellos especialmente querido en el
pueblo por su amistad con los pobres) y las religiosas del convento de la
Doctrina Cristiana, fueron respetados sin que nadie atentara contra ellos. ¿Es
que la fe de los tres primeros era distinta de los demás? No. Por supuesto que
no. La
"persecución" no se llevó a cabo contra la Iglesia o contra la fe,
sino contra algunos miembros de la Iglesia, que es bastante diferente.
En Morón de la Frontera, después del
golpe, se llevó a cabo la detención de más de treinta derechistas y entre ellos
tres salesianos. Un cuarto no fue molestado, al igual que los otros ocho
religiosos que había en el pueblo y tampoco sufrieron agresión física alguna
las monjas Jerónimas del convento de Santa María, las Concepcionistas del
convento de San Juan de Dios y las monjas de la Caridad del Hospital Municipal.
¿Se estaba persiguiendo la "fe" de los tres salesianos detenidos
únicamente? ¿Y el resto? ¿Eran descreídos, quizá? Las medias verdades siempre
suelen terminar en grandes mentiras. Pero hay más.
Dos de los salesianos que resultaron muertos (el
tercero sobrevivió) fueron declarados mártires de la fe en la masiva
beatificación de 2007. Pero no murieron por su fe, ni mucho menos, incluso uno
de ellos, el salesiano José Blanco Salgado, estuvo disparando contra los
trabajadores desde el cuartel de la Guardia Civil (es obvio que pese a lo que
diga el papa Francisco, no es muy imitable este mártir). Su muerte fue
miserablemente provocada por el teniente de la Guardia Civil José Chamizo para
intentar él mismo salvarse con los suyos, obligando a un grupo a salir del
cuartel para poder escapar a fuego limpio por otra calle. ¿Dónde están los
testimonios de la beatificación de estas personas? Me gustaría verlos, porque
la información de la que disponemos (publicada y documentada) no guarda
relación alguna con el martirio de estos hombres. Y estos casos en absoluto pueden negar que
otros religiosos hayan sido asesinados por el mero hecho de serlo, pero
evidencian la forma en que se han llevado a cabo los masivos procedimientos de
beatificación. Los crímenes cometidos contra religiosos, como contra
cualquier persona, fueron abominables, pero hay que saber medir el alcance y la
utilización de todos ellos. Los debates tienen que ser claros, públicos y
documentados, lo demás es historia sagrada, no historia.
Por cierto, todavía la
Iglesia de Morón tiene pendiente una deuda, una gran deuda con los
cuatrocientos cuarenta vecinos muertos y ochenta y cinco en paradero
desconocido identificados que ocasionaron los sublevados. Total,
algunos dirán que qué son 525 víctimas moronenses comparadas con la inmensidad
del océano. Pues yo les diré lo que son: tres más que los 522 beatos del 12 de octubre, y estamos
hablando solamente de un pueblo andaluz, con beatos y todo, donde la Iglesia
sigue en silencio. ¿Olvido? ¿Cinismo? Será sencillamente que necesitan más de tres
siglos como con Galileo. Y dicho sea de paso, ¿qué hace un ministro
de justicia en un acto como ese cuando el gobierno que representa no cumple una
Ley como la de Memoria Histórica? ¿No quedamos que es un acto exclusivamente
"religioso" como dice la Conferencia Episcopal?
¿Para cuándo la Iglesia arrodillada ante las
víctimas de la sublevación y la dictadura? Señor Rouco ¿está usted ahí?
José Maria Garcia Márquez Investigador
e historiador
Joan
A. Forès
Reflexions
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