Benvolguts,
¿Asesinar
a la tercera vía?.
Joan Tapia en El
Confidencial
el 8 octubre, 2013 en Derechos, Libertades, Política, Sociedad
OPINIÓN
Desde hace semanas
insisto en que una
gran parte de Catalunya no está de acuerdo ni con la actitud de CDC-ERC, que
proclama que la única solución es la independencia, ni con el inmovilismo de
Madrid. Esta tercera Catalunya, que mayoritariamente no fue a la
‘Via Catalana’ del pasado 11 de septiembre pero que sabe que se trata de un
movimiento de fondo que requiere una salida política, ha emergido con la
propuesta de Duran i Lleida de una tercera vía, que viene a coincidir grosso
modo con la reforma federal de la Constitución que propone el PSC y que Rubalcaba ha aceptado (excepto en el
derecho a decidir).
Y el almuerzo de la
pasada semana entre los democristianos Duran i Lleida y Joan Rigol -el
autor de un moderado manifiesto por el derecho a decidir que encargó Artur
Mas y que fue avalado por la patronal catalana (el Foment) y por el PSC,
pero que luego CDC y ERC arrinconaron en la principal resolución del reciente
debate de política general- con los socialistas catalanes Pere Navarro y
Miquel Iceta, ha sido su bautismo de fuego.
De repente, los
promotores de la tercera vía han sido atacados con cierta virulencia tanto
por el independentismo catalán -Mas dijo que las terceras vías han fracasado en
los últimos cien años- como por el Gobierno de Madrid. Rajoy ninguneó la propuesta declarando que no
sabía lo que era la tercera vía. Ni Mas ni Rajoy están dispuestos a
bajarse de sus caballos (el independentismo y el inmovilismo), aunque
puedan tener un oculto e inestable pacto para evitar el frontal choque de
trenes en el 2014 y ver lo que sucede tras las elecciones generales del 2015.
Al Gobierno catalán -y
sobre todo a ERC- la tercera vía le molesta porque podría romper la tensión
independentismo-centralismo y porque recientes encuestas ponen de relieve
que la independencia -que tiene ligera siempre que no suponga la salida del
euro- sería la opción perdedora si Madrid negociara un nuevo pacto fiscal. Un sistema de
financiación para Catalunya que acotara la solidaridad entre comunidades con la
“ordinalidad”: que ninguna comunidad solidaria se encontrara después con menos
recursos por habitante que otra receptora.
Por eso -y porque a CDC
le da pavor que ERC pueda superarla en las próximas elecciones europeas- el conseller
Francesc Homs propuso el domingo una lista conjunta CiU-ERC (Duran está
en contra) que sirviera para que se pudieran contar los partidarios de que la
solicitada consulta abra el camino a la independencia. Homs propone que las
europeas se conviertan en el “ensayo general de la consulta” y marginar así el
interés que en muchos sectores -especialmente el alarmado empresariado- ha
generado la tercera vía.
Pero el desprecio más
frontal a esta no ha sido el de Rajoy, sino el de los Presupuestos Generales
del Estado para el 2014. La reivindicación catalana de siempre es que la
inversión del Estado en Catalunya equivalga al porcentaje del PIB catalán en el
español (el 18%), algo que curiosamente -es uno de los motivos por el que los
catalanes creen que están maltratados- no se ha logrado nunca, pero lo peor de
los presupuestos del 2014 es que mientras la inversión media regionalizable del
Estado baja una media del 8%, la inversión en Catalunya caería un 25%.
Así la inversión en dicha región sería
el 9,6% del total, lejos no sólo del ansiado 18%, sino incluso por debajo del
11,9% del 2013. Una parte nada
despreciable del empresariado catalán cree que sólo se puede entender como una provocación
y un rechazo puro y duro a cualquier negociación. Pero curiosamente el
posibilismo se ha reavivado porque tanto el presidente de la Cámara, Miquel
Valls, que ‘contemporiza’ con la Generalitat, como Gay de Montella,
presidente del Foment, que ha explicitado que no quiere ir más allá del pacto
fiscal, han firmado un artículo conjunto (hace unos meses se distanciaron por
su distinta actitud ante la Generalitat) pidiendo que la inversión pública
presupuestada para Catalunya se modifique en el trámite parlamentario.
Por otra parte, Duran i
Lleida y Pere Navarro quieren sumar a ICV (una versión catalana y más
pragmática de IU) a la ‘tercera vía’ y Joan Herrera, el líder de ICV que
no quiere identificarse con los partidos del establishment, no se cierra
a esa posibilidad. En una entrevista en El Periódico de Cataluña el
pasado domingo se oponía a que la pregunta de la hipotética consulta llevara a
un sí o un no a la independencia (como pretende ERC y una parte importante de
CDC). Herrera dice textualmente: “El enemigo es el centralismo y la pregunta tiene que ser
muy amplia para que incluya a todos lo que no aceptan este trágala”.
Herrera señala bien el problema. La independencia quizás no sea mayoritaria,
pero el rechazo al centralismo es casi unánime en Catalunya mientras que
el Gobierno de Madrid está cerrado en banda. No son sólo los presupuestos del 2014. La líder del PPC, Alicia Sánchez
Camacho, que intenta un duro y difícil esfuerzo de aproximación al punto medio
de la sensibilidad catalana, presentó ayer a la cúpula del PP una moderada
propuesta diferenciada de financiación para Cataluña que pretendía que fuera un
puente entre Madrid y Barcelona.
El Gobierno catalán la
descalificó antes de conocerla pese a que los votos del PPC fueron los que
hicieron viable la política presupuestaria de Artur Mas del 2010 al 2012 (Mas
vive gracias a un presupuesto prorrogado que en su día votó el PPC). Pero lo más
incomprensible -incluso aberrante- es que algo que pretendía aproximar
posiciones fuera descalificado de un plumazo por la dirección del PP y por Cospedal. El ministro
Montoro ya ha esgrimido lo de la sagrada igualdad de los españoles, pero lo
cierto es que Euskadi y Navarra tienen un sistema de financiación diferenciado
y que la
inversión pública per cápita presupuestada en Cataluña del 2004 al 2014 ha sido
de 3.755 euros frente a una media española de 4.628.
Ante el rechazo del PP a
las propuestas de Alicia Sánchez-Camacho, el portavoz del PSOE, Óscar López,
le deseó suerte ante Rajoy y le dio la bienvenida al club de los que quieren
cambiar algo para que la relación entre Cataluña y España no se deteriore más.
Pero me temo que el desprecio del PP a la siempre disciplinada Alicia
Sánchez-Camacho sea visto en Catalunya como la prueba del nueve de que Madrid
(quizás España) sólo entiende el centralismo del ordeno y mando. ¿Quiere el PP
asesinar todo conato de tercera vía? ¿A quién beneficia?
Joan Tapia en El
Confidencial
Joan
A. Forès
Reflexions
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