Benvolguts,
El Company Carles Marc del Grup d’Opinió GOAL em fa arribar
aquest clarificador article del 2011 del mestre Enric Juliana de nom Así empezó el 'café para todos'.
Crec que és d’obligada lectura si es vol aprofundir en com va anar la transició borbònico
franquista, sèrie d’episodis mig explicats i guardats en les
hemeroteques, que els ciutadans que hi érem hem també mig oblidat, fins ara no
excessivament divulgats, però que els Gobiernos espanyols usen dosificadament
sempre que pretenen, i ho aconsegueixen, dominar-nos amb la informació
confidencial que entre ells i la magistratura tenen molt ben amagada.
Recordem uns quants llocs comuns o frases comunes, algunes
de la picaresca i altres de la política, del règim franquista i de la transició,
alguns dels quals surten a l’article:
·
Qué
hay de lo mio?
·
Vuelva
mañana!
·
Usted
no sabe con quién está hablando!
·
Hemos
ganado! Y tú con quien estás? No sé, pero hemos ganado...
·
Yo
soy partidario de la apertura…de cráneos!
·
España
una y no cincuenta y una!
·
Café para todos
·
No vamos a ser menos!
Com que a l’article es parla
d’Adolfo Suárez anem a la Viqui:
Adolfo
Suárez González (Cebreros, Ávila, 25
de septiembre de 1932-Madrid, 23 de marzo
de 2014)[1]
[2]
fue un político
y abogado español, presidente del Gobierno de España
entre 1976 y 1981.
Suárez fue
una figura importante del proceso de la Transición Española, donde se dejó atrás el régimen dictatorial del general Francisco
Franco y se pasó a formar un sistema
democrático. Consiguió, tras ser nombrado presidente del Gobierno por el rey
Juan
Carlos I en 1976 y a pesar de ser un desconocido para la opinión pública
del momento, que se llevaran a cabo diversas medidas que reformaron el sistema
previo como la autoliquidación de las Cortes Franquistas o la legalización de los
partidos políticos (incluida la del Partido Comunista de España).
Estudió la
carrera de Derecho por libre en Salamanca, titulándose no sin
dificultades.[9]
En 1955, conoció al falangista vinculado al Opus Dei[14]
Fernando Herrero Tejedor, quien acababa de
ser nombrado gobernador civil y jefe provincial del Movimiento en Ávila y se convertiría en su tutor político desde entonces, ayudándolo a afianzarse en dicha
profesión.[9]
Desempeñó
diferentes cargos dentro de las estructuras del franquismo
de la mano de Herrero Tejedor. De
esta forma, en 1958,
pasa a formar parte de la «Secretaría General del Movimiento» ascendiendo, en 1961, a Jefe del
Gabinete Técnico del Vicesecretario General, procurador en Cortes por Ávila en 1967[16]
y gobernador
civil de Segovia en 1968.
En 1969 es designado
Director General de Radio Televisión Española, donde ya había
desempeñado otros cargos entre 1964 y 1968.
En abril de 1975,
nuevamente de la mano de Herrero Tejedor, es nombrado Vicesecretario General del Movimiento. El 11
de diciembre de 1975, entró en el primer
gabinete de Arias Navarro formado tras la muerte de Franco.
Por sugerencia de Torcuato Fernández Miranda, Adolfo
Suárez fue nombrado Ministro-Secretario general
del Movimiento.[17]
I ara l’article:
La 'Constitución de Gades',
borrador de 1977, dibujaba tres estatutos y
regiones sin parlamento; al Rey le gustaba
Artículos | 23/01/2011
·
Al final hi afegim una opinió del també
franquista Bono:
"El 'café para todos' fue un error que se debe corregir"
¿Cómo le va a usted, Suárez?, preguntó Francisco Franco al joven gobernador
civil. Turrubuelo, Segovia, 4 de julio de 1968. El general se había desplazado a este
pequeño pueblo castellano [de Segovia], a la altura de Sepúlveda, para
inaugurar una modesta estación de ferrocarril de la línea Madrid-Burgos. El gobernador tuvo una rápida respuesta. Llevaba
meses esperando aquel momento. Era ambicioso. Quería llegar lejos.
–No sé qué decirle, Excelencia– respondió Adolfo
Suárez González con su perenne sonrisa de joven promesa del Régimen.
–¿Qué quiere decir?
–Que no sé, Excelencia, si los segovianos querrán
sentirse ciudadanos de segunda clase...
Franco ni se inmutó, como era habitual en él, pero
dejó escapar un breve susurro: “Venga a verme...”.
Al cabo de unas semanas, Suárez insistía ante el
Generalísimo en el papel que podía tener Segovia
en la descongestión de Madrid y obtenía una nota dirigida a Laureano López Rodó, a la sazón
ministro comisario del II Plan de Desarrollo, para que fuese calificada como
provincia de “acción especial”.
La anécdota es rigurosamente cierta y está
extraída del libro 'Adolfo Suárez,
ambición y destino' (Debate, 2009), del periodista Gregorio Morán, sin duda
la mejor biografía que se ha escrito (en 1979, revisada posteriormente) sobre
el hombre que conservaba las claves decisivas de la transición en una memoria
hoy imposible de descriptar. Adolfo Suárez tuvo siempre una gran voluntad de poder. Y dispuso de una habilidad innata para captar el
pálpito de un país que había dejado de pasar hambre y comenzaba a intuir
horizontes de mejora.
“¡No
vamos a ser menos!”. En el gobierno civil de Segovia nació la filosofía
profunda del café para todos.
Fue un proceso complejo. No es verdad que la actual división de España
en 17 autonomías sea fruto de una directa imposición militar, temerosa de los
ecos de la Segunda República, que sólo aprobó los estatutos de Catalunya y el
País Vasco y no llegó a tiempo de refrendar el de Galicia. Transmitido
de generación en generación, ese tópico amenaza con desfigurar la génesis de la
descentralización española, hoy sometida a una arrolladora campaña de
desprestigio, con foco en el Gran Madrid, distrito federal. Ante la
demagogia rampante, no está de más repasar cómo empezó todo. Y descubrir que
España estuvo a punto de emprender otro camino: más atento a la tradición, más
historicista, más asimétrico, quizá más prudente; menos homogeneizador. Para ello conviene
establecer como primera verdad que el ejército vencedor de la guerra 1936-1939
era, ante todo y por encima de todo, partidario de mantener la tutela militar
sobre el poder civil, aun aceptando una lenta democratización del país.
ETA mataba casi cada semana y cualquier mención a la autonomía –una, dos, tres,
o diecisiete–, provocaba malestar en los cuarteles. El café para todos fue entendido como una
jugada hábil por los altos oficiales más inteligentes, pero el brebaje se
calentó en otros fogones y por otros motivos. Por otras astucias.
En marzo de 1977,
cuatro meses antes de las primeras elecciones democráticas, Adolfo Suárez
celebró un almuerzo en Madrid con su fiel colaborador José Manuel Otero Novas,
entonces jefe de la subsecretaría técnica de la Presidencia del Gobierno, y
varios técnicos de la fontanería de la Moncloa.
La comida tuvo lugar en el restaurante Casa
Gades, propiedad del fallecido bailarín Antonio Gades, en el número 4 de la
calle Conde de Xiquena, en la zona ministerial del paseo de la Castellana.
Suárez –lo cuenta Morán en un perspicaz pie de página– deseaba celebrar el
redactado final del primer borrador de la Restauración. El borrador
constitucional que la Unión de Centro
Democrático pondría sobre la mesa si lograba ganar las primeras elecciones
libres. La sombra protectora de Torcuato
Fernández Miranda, el estratega que ideó la ley de Reforma Política para proceder a la autodisolución de las
Cortes franquistas, se paseaba por el comedor. Estaban contentos. Y en un
arrebato de alegría decidieron bautizar el documento como la 'Constitución Gades'. Podían haberle
llamado la 'Constitución de Torcuato', pero eran tiempos de reinvención. Antonio Gades,
miembro del Partido Comunista de España, amigo íntimo de Fidel Castro y
compañero sentimental de la cantante Marisol, era entonces uno de los hombres
de moda en España. Era un gran bailarín.
La 'Constitución Gades' consideraba una España
distribuida en dos pisos: tres estatutos de corte federativo y de distinta
sustancia (Catalunya,
País Vasco y Galicia) y una amplia desconcentración administrativa
en el resto del país, con regiones sin potestad legislativa. Tres estatutos
especiales y catorce o quince regiones sin parlamento. Una asimetría similar a la de la Constitución italiana de 1948 (cinco
estatutos especiales: Sicilia, Cerdeña, Valle de Aosta, Trentino-Alto Adigio y
Friuli-Venecia Julia), que a su vez se inspiró en la experiencia republicana
española. Así lo explica Otero Novas en el libro 'Asalto al Estado' (Biblioteca Nueva, 2005), obra en la que este
veterano político democristiano, nacido en Galicia y dos veces ministro con
Suárez (Presidencia y Educación), ha querido reivindicar la existencia de un documento que al
salir de la flamenca Casa Gades nunca más vio la luz.
El Rey estaba a
favor de ese planteamiento, sin duda inspirado desde la lejanía por
Fernández Miranda. Lo cuenta el periodista Abel
Hernández en un libro de reciente aparición sobre las relaciones entre el
Monarca y el primer presidente de la democracia ('Suárez y el Rey, Espasa', 2009). Cronista de 'Informaciones' y
posteriormente director del diario católico Ya, amigo de Suárez y bien
considerado en el entorno del Rey, Hernández ha escrito un libro amable, que en
la página 126 afirma lo siguiente: “El Rey prefería que en vez de la España autonómica y el café
para todos se procediera a una descentralización administrativa, una especie de
mancomunidad de diputaciones, con la excepción del País Vasco y Catalunya, a
los que no había más remedio que darles autonomía. Pero el monarca
se plegó también en esto a la voluntad general, después de no pocos contactos
con unos y con otros y largas conversaciones con el presidente, no siempre de
guante blanco”.
“Excelencia, no vamos a ser menos”. Suárez, ágil y
sinuoso, tenía buen olfato para el pálpito de la España desarrollista y, por si
le fallaba la nariz, en 1977 –meses después de la comida en Casa Gades– nombró ministro
adjunto para las Regiones a un catedrático andaluz que tampoco quería ser
menos. Manuel Clavero Arévalo: el inventor de la cafetera. El
profesor Clavero no formaba parte de la Empresa,
nombre coloquial con el que se conocía al principal núcleo dirigente de la UCD, pero Suárez le respetaba. Había
sido profesor suyo de Derecho Administrativo en la Universidad de Salamanca
(también lo fue de Felipe González en Sevilla). Miquel Roca, ponente
constitucional de la Minoría Catalana e introductor del término "nacionalidades"
en el controvertido artículo dos, le asigna un papel clave en la generalización
del proceso autonómico. “Con todos mis respetos para Otero Novas, debo decir en este
asunto quien más influyó fue Clavero, hasta el punto de romper con la propia
UCD por la cuestión de Andalucía en 1980”.
Suárez guardó la
Constitución de Gades en un cajón. No quiso que la discusión
girase alrededor de un texto de UCD. Quizá no podía. Su partido presentaba problemas de cohesión y
el PSOE, bien asentado por las elecciones de 1977, seguramente no lo habría
aceptado. Felipe González exigía una Constitución prolija y una
discusión abierta. La partida se jugaba en varios tableros y Andalucía, la
región más poblada de España y con mayor número de diputados en el Congreso (61
sobre 350), iba a ser decisiva.
Clavero encarnaba
un regionalismo andaluz de corte pequeño burgués, muy receloso del hegemonismo
industrial de Catalunya. Era llegada la hora de la igualación. “No vamos a ser
menos”. Ejercía el profesor una
notable influencia sobre Alejandro Rojas-Marcos (también alumno de Derecho),
promotor del Partido Socialista de Andalucía (PSA), edificado al margen del
PSOE y para competir con él. Una UCD de fuerte acento andaluz y el PSA eran una
pinza temible para el joven núcleo sevillano que aspiraba gobernar España
cuanto antes. En
un momento dado, Alfonso Guerra, táctico de primer orden, tomó la decisión: el
PSOE levantaba la bandera verde y blanca (la enseña de los Omeyas) y exigía la
convocatoria de un referéndum para sumar la gran región del Sur al grupo de las
comunidades históricas, en el marco de una Constitución finalmente muy ambigua
al respecto. El proceso se escapaba
de las manos de Suárez, ahora debilitado en su magmático partido. El Gobierno
centrista pidió el voto negativo y perdió la consulta del 28 de febero de 1980
(con un escrutinio dudoso en Almería). Clavero Arévalo dimitió,
apuntillando a UCD. El PSOE había ganado la partida. Y en España corría la voz:
“¡No vamos a ser
menos!”.
José Rodríguez de la
Borbolla, presidente de la Junta de Andalucia entre 1984 y 1990,
regionalista convencido, socialista a fuer que sevillano de vieja raigambre
(nieto de un ministro de Alfonso XIII), rechaza la acusación de tacticismo: “No aceptábamos privilegios
y pusimos las bases de un federalismo que España debe acabar de desarrollar”.
Con
el intento de golpe de Estado vino el frenazo. La Loapa.
El pacto de
contención UCD-PSOE de julio de 1981. La igualación por abajo (“No vamos a ser
menos”), teorizada por el catedrático Eduardo García de Enterría y
Martínez-Carande, jacobino de fina pluma. Algo amortiguados los ecos
del 23-F, el Tribunal Constitucional presidido por Manuel
García Pelayo derogó en 1983 catorce de los 38 artículos de la ley armonizadora,
sentando las bases de una igualación por arriba, plasmada en el pacto PSOE-PP de
1992 y ribeteada por dos decisiones de José María Aznar de verdadero alcance: la transferencia del tráfico a los Mossos
d'Esquadra, con el consiguiente refuerzo simbólico del espacio nacional
catalán, y la prórroga indefinida de la ley reguladora del concierto vasco
(excepción fiscal para la eternidad). En una vida anterior, Aznar casi, casi
fue confederal.
José Luis Rodríguez Zapatero prometió lo que
prometió en el 2003, abriendo un nuevo y compulsivo proceso de emulación (“No
vamos a ser menos”); atrapado ahora por una crisis económica cuya brutal
magnitud pocos previeron. El café se está volviendo amargo y España sabe que deberá ser
replanteada. ¿Constitución de Gades?
Enric Juliana
Bono: "El 'café para todos' fue un error que se
debe corregir"
El presidente del
Congreso asegura que las 17 CC.AA. nacieron para contentar al Ejército
Política | 24/01/2011 - 21:38h
Madrid. (Efe).- El presidente
del Congreso, José Bono, ha afirmado hoy que la decisión de
que todas las comunidades autónomas tuvieran el mismo nivel de
autonomía, lo que se conoció como 'café para todos' "no fue una solución" y sí un "error", que aún se está a tiempo de corregir "en la
medida en que es corregible".
José Bono, en la presentación del libro del senador del PNV José Anasagasti, 'Extraños en Madrid', se ha referido al modelo autonómico y al "error" que en su opinión supuso el pretender querer "ser exacta y milimétricamente no diferenciables".Y esto se hizo, según ha explicado,
José Bono, en la presentación del libro del senador del PNV José Anasagasti, 'Extraños en Madrid', se ha referido al modelo autonómico y al "error" que en su opinión supuso el pretender querer "ser exacta y milimétricamente no diferenciables".Y esto se hizo, según ha explicado,
para contentar al Ejército al
acabar la dictadura que amenazaba con sublevarse si la Constitución reconocía
el derecho de autogobierno del País Vasco y Catalunya.
Joan A. Forès
Reflexions
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada