Benvolguts,
Presento la meva solució
a l’impasse de les votacions a Espanya:
Els escons a Madrid són 350. La
meitat +1 són 176. Ja sabem que la posició inicial del PSOE i Podemos era que
formessin un Front
d’esquerres per governar davant de les dretes. Amb la condició sine qua non d’Iglesias de que es
comprometessin tots a proposar un referéndum vinculant (¿) a Catalunya. Cosa a la que
el PSOE fins ara s’hi ha negat. I ha fet un pacte (contracte) amb C’s. Impasse!
Solucions Forès:
Jo proposo analitzar pactes
convencionals, les dretes per un cantó i les esquerres per l’altre. ERC i DL
poden ajudar a Podemos i les seves confluències a guanyar per les esquerres.
A les dretes poden votar com a màxim PP (123) + C’s
(40) + DL (8) + PNV (6) + CC (1) = 178
Escenari 1. Suposem que el PSOE accepta un referèndum vinculant per a Catalunya. I suposem que DL vulgui votar el Front d’esquerres. En aquest cas les dretes com ja hem dit poden tenir 170 vots i les esquerres poden votar PSOE (90) + Podemos (69) + ERC (9) + IU (2) + DL (8) + Bildu (2) + = 180.
Guanya el Front d’esquerres. Ja es poden presentar al debat d’investidura!
Escenari 2. Suposant l’escenari 1 però que DL s’abstingués. Les
dretes tindrien els 170 vots i les esquerres 172.
Guanya el Front d’esquerres. Ja es poden
presentar al debat d’investidura!
Escenari 3. Suposant l’escenari 1 però que DL votés les
dretes.
Guanyen
les dretes.
Escenari 4. En l’article de La Razón s’han inventat també una estrambòtica solució a l’impasse.
S’explica en l’article El pacto de los 143: Sánchez busca ser
presidente por un voto. Mostrem
també l’escenari 4 (de La Razón).
Guanya el Sí. Ja es poden presentar al debat d’investidura!
Crec, però, que aquest pacte
contra natura no funcionarà. Dubto que Podemos s’abstingui. I el “líder” (Pedro
Sánchez) pretén negociar amb Podemos (Iglesias) mentre els equips negociadors (Compromís,
Ciudadanos y PSOE), negocien amb entre ells!
ESPAÑA
/ LA
INVESTIDURA DE SÁNCHEZ
El pacto de los 143: Sánchez busca
ser presidente por un voto
- El PSOE quiere atraer al
«sí» a PNV, Compromís e IU-Unidad Popular, para vencer al bloque del «no»,
formado por PP y los soberanistas.
7 de
marzo. Sólo tres días después de la investidura fallida de Pedro Sánchez, Podemos
toma la iniciativa de reactivar la mesa a cuatro para explorar una vía de
izquierdas tras la insuficiencia del acuerdo entre PSOE y Ciudadanos. El líder socialista
comparece en Ferraz y anuncia que su partido irá de la mano del de Rivera a
todas las reuniones –ya sean de líderes o de equipos negociadores–.
La consecuencia de este «matrimonio de hecho» se consuma horas después, cuando
el portavoz Antonio Hernando declina la invitación de Íñigo Errejón si la
reunión veta la presencia de C’s. El encuentro no llega a producirse. No han transcurrido ni diez días desde esta
declaración de intenciones y los socialistas ya se avienen a negociar, sin
reticencias, al margen de la formación naranja, aunque sin renunciar al apoyo
de sus 40 diputados. «Pedro tiene 131 escaños detrás», repiten desde
su entorno y el objetivo es seguir sumando hasta la mágica cifra de 143 para
salvar –por un escaño– la oposición del PP y los partidos de corte
independentista, que suponen 142. La empresa de articular una mayoría suficiente no es
simple, pasa por granjearse el voto positivo de formaciones con ideologías
diametralmente distintas –lo que
Sánchez define como «mestizaje»– y, sobre todo, por desactivar la
mesa a cuatro de partidos de izquierdas, para que IU-Unidad Popular y Compromís
tomen partido y abandonen el manto obstructor de Podemos.
Sánchez
ha pisado el acelerador. Si bien nadie esperaba movimientos relevantes
hasta después de Semana Santa, el desbloqueo del frente de izquierdas se ha
producido en un tiempo récord. El martes, el líder del PSOE recogía el
guante lanzado por Iglesias para reunirse con él, tras su encuentro con el
president de la Generalitat, Carles Puigdemont. Una cita clave teniendo en cuenta el rol
decisivo que pueden desempeñar los partidos soberanistas en la investidura.
Un intercambio de mensajes y varias horas después, el secretario general del
PSOE se ponía en contacto con el de Podemos para «normalizar» el diálogo entre
ambos de cara a la formación de Gobierno. La conversación telefónica se saldó
en 15 minutos con un resultado: ambos se reunirán en solitario a principios de
la próxima semana. Fijando este encuentro, Sánchez incurre en una doble cesión:
la de acudir sin su socio potencial Rivera y la de hacerlo él, en lugar de su
equipo negociador. Posición que había defendido el PSOE para entablar sus
contactos con Podemos.
Desactivar la mesa a cuatro
Sin
embargo, nada queda ya de la mesa a cuatro. Mientras Sánchez fraguaba su cita con Iglesias,
los equipos negociadores de Compromís, Ciudadanos y PSOE departían en la sala
Martínez Noval de la Carrera de San Jerónimo sobre cómo evitar una nueva
convocatoria electoral. Todas las partes salieron «satisfechas» del
encuentro, con la intención de mantener el contacto y seguir trabajando para
«explorar todas las posibilidades para avanzar en un acuerdo para un gobierno
de cambio». Hoy los socialistas se citan a primera hora de la tarde con la
comisión negociadora de IU-Unidad Popular para avanzar en el mismo sentido. El
objetivo de Sánchez es granjearse el voto positivo de Compromís e Izquierda
Unida y para ello ya ha hecho un avance importante: lograr sentarlos por
separado e independientemente de Podemos. El PSOE se abona a la máxima del «divide y vencerás» para
neutralizar la presión y el influjo que ejerce Iglesias sobre las marcas más
modestas de la izquierda. Estos
partidos se levantaron a regañadientes de la mesa a cuatro, empujados por la
formación morada, cuando Sánchez rubricó su pacto con Rivera, a pesar de que el
documento incluía hasta 140 medidas de las pactadas con ellos. «El problema es que
no es un acuerdo firmado con nosotros», comentaban
en privado representantes de ambos partidos, y para subsanar este «error» el PSOE
envió antes de la investidura, en un intento desesperado de granjearse su
apoyo, un
documento diferenciado a cada uno de estos partidos con las principales
pretensiones que les habían manifestado a los socialistas y a las que estaban
dispuestos a dar respuesta. No en vano, de los cinco textos que se
hicieron llegar a En Comú, En Marea, Podemos, Compromís e IU-UP los más
ambiciosos y diferenciados eran los que concernían a estos dos últimos. A partir de esos
documentos se comenzará a trabajar en el «sí» a la investidura de Sánchez.
El
factor vasco también cobra protagonismo. El pacto con los nacionalistas
también está muy avanzado y las posiciones no son inasumibles por las partes. El PSOE está
dispuesto a aumentar el autogobierno y el PNV a renunciar a sus aspiraciones de
autodeterminación en favor del acuerdo. Esto, sin tener en cuenta
las elecciones vascas que se celebrarán en otoño y tras las cuales el actual
lendakari Íñigo
Urkullu necesitará del aval de los socialistas para conservar el gobierno frente
al fuerte impulso de la izquierda radical de Podemos y Bildu. Sin
embargo, los jetzales desconfían de Ciudadanos que no es proclive a aumentar
ese autogobierno.
Con el
voto positivo de PNV, Compromís e
IU-Unidad Popular, Sánchez sólo necesitaría la abstención de Podemos. Los 65 diputados de Iglesias son claves
para no ampliar la suma contraria a la investidura formada por PP, ERC, Democracia y Libertad y Bildu
(142 escaños). A priori, la reunión que tendrá lugar la próxima semana entre
los líderes de ambos partidos busca «desbloquear la situación» y «hablar cara a cara» para
intentar «limar asperezas», según concretan fuentes próximas al secretario
general socialista, que irá a la cita con el pacto con Ciudadanos «debajo del
brazo», pues éste sigue «plenamente vigente».
Y esa
alianza puede ser el principal escollo para Podemos, que considera que firmar un pacto con Albert Rivera es
hacerlo «con el PP en diferido»
porque se «perpetúan sus políticas». Iglesias pretende luchar contra esas
reformas desde dentro y quiere integrar un gobierno plural junto a los
socialistas. Sin
embargo, en el PSOE cada vez ven más cerca una abstención de Podemos a cambio
de pactos puntuales de legislatura y sin tener que integrar a un gran número de
sus miembros en puestos clave del Ejecutivo.
La Razón
Joan A. Forès
Reflexions
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