En Cotarelo escriu en
castellà i si el volen editar en catanyol com El Mon, el tradueixen. No he usat
la versió en catanyol (són castellanismes que una màquina no sap entendre) perquè
té faltes d’ortografia però sobretot de sintaxi que no m’atreveixo a publicar:
·
que com més aviat ens anem d'Espanya, millor.
·
Què se li va a fer? Espanya i jo som així,
senyora.
En Cotarelo treu
molt suc del sucós concepte Catalanofòbia estructural.
Uns tasts:
·
Catalanofòbia estructural. Muy
interesante expresión que significa, exactamente que en la sociedad española
hay una actitud generalizada de odio a lo catalán, algo que todo el mundo sabe
pero nadie reconoce de forma pública y formal.
·
Pretender que la gente se comporte
civilizadamente cuando la estructura impone otra cosa es pura demagogia de
derechas.
·
No, señor, el ministro tiene que
distinguir entre ciudadanos normales, estructuralmente catalanófobos, y
catalanes a la hora de saber contra quién organiza la guerra sucia para
defender a los ciudadanos de bien que son esos que estacionan los coches con
ayuda de un querubín.
·
¿Marcharnos cuanto antes de España,
un país moderno en el que el ministro del Interior fabrica los delitos de acuerdo con sus esbirros y
un puñado de fiscales y gacetilleros a sueldo? Independizarnos de
unos gobernantes que fabrican pruebas delictivas falsas
contra un alcalde democráticamente elegido? ¿Dejar de pertenecer a un país en el que antaño se
fusilaba al presidente de la Generalitat y hoy, en prueba de su modernidad, solo quiere procesarlo penalmente por haber consultado a la
población?
Vegem l’article:
Catalanofòbia estructural
"Espanya és estructuralment catalanòfoba, com
Xile propens als sismes i Bangla Desh al monsó"
per Ramón
Cotarelo 5 de Juliol 2016 a les 18.00 h
Catalanofobia estructural. Muy interesante expresión que significa, exactamente que en la sociedad española hay una actitud generalizada de odio a lo catalán, algo que todo el mundo sabe pero nadie reconoce de forma pública y formal. Al contrario, los discursos edulcorantes hablan siempre de lo bien que nos llevamos y lo mucho que nos queremos castellanohablantes y catalanohablantes. Mentira. En España hay "catalanofobia estructural" y esto tiene unas consecuencias determinadas en aspectos a corto, medio y largo plazo que trato de analizar en mi artículo de hoy en elMón.cat y cuya versión castellana es la siguiente:
http://cotarelo.blogspot.com/2016/07/el-odio-lo-catalan.html via @ramoncotarelo
El odio a lo catalán
En un incidente típico y normal en cualquier lugar
del Estado (esta vez en las Baleares), un castellanoparlante se dirige a un
catalanoparlante en términos agresivos y ofensivos. Mucha gente -no solo entre
los nacionalistas- protesta y hasta pide que el agresor sea sancionado. Pero héteme aquí que este encuentra un defensor en un personaje de izquierda quien
señala que la ofensa no es tan importante porque se inscribe dentro de la catalanofobia estructural y que, en cambio, cargar contra aquel, al
fin al cabo un trabajador, sería injusto.
Catalanofobia estructural.
Dice Carles Puigdemont
que cuanto antes nos vayamos de España, mejor. Presidente: eres un radical. ¿Cómo propones marchar de un país caracterizado por una
catalanofobia estructural? ¿No estás a gusto? Recuerda que esa atinadísima
definición viene de la izquierda en donde, desde los tiempos de Lévy-Strauss,
se mueren por tratar con buenas estructuras, que son como los cimientos de la
casa de sus volanderos pensamientos.
¡Catalanofobia
estructural! ¿Qué se le va a hacer? España y yo somos así, Señora. España es estructuralmente catalanófoba como Chile propenso a
los seísmos y Bangla Desh al monzón. Condición
natural hombre, que no conviene torcer ni manipular porque no somos dioses,
aunque hablemos en su nombre. Pretender que la gente
se comporte civilizadamente cuando la estructura impone otra cosa es pura
demagogia de derechas.
Sí, presidente, de derechas. Es como
pretender que el ministro del Interior garantice la seguridad y la libertad de
todos los ciudadanos, administrados y contribuyentes, ignorando el hecho
natural y hasta ciclópeo, de que hay una catalanofobia estructural. No, señor, el ministro
tiene que distinguir entre ciudadanos normales, estructuralmente catalanófobos,
y catalanes a la hora de saber contra quién organiza la guerra sucia para defender a los ciudadanos de
bien que son esos que estacionan los coches con ayuda de un querubín.
¿Marcharnos cuanto antes de España,
un país moderno en el que el ministro del Interior fabrica los delitos de acuerdo con sus esbirros y
un puñado de fiscales y gacetilleros a sueldo? Independizarnos de
unos gobernantes que fabrican pruebas delictivas falsas
contra un alcalde democráticamente elegido? ¿Dejar de pertenecer a un país en el que antaño se
fusilaba al presidente de la Generalitat y hoy, en prueba de su modernidad, solo quiere procesarlo penalmente por haber consultado a la
población?
No has calculado bien las ventajas que
de la pertenencia a España se siguen para Cataluña. Por ejemplo, ahora
parece que el ministerio del Interior va a abrir una
nueva vía de investigación para descubrir a la opinión pública las sórdidas
maquinaciones de la gente de tu entorno y el cúmulo de delitos que cometías en
tus anteriores responsabilidades, como alcalde de Girona. Si fueras
trigo limpio, como le gusta a monseñor Cañizares y no mala hierba, como la que
extirpa monseñor Echenique, pondrías todos tus archivos a disposición del
ministerio del Interior para que pudiera inventarse un par de delitos con que
acusarte y dar carnaza a la prensa amiga.
Una vez que la izquierda ya ha
decidido que la catalanofobia en España es estructural, estaremos más cerca de
encontrar una solución de mutuo respeto, admiración y cariño para que los catalanes entiendan cómo, a pesar de todo, los
españoles los aman. Tómese por ejemplo otro grupo de españoles capaces
de dejarse la piel por tender puentes entre Cataluña y España, esto es, el
de los socialistas. El señor Iceta, en un alarde de audacia, decidió volver diez casillas atrás en el juego de la oca
por el que el PSC camina hacia la irrelevancia, proponiendo ahora un referéndum
a la canadiense que previamente había rechazado y previamente a lo previamente
había solicitado. Típica inconstancia
socialdemócrata. Por fortuna tomaron la
palabra los órganos catalanes de dirección de PSOE para rechazar esa peligrosa
aventura referendaria que ignora los límites estructurales de España. Así no fue necesario esperar el inevitable ukase que llegaría desde Ferraz en Madrid con un “no” rotundo a las veleidades secesionistas y
quizá también con un cordón de seda para que se resuelva la molesta presencia
de Iceta al modo que se hacía antes con quienes disgustaban por sus actos a los
sultanes de la Sublime Puerta.
Debes tener en cuenta, Presidente,
que España, como nación de naciones, también es estructura de estructuras y la catalanofóbica no es más que una pequeña fracción de un mosaico mucho
más amplio y variado en el que todos los pueblos del Estado encontramos nuestro
lugar ideal, un terreno en el que, además de
catalanofobia, hay taurofilia, fascismolatría, monarcofagia, clérigomanía y
cleptodemia.
Solo un ingenuo iluso estaría dispuesto
a vagar por los espacios siderales en lugar de sentirse cómodamente encadenado en las
mazmorras de un Estado que vive de la luz de Trento.
Joan A. Forès
Reflexions
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