Benvolguts,
Una anàlisi exhaustiva,
per províncies, mostra els resultats del 20-D d’una manera diferent al que han fet
altres opinaires, encara que digui el mateix.
En Juliana presenta
dos mapes, el de colors i el de grisos. El de colors és el que va sortir a tots
els mitjans de comunicació, dels partits o coalicions que havien guanyat a cada
província, PP, PSOE, DIL, Podemos i PNV. El de grisos és tan o més
interessant que el de colors perquè s’hi veu la distribució dels diputats del
PSOE més els del PP en % segons les províncies, la ubicació de les províncies,
i les sàvies conclusions que en Juliana en treu!
En Juliana d’aquesta
manera mostra indirectament el més evident, que la
distribució de diputats que ha tret Podemos
, com ens remarca en Vicent Partal en el seu Editorial
del dia 21-D, mostra que Podemos ha guanyat 36 diputats a l’Espanya perifèrica i només 33 diputats al Reyno de España. Diem que és
indirecte perquè en Juliana no obté exactament els diputats però sí que mostra
que PSOE+PP naufraga a la perifèria i com que Ciudadanos no ha guanyat a cap
província, els vots que manquen són els de Podemos. De retruc
es mostren les províncies més fatxes, més
integristes, més constitucionals, on el %
de la suma de diputats de PSOE+PP és més alt: Badajoz i Cuenca...
Sembla que és pel
fet d’haver guanyat Podemos (aliat amb les forces locals) a la perifèria,
i després de veure els resultats, que ha agafat aquesta afecció a demanar un
referèndum a Catalunya.
Tanmateix així que Podemos ha pogut votar contra Catalunya en la conya de la demanda
de Salamanca d’ahir dels papers de Salamanca, no s’ho ha pensat ni una
mica! És el “justo derecho de conquista” de l’amic Torrente Ballester (pels amics el Torrente
de les pelis de detectius fatxes i desastrats). No us n’adoneu que cal fugir de
tant feixisme de tota mena, amb pell de
corder, amb pell de llop, disfressats de Caputxeta vermella o del que sigui?
Vegem l’interessant article:
El mapa del 20D
muestra que la España del cambio está en el litoral
Enric Juliana en La Vanguardia
el 24 diciembre, 2015 en Derechos, Historia, Justicia, Libertades, Comunicación, Memoria, Política, Sociedad,Igualdad, Nacionalismo, Sociología, Valores
La adhesión al bipartidismo decae fuertemente en
Catalunya-Valencia-Baleares y en Euskadi
La digestión de los resultados electorales será
lenta y coincidirá con las copiosas comidas de Navidad. Hay que reconocer que
el 20-D nos ha servido un plato fuerte. Se producirá más de una indigestión y
habrá que recurrir a los mapas para aliviar la pesadez de estómago. Mapas, mapas,
mapas, para intentar entender, poco a poco, lo que ha ocurrido. Lo que nos está
ocurriendo.
El primer mapa es el más fácil. El más
superficial, también. Lo hemos visto en televisión y en la portada de algunos
diarios. Puesto
que España se rige por un sistema electoral de circunscripciones provinciales,
lo primero es ver qué partido ha ganado en cada provincia.
Nos sale un mapa bañado de azul, con tres reductos de distintos colores: parte de Andalucía y Extremadura, el País Vasco y Catalunya. La España uniforme y la España más o menos díscola.
Este primer mapa es
un analgésico para Mariano Rajoy y
el grupo dirigente del Partido Popular
después de haber perdido 63 diputados, uno de los grandes batacazos de la
política europea reciente. En la mayoría de los países de la Unión un descalabro de
tales características habría comportado la dimisión del primer ministro o, como
mínimo, un cierto gesto de autocrítica. En
España, sin embargo, la política y la vida en general se rigen por el antiquísimo
espíritu numantino, actualizado en los años treinta por el doctor
Juan Negrín:
“¡Resistir es vencer!”.
El mapa bañado
de azul ayuda a Rajoy, hombre
alérgico a los sobresaltos, a reorganizar la resistencia. Es un mapa
conservador. Pese al batacazo, el Partido
Popular sigue siendo el primero en la gran mayoría de las provincias
españolas con tres excepciones de distinta naturaleza, que exigen un
tratamiento diferenciado.
Primera excepción: Andalucía y Extremadura; mejor dicho, la Andalucía interior y Extremadura, donde el PSOE resiste muy bien gracias a su fortísima radicación electoral
en los pueblos y en las ciudades de tamaño medio de antigua vocación agraria,
las denominadas agrociudades. Es el bastión de Susana Díaz, poco amiga de las excursiones federales. Es
una España en estos momentos muy inquieta ante los desordenados vientos de
cambio que vienen de las áreas metropolitanas, donde el PSOE está perdiendo peso.
La segunda excepción es el tradicional País Vasco. Para un conservador inteligente aquí basta
con mantener intacto el concierto foral –también el convenio navarro– y no
repetir el error bisoño de Ciudadanos que propone su gradual eliminación. Ya
lo intentó el liberal Gamazo en 1873 y en Pamplona le montaron la de Dios. La gran novedad
en el País Vasco y Navarra es el empujón hacia abajo que Podemos le da a Bildu.
La tercera excepción es Catalunya. La más complicada. La más difícil de leer. La más
contradictoria. El mapa nos dice que En
Comú Podem (el
PSUC de Podemos) está ocupando el espacio que ha dejado libre el PSC,
movilizando a los electores más contestatarios del área metropolitana de Barcelona
y del área de Tarragona. La excursión metropolitana de Esquerra
Republicana no ha funcionado. En Santa Coloma de Gramenet, ciudad en la que se
crió el candidato Gabriel Rufián Romero, ERC
apenas supera el 5%. La competición entre las izquierdas catalanas está
cambiando de formato y la eterna Convergència sigue ganando, por poco, en
Lleida y Girona, pese a su baja forma. Una mirada cínica
sobre Catalunya seguramente diría que hay que dejar que se devoren entre ellos.
El segundo mapa es
un poco más complicado. Mediante una escala de grises nos indica el grado de
resistencia del viejo bipartidismo. Las provincias más bipartidistas
son Badajoz y Cuenca, en las que la suma PP-PSOE supera el 70%. Las provincias menos adheridas al turnismo
español son Girona, Lleida, Tarragona,
Bizkaia y Gipuzkoa. Esos son los extremos. Como siempre, lo más importante
son los matices. El bipartidismo decae con notable intensidad en la España mediterránea
–a excepción de las provincias de Almería y Murcia–, en Madrid y en la costa
atlántica.
El
bipartidismo se sitúa por debajo o al límite del 50% de los votos emitidos en casi toda la
España litoral, en Madrid y su anexo de Guadalajara, y en lo que podríamos
denominar el corredor del Ebro: buena parte de Aragón, Navarra y el País Vasco.
En pocas palabras, la adhesión a los dos partidos clásicos
tiende a hundirse
en la España con mayor dinamismo económico, en las grandes ciudades,
evaporándose en el País Vasco y en la inflamada Catalunya. El bipartidismo, por el contrario, aguanta bien
en la España
interior, sobre todo en Andalucía, Extremadura, Castilla-La Mancha, la vieja
Castilla, y en las dos provincias más envejecidas de Galicia (Lugo y Ourense).
Este segundo
mapa desmiente la lectura conformista del primero. La España más dinámica y metropolitana se halla en plena ebullición
política; la España que con más intensidad depende de la protección
del Estado (vía pensiones de jubilación, vía empleo público, vía fondos de
solidaridad territorial) mantiene un elevado grado de confianza en los dos partidos
tradicionales.
Hay una España
que desea cambios, quizá de manera dispersa y contradictoria.
Y hay otra
España que prefiere quedarse como está, o cambios muy seguros, timbrados por
las fuerzas políticas tradicionales. No
es difícil adivinar que en la España metropolitana se concentran las nuevas
generaciones fuertemente decepcionadas por el derrumbe de las expectativas
sociolaborales provocado por la crisis económica. En la segunda hay más población mayor.
El PP y el
PSOE conservan
sus mejores resultados en la España
más precavida y
el mapa nos ayuda a entender por qué los conservadores han perdido Valencia y
Baleares y comienzan a tener problemas serios en Galicia. Es un mapa
de grises que invita a no simplificar. La Andalucía con más paro –la provincia de Cádiz– y la
Andalucía más dinámica económicamente –la provincia de Málaga– sigue fiel al
PSOE y al PP, pero un poco menos.
‘Sorpasso’ en el arco mediterráneo
Entre los mapas del 20-D,
hay uno especialmente interesante. Puesto que Podemos ha sido la gran novedad de las elecciones, se trata de ver en qué
provincias el partido del círculo morado se coloca por delante del PSOE,
materializando el ‘sorpasso’ que
vaticinaban algunas encuestas.
El adelantamiento que no ha tenido lugar en el
mapa general por una diferencia de 341.000 votos, se
ha visto realizado en Catalunya, Valencia, Baleares, Madrid, País Vasco,
Navarra y en las provincias gallegas de A Coruña y Pontevedra. Podemos
ha quedado por delante del PSOE en la España
con mayor dinamismo económico y también con mayores decepciones en las clases
medias urbanas.
En este sentido es destacable la resistencia del PSOE en la provincia de Zaragoza. Se repite el mapa de las
elecciones municipales y autonómicas del mes de mayo. Las alcaldías conquistadas
por las plataformas apoyadas por Podemos
fueron las de Barcelona, Madrid,
Zaragoza, A Coruña, Ferrol, Santiago de Compostela y Cádiz. Podemos figura en las mayorías
municipal de Valencia y Pamplona. Y
también ayudó al cambio en la Comunidad
Valenciana y en Baleares. De nuevo, el
arco mediterráneo como señal de inquietud política. Podemos
supera al PSC en Catalunya; se coloca por delante del PSOE en Baleares, y rivaliza con el PP
valenciano, desbordando a los
socialistas, tras cerrar un laborioso pacto con los menestrales de Compromís.
Enric Juliana
Joan A. Forès
Reflexions
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