Benvolguts,
Article que parla del Rajoy, de l'Espe, del PP i de les seves circumstàncies que deia Ortega!
En l’article es fa una descripció (operació o autòpsia?) del
camí d’espines que en Rajoy ha de patir en el via-crucis que se li acosta a
gran velocitat. En un dels paràgrafs en Zarzalejos explica:
Como testigo, el
presidente tiene la obligación ineludible de comparecer; de decir la verdad,
jurando o prometiendo hacerlo, obligación de la que sólo queda excusado si los
delitos afectasen a familiares directos.
Aquí és on més patirà perquè el seu mon és un mon de
parlar molt poc (o gens, o amb plasma) el seu mon és un mon de mentides i
enfrontar-se a dir la veritat, tota la veritat i
res més que la veritat, pot ser-li
traumàtic. A veure si el PP tindrà un col·lapse i el Rajoy també!
D’altra part, coneixent la “calanya” de l’articulista, de
qui hi ha diversos articles comentats en aquest Bloc, no sé si aquest article
és per afavorir Rajoy o per clavar-li la “puntilla”!
Copio un paràgraf d’un article del Bloc Reflexions article
dedicat a la nissaga dels Zarzalejos, article que crec que és instructiu de llegir:
Em fixo que tant el
Zarzalejos com el Duran i Lleida arrosseguen un nom que marca: José
Antonio. Que marca ja que aquest nom en individus nascuts a començaments
dels anys 50 a Euskadi i a Catalunya (franja de ponent) no se li posa a un fill
per casualitat o error sinó sabent que els l’estan posant en honor a un altre José
Antonio, el mateix nom que el dictador Miguel Primo de Rivera va posar al
seu fill, el falangista José Antonio Primo de Rivera, i per tant pot voler dir
que els posseïdors del nom van mamar franquisme pels quatre costats...
Vegem l’article
d’avui:
Rajoy, el testigo imposible de un PP
en col·lapso
José Antonio
Zarzalejos
El Confidencial
el 25 Abril,
2017 en
OPINIÓN
La inevitable renuncia
de Esperanza Aguirre, ejecutada con un texto pensado para llevarse por delante al
presidente del Gobierno, es el penúltimo episodio de un Partido Popular que había entrado en
una fase bonancible y que ahora se
encuentra en otra de colapso sobrevenido.
Las dimensiones de la operación Lezo,
por una parte, con el cortejo de consternaciones varias que implica para la
opinión pública y la militancia popular el adiós de la lideresa, y la
resolución de la Audiencia Nacional,
dictada ayer, por otra, y de la que parece interpretarse que Mariano Rajoy
deberá declarar presencialmente en el juicio oral de la primera causa del caso
Gürtel, componen un cuadro de situación inquietante para el Gobierno,
su partido y, por derivación, para la estabilidad política de España.
Es muy difícil que
Mariano Rajoy salga airoso del interrogatorio al que le cita la Audiencia Nacional cuando sus
ocupaciones políticas se lo permitan [???]. Como testigo, el
presidente del Gobierno es un
tercero ajeno a la responsabilidad de los comportamientos delictivos que se
juzgan y que aporta su conocimiento sobre el relato de los hechos sometiéndose
a las preguntas de las partes. Al conocimiento del asunto que proporcionan los
testigos se le denomina procesalmente “razón de ciencia”.
Como testigo, el presidente tiene la obligación ineludible de
comparecer; de decir la verdad, jurando o prometiendo hacerlo, obligación de la
que sólo queda excusado si los delitos afectasen a familiares directos.
También puede
silenciar respuestas que violasen, de contestarlas, secretos oficiales.
Comenzará a preguntarle la parte que le ha
propuesto como testigo –no precisamente favorable, en este caso-, luego el
fiscal, más tarde los acusadores y, por fin, las defensas. El tribunal puede
inadmitir preguntas impertinentes o inútiles para el esclarecimientos de los
hechos; al testigo se le pueden exhibir documentos para su reconocimiento y,
eventualmente, comentario y, en último término, las partes pueden pedir careo
con otro testigo y con el propio acusado. Al final de su declaración el
presidente del tribunal puede pedirle aclaraciones sobre los hechos por los que
ha sido preguntado pero no podrá introducir hechos sobre los que no ha versado
el interrogatorio.
Este es el panorama al
que se enfrenta el presidente del Gobierno.
Si el tribunal no disciplina a las partes para que éstas se atengan a los
hechos que se enjuician y no haya preguntas referidas a los que se contemplan
en otras causas, Mariano Rajoy puede salir más muerto que vivo –políticamente
hablando- de esa sesión del juicio oral. Y aunque no ocurra tal cosa, será
digno de ver cómo el jefe del Ejecutivo
cuando sea preguntado dice saber –malo- o no saber –también malo-. En el primer caso
porque si sabía, puede ser cómplice, y si no sabe, ignorante de lo que ocurría
en su propio partido.
En estas circunstancias, y por mucho ánimo que Rajoy eche al
trance, no le va a ir bien.
Además, es la primera
vez en la historia de la democracia [???] española que un presidente del Gobierno es llamado a declarar en un juicio oral. Es
cierto que no es requerido en su condición de jefe del Ejecutivo sino del PP,
pero ¿cómo se distinguen en términos políticos ambas condiciones en una sala
penal? Felipe González también fue testigo en el Tribunal Supremo en el caso de los GAL pero ya no era presidente y, además, fue a puerta cerrada. Si
en el caso de Rajoy su declaración –como parece- es presencial, no hay policía de estrados que valga: el tribunal no
tiene motivo a estas alturas para declarar la vista a puerta cerrada.
Aguirre presenta su dimisión como concejal del Ayuntamiento de Madrid
La citación ayer de la
Audiencia Nacional a Rajoy, en
coincidencia con la renuncia de Aguirre, es una casualidad, desde luego, pero
son de esas coincidencias que hacen historia o que la explican o que,
simplemente, la complican de una manera exponencial. Y que provocan un efecto político de graves
proporciones. El caso Gürtel
es muy serio, pero Lezo lo es aún
más cuantitativa y cualitativamente, lo protagonizan los responsables que
fueron del PP de Madrid, la principal organización
territorial –sea cual sea la variable con la que se mida- de la organización del
partido y acaece –aunque se veía venir- en un momento crucial de la política española.
Vayamos a Ortega: toda
realidad que se ignora prepara su venganza y el pasado siempre regresa (él
decía que el pasado es un ‘revenant’). Aguirre fue un ejemplo. Rajoy puede
serlo a corto o medio plazo. Por eso, el PP
está en colapso, sin palabras por los continuos sobresaltos. Y porque ahí fuera,
vuelve a bullir la indignación.
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