Benvolguts,
L’article de la Pilar
Rahola analitza la frase de Rajoy: “Reformar la Constitución, ¿para qué?, luego pedirán más,
nunca tienen suficiente”.
D’entrada aquesta frase, que és gairebé
obligada quan els amos espanyols parlen amb la colònia catalana m’ha recordat
aquesta altra treta del llibret de la CCN:
“El AVE de Barcelona a Valencia, ni lo
soñeis mientras mandemos nosotros: llegariais a un acuerdo con los valencianos
y os podriais acabar entendiendo en la lengua y en otros temas”. Això li va
dir Carlos Aragonés, director del gabinet de la Presidència del Govern i
persona de confiança del President Aznar, a Xavier Trias. Aquesta conversa
devia produir-se en temps del govern Aznar, abans del 2003.
Sempre igual!
O sigui que els catalans
sempre “piden
mas”. No és que ells ens hàgin escanyat reiteradament en l’etapa
contemporània de monarquía franquista des de fa 35 anys (apart dels 40 anys del franquisme,
de la guerra, del que cal bombardejar Barcelona cada 50 anys, dels Decrets de
Nova Planta, etc), sino que som nosaltres els que sempre “pedimos mas”.
Fixeu-vos en el mot menyspreu que
surt sovint i que forma part de l’aforisme del Gandhi comentat fa poc.
La frase: La idea
castiza de que
España es suya; es una y no se toca queda molt ben explicada en l’acudit
gràfic del Perich.
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Pilar Rahola en La
Vanguardia
el 8 noviembre, 2013 en Comunicación, Derechos, Libertades, Política, Sociedad
OPINIÓN
Cuando Rajoy lanzó el
otro día su enésimo
jarrón de agua sobre los esforzados defensores de la tercera vía,
usó una expresión que es toda una declaración de principios: “Reformar la
Constitución, ¿para qué?, luego pedirán más, nunca tienen suficiente”.
Si, además, sale por detrás la sombra alargada de maese Aznar y con golpecito
en el hombro paternal le susurra que “se queda tranquilo” cuando defiende la
unidad de España, y le recuerda que, como presidente de honor, su función es
vigilarlo para que sea “fiel al mandato”, la cosa pasa de clara a transparente.
Y ahí radica el
problema de la cuestión catalana, que es, desde hace siglos, la cuestión
española: que un lado del puente aéreo cree que España debe ser un pacto entre
ciudadanos, y el otro cree que es un coto privado tutelado por unos para
vigilar a los otros. Por eso se convierten en guardianes del santo
grial, necesitan “españolizar” a las huestes díscolas y por eso mismo convierten a la Constitución en
una especie de dogma de fe, intocable, inamovible e indiscutible. Lo
simpático es que muchos guardianes de la fe constitucional hace dos días la
consideraban un anatema. Pero, pelillos del pasado a la mar, la cuestión se dirime entre la idea catalana
del regeneracionismo –base de la tercera vía– y la idea castiza de que España
es suya; es una y no se toca. Es decir, no es un pacto entre distintos, es una
imposición para transmutar lo distinto en igual.
Joan
A. Forès
Reflexions
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