06/02/2016. Josep Oliver. ¿Otra vez los años treinta?
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¿Otra
vez los años treinta?
Josep Oliver Alonso en La Vanguardia
el 5 febrero, 2016 en Comunicación, Derechos, Economía, Igualdad, Internacional, Justicia, Libertades,Política, Sociedad, Sociología, Valores
OPINIÓN
No ganamos para sustos. Esta pasada semana
ha sido Japón, que se ha sumado al restringido club de países con tipos de
interés negativos (BCE, Dinamarca y Suiza). La situación es de tamaña excepción
que parece normal que la banca tenga que pagar por mantener depósitos en su
banco central. Pues no lo es, y en este sentido señala el agotamiento de la
política monetaria tras un largo periodo de insólita expansión de liquidez.
A la decisión del gobernador Kuroda hay que
añadir a Mario Draghi, que ya ha indicado que el BCE tomará en marzo medidas
más radicales para combatir la deflación. Y el creciente convencimiento de que
Janet Yellen, la presidenta de la Fed, se equivocó al iniciar la senda alcista
de tipos de interés, un camino que parece que no va a continuar en el 2016.
Mientras tanto, el Banco de Inglaterra, presidido por el canadiense Carney,
aleja la posibilidad de elevarlos en Gran Bretaña. En resumen, tras más de
siete años de políticas monetarias ultraexpansivas, la recuperación no termina
de afianzarse, la deflación va tomando cuerpo y la deuda global, la privada más
la pública, es hoy más elevada que en el 2007.
En el corto plazo, las consecuencias de
esas políticas se traducen en caídas de precios de las respectivas divisas. De
hecho, la decisión del Banco del Japón está encaminada a reducir el valor del
yen, que se había apreciado peligrosamente tras la frenada de la economía china
y la salida de capitales de ese país. Con ello, además, pretende aumentar los
precios internos. Y los mismos efectos son los que se buscan en la eurozona. Se
trata de una fase más, y probablemente más peligrosa, de una guerra de divisas
de la que ya habíamos visto escaramuzas hace unos años, cuando el ministro de
Hacienda brasileño, Guido Mantegna, denunció la política de dólar débil de
Estados Unidos.
Si el crecimiento mundial no lo remedia, y
no parece que haya síntomas de ello, estamos entrando en terrenos cada vez más
pantanosos. Es decir, cada uno intentando exportar sus problemas al exterior.
Porque si el BCE, con su política monetaria, hunde el precio del euro
(¿recuerdan que estaba cerca de los 1,40 dólares no hace tanto?) a eso hay que
llamarlo, simple y llanamente, empobrecimiento del vecino. Y eso es así, tanto
si esa política se explicita devaluando la moneda de forma oficial, como hizo
China el pasado agosto, como si se hace indirectamente, como en Japón la pasada
semana. O como ha venido haciendo el BCE desde la primavera del 2015.
En 2008/09 se consiguió evitar la
repetición de la Gran Depresión. Pero, unos años más tarde, algunas de sus
características más preocupantes comienzan a reaparecer: tanto guerra de
divisas como la deflación fueron rasgos distintivos de aquellos años. Ahora,
lentamente, parece que regresan. Vayamos pues con tiento en ese horizonte cada
vez más complejo. Y preparémonos para ello. Porque mientras aquí pasamos los días
y los meses discutiendo si galgos o podencos, afuera el temporal
Josep Oliver
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