http://cotarelo.blogspot.com.es/2015/07/el-poder-y-los-jueces.html
Benvolguts,
Molta gent estan convençuts que la imparcialitat dels jutges
és molt dubtosa. Amb els fiscals no cal neguitejar-se’n perquè són dubtosos del
tot...
I a més resulta que popularment es diu que la dona del Cèsar
a més de ser honesta ho ha de semblar...
En aquest Bloc hem parlat diversos cops de la corrupció dels
magistrats en general, des dels magistrats, secretaris i uixers del TOP que es
varen transformar per art de màgia en magistrats, secretaris i uixers de la
Audiència Nacional en un microsegon, fins la magistratura en general contra qui
la periodista del Figaro ens
prevenia quan la policia va torturar fins a la mort l’etarra Arregui en els dies previs al 23F, els torturadors foren castigats i
es varen revoltar, i en una actitud gremial es varen donar de baixa multitudinàriament
del cos. Les paraules de la periodista Anne
Marie Romero eren: Espanya no se’n sortirà si es manté la supervivència de
tres forces intactes del franquisme: l’església, la magistratura i sobretot la
policia.” I així estem...
http://cotarelo.blogspot.com/ via
@ramoncotarelo
Para que haya justicia, como
sabe todo el mundo, debe ser impartida por jueces libres,
independientes e imparciales que, como decía un militar
del ejército español, "nada tengan que esperar del favor ni temer de la
arbitrariedad". Esos tres requisitos son de distinto calado. En
cuanto seres humanos dotados de raciocinio, autonomía y libre albedrío, la libertad se les presupone. Nadie atendería a un juez que
estuviera encadenado. Eso es obvio y vale también para el otro tipo de
libertad, el moral. Los seres humanos somos libres. Lo somos incluso cuando
decimos o hacemos el mal, pretextando que estábamos coaccionados. Fuimos libres
y elegimos ceder a la coacción. Salvo los reducidos a cautiverio físico, los jueces son
siempre libres. Libres de hacer
justicia o hacer injusticia. Es cosa de su conciencia.
Los otros requisitos son más tornasolados. Dos de
los jueces que, gracias a los equilibrios y normas de distribución y reparto de
tareas, entenderán de los casos de la Gürtel y los papeles de Bárcenas,
que afectan directamente al partido del gobierno, esto es, Enrique López y Concepción Espejel ofrecen motivos
fundados para poner en cuestión su imparcialidad. Dos de las
acusaciones particulares, el PSOE y la
Asociación de Abogados Demócratas de Europa (ADADE) están elaborando los
escritos de recusación. Tanto López como Espejel han dado suficientes muestras de
familiaridad y hasta intimidad con los gobernantes. No es solamente que el PP
los propusiera en su día para vocalías del Consejo General del Poder Judicial,
pues eso en sí mismo no es significativo. Es lógico que estas designaciones que
la ley reserva a los partidos se hagan con criterios de proximidad ideológica,
pero eso no tiene por qué afectar a la imparcialidad de los nombrados. Y, sin
embargo, en los dos casos, dicha imparcialidad es muy cuestionable porque los
dos han dado sobradas muestras de cercanía, frecuencia de trato y simpatía con
los gobernantes de la derecha:
·
Espejel no se ha recatado en admitir su gran amistad con Cospedal, quien la
condecoró.
·
En cuanto a López, sería un desagradecido si no reconociera los esfuerzos
ciclópeos que estuvo haciendo el PP para favorecerlo con un puesto en el
Tribunal Constitucional incluso cuando no reunía los requisitos. Sería muy
desleal por su parte no ser agradecido.
Podría decirse que, habiendo sido como hayan sido
las previas relaciones entre los magistrados en cuestión y los gobernantes,
llegado el momento de hacer justicia, a los jueces les ocurre lo que a Thomas
Beckett frente a Enrique II: muy amigos y compadres, pero, cuando se trata de
la dignidad de la Iglesia y el interés de la Corona, ya no hay amistad ni
compadreo que valgan. Y, llegado el momento, Beckett paga con su vida por su
independencia. Siendo los nuestros tiempos más suaves, es poco
probable que los magistrados pagaran con sus cabezas por sus actos, así que no
hay razón para que estos no sean intachables. Y, si la hay, tendrán efecto las
recusaciones de las partes.
A decir verdad, la turbulenta historia del juez López despierta preocupación no ya solo
debido a su imparcialidad
sino también a su independencia. Su intensa actividad de colaboración con la Fundación FAES,
el think tank de la
extrema derecha neoliberal, que posiblemente haya sido remunerada,
plantea, efectivamente, una seria objeción al comportamiento de un juez que no
solamente mantiene relaciones de amistad con el príncipe sino que se ha encomendado
a su magnificencia.
Este es igualmente el problema que se plantea con
ese presidente del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía, que cobra un plus de 1.300 euros al mes directamente del gobierno
andaluz en concepto de dietas o viáticos o algo así. En principio, no es absurdo que un funcionario
del Estado reciba un complemento de ese Estado del cual, por lo demás, también
recibe el sueldo. Y no se olvide que la Junta de Andalucía es, a todos los
efectos, el Estado en Andalucía. Por supuesto, tampoco es lo mismo que el
magistrado cobre del Estado que de un partido vía Fundación, si cobró. Pero aun
así no parece bien y precisamente porque no parece bien, la medida se tomó
mediante acuerdo secreto. Por algo sería.
Los jueces son uno de los estamentos peor
valorados por la opinión pública, escasamente por encima de los políticos, que
ya es decir. Y con casos como los considerados es poco probable que mejoren su
posición. Sobre
todo frente a una opinión pública que contempla desmoralizada cómo los jueces
que se atienen a su deber en conciencia y se enfrentan al príncipe, acaban
expulsados de la carrera.
Y sin jueces justos no hay democracia.
Publicado por Ramón
Cotarelo en 12:35 a. m.
Etiquetas: Independencia., Injusticia., Justicia., Libertad.
Joan A. Forès
Reflexions
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