He rebut aquest correu d’en Lluís sobre un
article d’avui de l’ l’Angel de la Fuente, de títol La gota malaya de las balanzas fiscales:
Diu en Lluís: Sembla que l’articulista oblida que la Generalitat també va fer el càlcul de la balança
fiscal amb el mètode del flux de benefici i va publicar la dada en els dos
mètodes. En el que si estic d'acord
amb ell és que el Govern Central també hauria de donar les dades per totes les
CCAA, complint així una de les disposicions aprovades al Congreso Español.
Comencem per la segona qüestió. És evident que
el Gobierno español fa trampa sempre que pot. Quan va publicar per primera i
última vegada les Balances fiscals de totes les CA va ser el 2008, amb dades
del 2005 i després d’un mandat exprés del Congreso, del 1996, obtingut amb
sang, suor i llàgrimes per CiU i ERC que ho venien sol·licitant des de molts
anys abans. Com hem dit, el Gobierno español no ha tornat a publicar les
Balances fiscal mai més!
Ara anem a respondre la primera qüestió.
L’Angel de la Fuente és un economista(?) que viu i treballa a Catalunya en l’ens
CSIC (Consejo Superior de Investigaciones Científicas), els articles del qual
sempre ataquen Catalunya, la Generalitat, el Parlament, etc. Els seus articles
els publica un web digital de reconeguda fama fatxa, de nom La Voz de Barcelona
http://www.vozbcn.com/tag/angel-de-la-fuente/.
Ángel de la Fuente sempre està en el punt de mira de Xavier Sala i Martin per
les animalades que diu. Un dels arguments que l’Angel de la Fuente usa
per defensar el càlcul de les Balances fiscals segons el Flux de benefici és l’exemple
esotèric d’on s’ha d’imputar la despesa de la compra i operació d’un avió de
combat que l’Exèrcit espanyol vulgui tenir a la base militar de Saragossa: A l’Aragó
o repartit per totes les comunitats? Quan en Sala i Martin parla del Flux monetari diu
que per exemple els 300.000 funcionaris que hi ha a Madrid, cobren a Madrid i
gasten a Madrid per tant no s’ha de repartir els seus emoluments entre “todos
los españoles” segons la teoria del Flux de benefici sinó allà on gasten els seus
ingressos, per tant segons el Flux monetari. Ja es veu que els exemples no són
de la mateixa mena. 300.000 funcionaris tenen unes despeses que incrementen la
riquesa de la Comunidad de Madrid, però un avió de combat no incrementa res i
per tant s’ha de repartir entre totes les comunitats!
De tota manera, com que jo no soc economista
us remeto als dos articles d’en Sala i Martin parlant d’aquest tema:
L’Ángel de la Fuente acaba l’article amb
aquesta frase:
En vez de dar la callada por respuesta como ha hecho siempre (a les queixes del Govern català sobre l’espoli
fiscal), el Gobierno español debería tomar la iniciativa
poniendo encima de la mesa los datos necesarios para un debate informado sobre
la dimensión territorial de sus actuaciones, explicándolos en
detalle y haciendo un poco de pedagogía sobre las implicaciones territoriales
del Estado de bienestar (cosa que ja hem dit que malgrat el mandat del
Congreso, el Gobierno no ha fet mai. En això estem d’acord: Llum i taquígrafs!).
Repassaré els articles del tal Ángel i ja ho
comentarem.
Article:
La gota malaya de las balanzas
fiscales
Ángel de la Fuente
El País
el 31 mayo, 2013 en Derechos, Economía, Libertades, Política
TRIBUNA
La Generalitat
esconde tras un informe de pretensión técnica una burda
campaña de agitación
Hace unos días se hizo público el enésimo informe de
la Generalitat sobre la balanza fiscal de Cataluña. En él se destaca
que el saldo fiscal de la comunidad con la Administración Central española (y
la Unión Europea) en el año 2010 se situó en torno a los 16.500 millones de euros cuando el
cálculo se realiza por el llamado método del flujo monetario. Le faltó tiempo al
bien orquestado coro de portavoces y opinadores nacionalistas para salir en
tromba, identificando esta abultada y discutible cifra con lo que los sufridos
contribuyentes catalanes pagamos de más a la Hacienda española —o con lo que
España nos roba, si nos atenemos al lenguaje en boga entre los más exaltados
defensores de la tesis del expolio.
La maniobra es transparente. Bajo el ropaje formal
de un informe pretendidamente técnico no hay más que un instrumento de agitación y propaganda
diseñado para cabrear al personal y acercarlo a las tesis nacionalistas. Desde
un punto de vista técnico, no hay por donde coger la cosa. Identificar el saldo fiscal de un territorio
con lo que sus residentes pagan de más es un disparate en cualquier caso,
y mucho más cuando tal saldo se calcula por el simpático método del flujo monetario
que tanto le gusta al Gobierno catalán.
Vayamos por partes. Supongamos en primer lugar que
la Generalitat ha hecho bien los cálculos. En ese caso, lo que exigen airadamente los nacionalistas
catalanes es que los impuestos vuelvan a quien los paga en forma de un volumen
equivalente de servicios, sin dejar espacio alguno para la redistribución, que
es precisamente una de las funciones básicas del sistema fiscal en cualquier
estado moderno. Entiendo que los defensores de tan llamativa tesis
no pretenden trasladarla a título individual, pues si los impuestos son de
quien los paga, no habría necesidad alguna de pagarlos para empezar.
La tesis sería, por tanto, válida solo en el
ámbito nacional: puesto que los nacionalistas catalanes no se sienten parte de
la nación española, les fastidia repartir con sus conciudadanos de otras regiones
y se resisten a hacerlo. Esto es hasta cierto punto comprensible,
pero difícil de defender de una forma argumentada. Si los sentimientos generan
derechos fiscales, los residentes de Cataluña que no nos sentimos parte de la
nación catalana tendremos derecho a no pagar impuestos autonómicos, excepto en
la medida en que resulte necesario para sufragar el coste de los servicios que
la Generalitat nos presta a cada uno. Supongo que al Gobierno catalán no le
haría mucha gracia la idea, y con razón.
Pero la cosa es aún peor. Puesto que la
Generalitat excluye arbitrariamente de sus cálculos una parte significativa de
los costes de los servicios que la Administración central nos presta a los que
vivimos en Cataluña, lo que está diciendo realmente el que exige la
desaparición del déficit fiscal catalán es que no deberíamos pagar ni siquiera
la parte que nos toca de tales servicios, lo cual tiene perendengues.
Cojamos un ejemplo concreto y dejemos que sea el
lector el que decida si la forma en la que la Generalitat hace las cuentas —el
llamado método de flujo monetario— es o no razonable. Consideremos la inversión
del Ministerio de Defensa español en un avión militar de combate que se
destina, por concretar, a la base aérea de Zaragoza. A la hora de repartir
entre autonomías el gasto correspondiente (y de pensar sobre quién ha de
pagarlo en última instancia) hay dos posibilidades. La primera (el método del
flujo de beneficio) es considerar que el avión proporciona servicios de defensa
que nos benefician por igual a todos los ciudadanos españoles, lo que lleva a
repartir su coste entre regiones en proporción a su población. La segunda es
imputárselo por entero a Aragón, puesto que el avión está físicamente allí.
Aunque el sentido común seguramente sugiere lo
contrario, la Generalitat argumenta que la segunda opción es, de hecho, la más
razonable porque recoge mejor el impacto del gasto público sobre la actividad
económica. Pero esto es bastante dudoso y, en cualquier caso, no es relevante.
Empezando por el final, los Gobiernos compran aviones militares para patrullar
el espacio aéreo y no para crear empleo. Y el avión es, además, un buen
recordatorio de que la localización del gasto público y su impacto económico
pueden tener poco o nada que ver la una con el otro. Donde realmente se crea
empleo y renta en este caso no es donde se aparca el avión, sino donde se
fabrica, lo que seguramente nos lleva fuera de España (y según y como, a la peregrina
conclusión de que nadie debería pagar el aparato). Algo más de sentido tiene el
argumento de la Generalitat cuando hablamos del piloto y de los mecánicos de la
aeronave. Sin duda, todos ellos tendrán que alquilar o comprar una casa en
Zaragoza e irán allí al peluquero y al supermercado. Pero, incluso en este
caso, existirán efectos desbordamiento importantes que hacen muy difícil
predecir el impacto territorial del gasto público sobre la actividad económica.
Los coches del personal militar pueden venir de la propia Zaragoza, pero
también de Vigo, Martorell, Valladolid o Corea, su ropa puede estar hecha en
Galicia o en Asia, su comida puede provenir de cualquier parte del mundo y los
azulejos de su casa seguramente vendrán de Castellón.
Una falacia mil veces repetida sigue siendo una
falacia, pero eso no impide que pueda ser efectiva. No se puede negar que la
gota malaya de la propaganda nacionalista sobre el expolio ha ido calando hasta
el punto de crear entre una buena parte de la población catalana la percepción de
que la comunidad sufre un maltrato fiscal insoportable. La mejor
forma de combatir tal percepción es con luz y taquígrafos. En vez de dar la callada por
respuesta como ha hecho siempre, el Gobierno español debería tomar la
iniciativa poniendo encima de la mesa los datos necesarios para un debate
informado sobre la dimensión territorial de sus actuaciones, explicándolos en
detalle y haciendo un poco de pedagogía sobre las implicaciones territoriales
del Estado de bienestar.
Ángel de la Fuente es
investigador en el Instituto de Análisis Económico, CSIC
Joan
A. Forès
Reflexions