dijous, 5 de desembre del 2013

05/12/13. Pilar Rahola. Como Siria. Es decir, ni dimisiones, ni independencia de las instituciones que deberían controlar la gestión pública, ni capacidad judicial para dar el vuelco a la situación.


Benvolguts,

La Pilar Rahola continua explicant la idiosincràsia del país del costat!

Avui parla de la percepció de corrupció o sigui de com els habitants d’un país veuen el seu propi país.

Recordo que en temps del darrer Gobierno Aznar, va succeir un cas similar amb la mateixa organització Transparencia Internacional que donava les dades sobre la percepció de corrupció a l’Estat espanyol en relació als altres països del mon.

En l’ARA d’avui ens expliquen què és aquesta mesura de la percepció de corrupció.

Segons l'índex, Espanya ha perdut sis dècimes de nota i ha passat del 6,5 sobre 10 que va obtenir el 2012 a un 5,9 aquest 2013. Se situa així al lloc 40 del rànquing dels 175 països analitzats per Transparència Internacional, 10 posicions més avall que l'any passat, en què apareixia al lloc 30.

La Rahola ho acaba d’explicar, però jo volia explicar l’acudit que va circular en aquella època:

Lo  saben aquel que diu que el presidente Aznar parla amb els seus ministres d’Hisenda i d’Exteriors i els diu: No podríeu intentar influir en l’organització Transparencia Internacional a veure si podríem aconseguir que ens rebaixessin la posició en l’index de percepció de la corrupció?

 
I ara els raonaments de la Rahola:

Como Siria

Pilar Rahola

La Vanguardia

el 4 diciembre, 2013 en Derechos, Ética, Justicia, Libertades, Política, Sociedad

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Les horroriza la idea de que España se rompa, pero no que se arrastre por el fango del desprestigio

Aunque tengo la tentación, paso por alto lo de Esperanza Aguirre y su loa amorosa a los franquistas catalanes, porque ante tanta desmesura retórica ya no siento fatiga, sino lo siguiente. ¿En qué momento esta buena mujer dejó de ser la liberal de la derecha posible y pasó a ser adalid de la derechona de siempre? En fin, serán cosas del ritornello, ahora que todos ellos –con el bronco Aznar a la cabeza– quieren salvar a España de sí misma. Pero es un hecho que en la montaña del despropósito se acumulan los voluntarios. ¿Por qué será que el debate Catalunya-España no puede hacerse con argumentos sino entre frontones de descalificación? Sea como fuere, hubo un tiempo en que doña Esperanza parecía la ídem de una derecha moderna y europea. Ese tiempo, como es evidente, pasó.

Saludados los palabros envenenados, me parece más necesario reflexionar sobre los barómetros de todo, que dejan al todo de España por los suelos. Y no me refiero sólo a los indicadores económicos o a los pésimos resultados en aprendizaje, a pesar de la lógica alarma. Me refiero al informe de la oenegé Transparencia Internacional, que hace años que publica su ranking sobre corrupción y transparencia y que, haciendo bueno el dicho de lo que lo que va mal puede ir a peor, ha situado a España como el segundo país, por delante de Siria, donde más ha aumentado la percepción de corrupción. Es decir, ha aumentado la convicción ciudadana de que la corrupción goza de buena salud y resulta impune. Teniendo en cuenta que Siria está en medio de una guerra, y que todos los indicadores deben estar cayendo hacia el infierno, el resultado es demoledor. Lo más interesante del informe es que se ha disparado la desconfianza porque los ciudadanos no han percibido ningún intento de enmienda seria, más allá de la retórica política de rigor. Es decir, ni dimisiones, ni independencia de las instituciones que deberían controlar la gestión pública, ni capacidad judicial para dar el vuelco a la situación. Leyendo este informe y otros ya conocidos, que señalan en la misma dirección, cabe preguntarse qué significa España para todos estos patriotas que la tienen en la boca cada minuto y medio. Gentes que disparan contra la perfidia catalana, pero nunca trabajaron por la concordia; que hinchan su pecho de orgullo cuando alzan la bandera mastodóntica que plantaron en el corazón de Madrid, pero aman los sobresueldos de los escaladores suizos; que se horrorizan ante la idea de que España se rompa, pero no les preocupa que se arrastre por el fango del desprestigio. La verdad es que la contienda catalana es una magnífica cortina de humo para no debatir sobre las entrañas de esa España que dicen amar, pero manosean a su antojo. Estoy por pensar que algunos patriotas podrían autoaplicarse la nueva ley de Seguridad, esa de la patada en la boca. ¿O es que la corrupción no es la peor ofensa a España?

Pilar Rahola


Joan A. Forès
Reflexions

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