dijous, 27 de novembre del 2014

27/11/14. Enric Juliana. Octubre, octubre. "Sin Octubre quizá no habría madurado tan deprisa la idea del ‘Partit del President‘ y los 18 meses artúricos..".

Benvolguts,
En Juliana, amb molta traça enumera els fets polítics (tot és política) d’aquest mes d’octubre i explica la cadena de casualitats que porten a la cadena de decisions que canvien la història a cada instant. Els autors de ciència ficció en diuen la creació d’universos paral·lels a cada decisió que els deus o els humans prenen...
La confessió de Jordi Pujol, la decisió del president Mas de mantenir el N9N peti qui peti, la indecisió (que també és una decisió com la tercera via) del Plasmarajoy, el pla d’en Mas dels “18 meses artúricos: la aventura de refundar el partido catalán dominante con fibras de Esquerra, pautas de Carles Viver i Pi Sunyer y retóricas de Podemos”, la podridura intrínseca del PPSOE, que per començar ha portat a les dimissions de Rubalcaba, Gallardón i Mato i l’aparició de Podemos, fa que el Plasmarajoy decideixi que “En circunstancias así suele haber una remodelación ministerial. Un golpe de efecto para tomar impulso e intentar escapar de la fuerza gravitatoria de Octubre.”

I ara vegem el delitós article Octubre, octubre, d’en Juliana:

Octubre, octubre
Enric Juliana en La Vanguardia

el 27 noviembre, 2014 en Derechos, Libertades, Política, Sociedad, Sociología

El otoño de los escándalos ha cambiado de manera irreversible el momento político español y ha estimulado a los jueces

La cadena de escándalos de Octubre ha agitado y cambiado la política española. Y ha acelerado la mutación de la política catalana, que tiene la costumbre de ir por delante cada vez que cambia la dirección del viento. En Octubre se ha certificado que no habrá partido con mayoría absoluta en la próxima legislatura española. Octubre ha encendido las luces de alarma en Europa sobre la posible transformación de España en un grave y crónico problema político. Octubre del 2014 aparecerá en los libros de historia. Los tiempos están cambiando y en las elecciones municipales y regionales de Mayo va a llover a cántaros.

Sin los hechos de Octubre, prologados por el 25 de Julio de Jordi Pujol, probablemente Artur Mas no habría propuesto anteayer, con tanta contundencia, un segundo adelanto electoral bajo la bandera de un soberanismo unitario, civil y regenerador. Sin la cadena de escándalos de Octubre y su mella en el castigado orden español, quizá el 9 de Noviembre habría discurrido de otro modo. Quizá se habría impuesto en Madrid, la idea de proceder a la requisa e incautación de las urnas y papeletas que la Generalitat tenía almacenadas en Lleida. Con la gravedad de Octubre a cuestas, el presidente y la vicepresidenta no quisieron dar ese paso, reclamado por alguno de los ministros séniors con vieja experiencia gubernativa.

Sin Octubre quizá no habría madurado tan deprisa la idea del ‘Partit del President‘, subyacente en el plan de los 18 meses artúricos: la aventura de refundar el partido catalán dominante con fibras de Esquerra, pautas de Carles Viver i Pi Sunyer y retóricas de Podemos. Sin el tremendo Octubre, Mas, buen alumno de la escuela laica francesa, no habría abrazado con tanto entusiasmo la nueva religión de nuestro tiempo: la adoración de la ‘gente’, la idolatría de la multitud digitalizada, las sandalias franciscanas, los domingos sin corbata y el cilicio en las ingles de la política profesional. La expiación y el gran proyecto. La saya y el diálogo con el Universo. El borrón y la cuenta nueva. Las maniobras de palacio y la propaganda del nuevo país. Catalunya, siempre pionera en las artes escénicas, se dispone a pintar ahora el retablo del franciscanismo unitario.

Toda la Península vive en Octubre. En Portugal, tierra fraterna, lo están resolviendo de otra manera. La justicia republicana pega fuerte y gente de mucho poder está yendo a la trena. La República se afirma. Hay que añadir que el franciscanismo siempre ha tenido una fuerte impronta en Portugal. San Antonio de Padua, el fraile que dio profundidad intelectual a la orden, era de Lisboa.

En Madrid, Octubre ha sido políticamente demoledor, pero Mariano Rajoy es más de Santiago que de Francisco. La pétrea quietud del apóstol, esa figura de ojos grandes y mirada hierática que el presidente abrazó en Agosto acompañado por la canciller alemana Angela Merkel, define un estilo de gobierno. Una manera de ser. En el tozudo quietismo de Rajoy late un tremendo deseo de afirmación. Una vanidad oculta: ya sé que no os acabo de gustar, pero yo soy así y los hechos me acabarán dando la razón. Esta es la divisa presidencial, ahora en serios apuros.

El trimestre comenzó con la dimisión de Alberto Ruiz-Gallardón y concluye con la renuncia de Ana Mato, diezmada por el ébola y triturada por el caso Gürtel, horas antes del pleno del Congreso sobre las medidas anticorrupción. El juez Pablo Ruz es independiente y ahora lo quiere exhibir. Octubre también ha influido en el estado de ánimo de la judicatura. Los magistrados –incluidos los fiscales- quieren subrayar su autonomía. Los jueces también quieren ser, como Francisco, amigos del pueblo. Han caído dos ministros, se ha desplomado la simpatía por el PP en las encuestas, han ascendido los partisanos de Podemos, un poco leninistas, un poco franciscanos; Mas se ha sentido fuerte e imaginativo, el nuevo secretario del PSOE no ha entrado en la red de los pactos bipartidistas (cambio del sistema de elección de los alcaldes y leyes anticorrupción) y ha empezado a cundir en Europa la sensación de que España lo tiene negro.

En circunstancias así suele haber una remodelación ministerial. Un golpe de efecto para tomar impulso e intentar escapar de la fuerza gravitatoria de Octubre.

Joan A. Forès

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